Salí a buscar lobos negros otra vez por segundo día consecutivo. Sin embargo, hoy iba solo. Gobukichi-kun y los otros estaban entrenando cómo montar a los «familiares» de ayer. Yo lo aprendí rápidamente debido a mi experiencia en la vida pasada y también debido a mi habilidad [Equitación].
Ser capaz de comunicarme con él también fue de gran ayuda.
Las dificultades de Gobukichi-kun y los demás para acostumbrarse a montar se reduje- ron gracias a las riendas y las monturas que les hice con mis hilos y cuero para que les fuera más fácil.
Igualmente, un ogro armado montado en un oso erguido era una imagen alucinante en muchos sentidos. Me pregunto cómo sería si el oso erguido también fuese armado.
Hoy les seguí la pista a lobos negros con mi [Sensor de presencia] y, al final, conseguí
capturar a 8 lobos negros y a 1 lobo negro líder.
Aunque la velocidad de los lobos negros, su resistencia y su fuerza corporal son excelen- tes, no se pueden comparar con los osos erguidos. Ni yo mismo pensaba que algo con tal corpulencia podía correr entre los árboles.
Cuando vieron que no podían escapar, los lobos pararon de correr. Aunque al principio mostraban sus garras con rebeldía, después de que les echara una mirada asesina con mi habilidad, menearon la cola como perritos amigables, y entonces los curé un poco.
Después de eso, moldeé los cerebros de los lobos negros del mismo modo que los previos
«familiares», y volví a la guarida.
Esta vez, entregué los ocho lobos negros restantes a goblins que pertenecían a las tropas armadas menores «Oleaje Rojo» dirigidas por Hobusato-san.
Se esforzaron al igual que Gobukichi-kun y los demás en aprender a montar, yo haré lo que pueda para encontrar la manera de que no ocurra en el futuro.
En cuanto a mí, hice muchas cosas con el oso erguido llamado Kumajirou para reforzar nuestra relación.
Por cierto, el lobo negro líder llamado Kurosaburou se convirtió en mi lobo predilecto. Su belleza me reconfortaba.
De la ferocidad que previamente tenían no quedó rastro ninguno, ya que estaban siendo amaestrados cariñosamente por Pelirroja, Alquimista-san y las otras.
Oh, cierto, después de esto debería hacer que algunos «familiares» actúen como guardaespaldas para Herrera-san y las demás.
Luego, las dos elfas hembras y los dos machos que quedaban sucumbieron. Las que re-
sistieron hasta el final fueron las anteriores escoltas elfas.
Intenté ser gentil como siempre hago, pero quizás las traté un poco mal.