Con mi fuerza de voluntad renovada y totalmente enfocado, procedí inmediatamente ha- cia las partes más profundas de la mazmorra.
Tenía que mover mi trasero a la fuerza y dejar de buscar ingredientes marinos, cosa que no era tan fácil, así que me propuse alcanzar lo profundo de la mazmorra mientras agarraba todo lo que estuviese al alcance de mis manos.
A mayor profundidad, detectaba menores señales de vida, la estructura interna se volvía más compleja, como una colonia de hormigas, y la insistencia de los monstruos de la maz- morra en atacarme aumentaba.
En el área previa a los intrincados corredores, habitaban pequeños monstruos de la maz- morra tipo pez con cara humana y apariencia aterradora. Eran los llamados [Pez Ca- ra-Yakuza], aparentemente para advertir a aquellos que entrasen por error.
El [Pez Cara-Yakuza] suele gritar muy fuerte mientras ataca en feroces grupos, pero en realidad es solo un alfeñique cuya mordedura es tan liviana que no cuenta como daño de ataque. Tienen dientes afilados y duele cuando te muerden, pero aun así no le harían ni un rasguño a mi [Exoesqueleto].
Avanzando por un corredor mientras ignoraba a un grupo de [Pez Cara-Yakuza], me cru- cé con un enorme pulpo que tomó la forma de un guerrero con armadura, el [Pulpo Pe- sado Guerrero]. También vi un grupo de [Tortugas Cañón], con bombas que salían de sus caparazones. Al dispararlas, las bombas tomaron forma humana y trataron de adherirse a mí en un ataque suicida. Tampoco fueron gran cosa frente a mi [Exoesqueleto].
Recuperé los restos de sus corazas y seguí moviéndome. Antes no imaginaba cuál será la razón por la que los aventureros y las sirenas dejaban de venir hasta aquí, si la presión por la profundidad o el aumento de la probabilidad de ataques sorpresa. Tras mis numerosos encuentros con los monstruos la respuesta se volvió obvia.
Había un punto del recorrido que se volvía extremadamente angosto y donde incrementa- ba la posibilidad de emboscada. Al estar tan apretados no tuve problemas al enfrentar a los monstruos y, a pesar de que la calidad de sus ataques no es muy alta, eran muy molestos en términos de números, lo que dificultó mi recolección de ingredientes. Estos sí se las arre- glaron para abollar la superficie de mi [Exoesqueleto], probablemente por la recurrencia de sus ataques.
No era particularmente un problema, pues no soy de mente tan cerrada como para qui- tarle mérito a su nivel. Además, se volvía cada vez más complicado distinguir y clasificar con qué enemigo comenzar una pelea debido a lo intrincada que era la estructura en la parte más profunda.
En recompensa por esos problemas, aumentó la frecuencia de los ingredientes raros. Como estaba en una locación difícil de comprender, el número de encuentros con mons- truos decreció. Y la calidad de los ingredientes de este sitio estimuló mi apetito, algo que se volvió difícil de ignorar.
Incluso después de suspender la recolección expresa de ingredientes, a medida que avan- zaba, encontraba cada vez más ingredientes raros. Era como ir en contra de una ley de naturaleza o algo por el estilo.