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Chapter 190 - Historia paralela del día 178:

Punto de vista de Jefecito

Mi vida era una lucha. Desde que escapé de ese padre bastardo como mi madre, hice todo lo que pude para mantenerme con vida. Robar, extorsionar, de todo menos asesinar.

Incluso en la hermosa capital real, hay cosas que no pueden ser traídas a la luz. Hay mu- chos huérfanos que viven como yo, por eso cooperamos para sobrevivir. Yo soy el líder de nuestro grupo, ya que tengo más dotes que los demás en el físico. Sin conexiones de sangre, formamos una familia con una unión muy sólida.

Los huérfanos también tenemos nuestras propias luchas por el poder, nosotros que no sabemos nada más que luchar, patear a alguien o reclamar comida cada día. Todo gira en torno a la comida, los hay que llegan a morir de hambre. A pesar de ello, el resto nos aferramos a la vida. Es por eso que nunca dudamos en robar.

Sin embargo, pese a que nosotros no conocemos ninguna otra manera de vivir, los adul- tos nos miran como ratas sucias. Somos despreciados, maldecidos y golpeados muy a menudo. Y no son pocos los que mueren a causa de los golpes recibidos también.

Este mundo es realmente estricto, incluso el simple hecho de sobrevivir plantea dificul- tades para nosotros.

Es por eso que hoy, cuando fuimos secuestrados, en algún lugar de mi corazón vi que todo estaba acabado. Pensé que me venderían como esclavo. En el pasado, hubo amigos que desaparecieron de la misma forma. Es por eso que pensé que tal vez este era mi turno. Sin embargo, no podía mostrar debilidad; mi familia confía en mí, mis hermanos y hermanas menores.

Me quedé mirando el oni26 negro —el secuestrador que, obviamente, no temía a ningún enemigo. Me estremecí por dentro. Él era claramente demasiado peligroso. Sentí que estaba a punto de desmayarme.

Aun así mantuve la compostura. Permanecí con mi obstinación. Y continué mirando hacia él sin desviar los ojos. Le pregunté varias veces, pero nunca fui respondido.

Sin ninguna explicación, nos dio un estofado y arroz. Empezó a lanzar muchos ingre- dientes en una olla grande, e hizo un guiso caliente. La comida desprendía vapor calien- te por estar recién hecha, y parecía muy tentadora. *GORGOTEO* Me sonó la garganta.

Ni siquiera pensé en si podría estar envenenado. Abrumado por el olor, como sonámbu- lo fui a por la comida. El cocido estaba delicioso, más delicioso que cualquier cosa que había comido, hasta el punto de que casi me pongo a llorar. Simplemente delicioso. Era más que suficiente para todos sin que tuviéramos que robar de otra persona. El oni nos dijo que comiéramos hasta saciarnos. Mi cabeza daba vueltas, y comía el guiso mientras pensaba.

26 Recordemos que un oni es un demonio con cara de ogro típico japonés.

Después de haber terminado de comer, nos llevó a un baño. El agua caliente se sentía mejor de lo que imaginaba. Me dolió un poco cuando rascaron toda la suciedad de mi cuerpo con jabón, pero pronto me acostumbré, se sentía maravilloso. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que pude relajarme así. Había sentido mi cuerpo tan pesado, que comparado con aquello parecía ligero como una pluma.

A continuación, nos dijeron que van a tratar a nuestros heridos. Cuando curaron inclu- so a los que yo pensaba que era demasiado tarde para ellos, uno por uno, me sorprendí razonablemente.

Entonces, nos alineamos una vez más frente al oni. Y nos informó de las razones por las que nos había recogido. En resumen, a cambio de la comida, ropa y refugio, tendríamos que trabajar para él. Además de eso, íbamos a recibir la formación necesaria para sobre- vivir por nuestra cuenta. El acuerdo era demasiado dulce para mí. Por supuesto, todos lo aceptamos.

Sin discutirlo, nos ofrecieron comida y un seguro de vida, por lo que tomamos la mano que se nos tendió.

• El jefecito apareció.

• Se formó la unidad experimental de jóvenes «Solitud».

• Se consiguió de forma gratuita un gran potencial de cara al futuro.