Mientras entrenábamos, vino un mensajero de la Primera Reina. Realmente no entiendo
por qué, pero me invitaron a una fiesta de té con mujeres nobles.
Honestamente, además del hecho de que no quería encontrarme nunca más con la Rei- na, me preguntaba por qué narices se le había ocurrido el atrevimiento de invitar a un hombre no humano como yo a una fiesta para mujeres nobles.
También invitaron a Kanami-chan, pero en particular no me pareció un factor favore- cedor. Sin conocer cuáles eran las verdaderas intenciones de la Reina, esta vez decidí preparar una excusa.
Trabajo para la Princesa, no para la Reina. Por lo que, si la Princesa no asiste, me temo que yo tampoco debo asistir.
Pensé que sería fácil convencer a Principesa engañándole fingiendo que quería ir. Pero aparentemente ella era la impulsora secreta de la fiesta del té, por lo que no pude escapar.
Así pues, asistí a la fiesta del té de la Primera Reina con una Kanami-chan vestida para la ocasión. Debo decir, sin embargo, que hacía buen tiempo para celebrar una fiesta del té en el jardín del castillo real. Por lo que pude deducir de los ojos de las mujeres presentes, alrededor del 50% odiaba o temía nuestra presencia, otro 40% nos aceptaba sin problema y el resto se habían drogado. Esperaba que algunos tuvieran miedo, pero en ningún mo- mento pensé que casi la mitad estarían cómodas con mi presencia.
Aunque la mirada perturbadora en los ojos de los guardias personales de la Primera Rei- na y en los de algunas otras damas me enervaba. Pero simplemente tragué saliva ya que a las demás claramente se les caía la baba conmigo. Era... como un esclavista viendo a su presa... Mientras que las otras 10% iguales que la Reina... solo pensar en ello me asustaba...
Por lo menos, la fiesta del té acabó siendo normal, a pesar de que casi no hablamos. Puesto que nadie iba a salir lastimado, decidí renunciar a cualquier queja y aguantar hasta el final.