Punto de vista de un kobold
Siguiendo las instrucciones de nuestro líder, varios compatriotas (otros kobolds) y yo entramos a escondernos dentro de unas trampas huecas.
Con una lanza corta en una mano y en la otra un puñal envenenado por la punta hecho por nuestro líder. Nuestro papel, es esperar enfrente de nuestro escuadrón principal, sobre las fuerzas enemigas que pasan y tenderles una emboscada después de que se detenga la lluvia de flechas envenenadas y, cuando caigan en las trampas, apuñalarlos inmediatamente.
Pese a que fuera en una misión importante, no era una tarea suficientemente segura. Por tierra (el escuadrón principal), utilizó un arma que el líder ideó, llamada Balles-
ta Automática, para disparar y matar a las unidades enemigas. Con esto había pocas
probabilidades de que el enemigo contraatacara, ya que íban a ser disparados hasta la muerte.
Si un enemigo no caía con el ataque aéreo, todavía podíamos herirlo desde abajo.
A pesar de eso, aún había posibilidades de que al final no funcionara.
Además, yo... Bueno, no solo yo. Todos los kobolds de las trampas nos estábamos po- niendo nerviosos. Porque la tarea que nos habían encomendado en un lugar tan insegu- ro, demostraba la confianza que nuestro líder tenía en nosotros.
Sin embargo, eso es algo contradictorio, puesto que le juramos nuestra lealtad.
Así que cumplimos nuestro deber con diligencia, dado que nuestra lealtad es profunda,
y yo me esforcé todavía más para ganarme la confianza del líder.
Me lo tomé muy en serio, aguantaba la respiración mientras esperaba al enemigo. En poco tiempo, el enemigo vino según lo previsto.
La estrategia del líder era cortar el camino de huida tirando piedras y lanzando flechas envenenadas desde la colina, para confundir al enemigo y que disminuyeran en número. Empecé a oír los gritos.
El número de personas que cayeron en las trampas incrementaba cada vez más, y escu- ché los gritos de excitación de mis compatriotas (otros kobolds).
Estaba estirado, escondido en la trampa a la espera de que el enemigo cayera, cuando
finalmente llegó el momento.
A medida que caían en la trampa, yo los atacaba por sorpresa, y puesto que se lesiona- ban las piernas a causa de la caída, no les era posible reaccionar.
Cuando se les rompían los huesos se escuchaba un sonido sordo, y los enemigos queda- ban confundidos por el dolor y el repentino cambio de escenario.
Yo les apuñalaba por detrás con la punta de mi lanza corta. Sin embargo, su armadura completa y robusta lo impedía, haciendo que la herida de mi lanza no fuera una lesión fatal. Oí un sonido desagradable, como chispas que se dispersaban.
El primer disparo falló.
Aunque me preocupaba que tuvieran una armadura de la cabeza a los pies, el enemigo se movía lento, ya que tenía lesiones en las piernas, y gracias a la confusión no contra- atacaba.
Yo, afortunadamente, fui capaz de aferrarme a su espalda, y de alguna manera logré apuñalarlos en medio de la brecha de su armadura con el puñal envenenado.
Sentía como cortaba y destripaba su carne. Chorreaban sangre. Olía a sangre espesa.
La sensación de arrancar una vida fue agradable, además adquirí una enorme cantidad de experiencia. Si tuviera la ocasión de matar a alguno de rango más alto, todavía ad- quiriría una cantidad más grande de experiencia, se dice que es una situación similar a la intoxicación. Exaltado, volví de nuevo al hueco.
Porque el líder me lo ordenó. Entendí de inmediato por qué, puesto que no era una or- den difícil. Simplemente, porque el enemigo caía de la parte superior.
Ellos estaban equipados con armadura completa, y si me quedaba en el centro de la trampa me aplastarían antes de darme cuenta. De hecho, era de esperar de nuestro líder. Mientras pensaba en eso, corté el cuerpo de un enemigo 3 veces y lo fileteé.
Puesto que la batalla acabó en victoria, obtuvimos una gran cantidad de prisioneros de guerra. Como compensación por parte del líder, me dieron el cadáver del enemigo al que maté. Temblaba de placer y lloraba por las palabras de agradecimiento, mientras me llenaba la boca con esa carne.