¡Una habitación no localizada en un mundo no localizado!
Y un hombre cuyo plan había tenido éxito.
El Primer Orador miró al estudiante.
Cincuenta hombres y mujeres dijo. ¡Cincuenta mártires! Sabían que significaba la muerte o una prisión perpetua, y ni siquiera podían ser orientados para impedir el debilitamiento ya que la orientación hubiera podido ser detectada. Y, pese a
ello, no se debilitaron. Llevaron a término el plan, porque amaban el Plan más importante: el de Seldon.
¿No podrían haber sido menos?
preguntó el estudiante, dudando.
El Primer Orador movió lentamente la cabeza.
Era el límite más bajo. Menos no hubieran podido aportar la convicción necesaria. De hecho, el objetivismo puro hubiese exigido setenta y cinco, para dejar margen al error. No importa. ¿Ha estudiado el plan de acción elaborado por el Consejo de Oradores hace quince años?
Sí, Orador.
¿Y lo ha comparado con los acontecimientos actuales?
Sí. Orador. Entonces, tras una pausa: Sentí un gran asombro, Orador.
Lo sé; siempre inspira asombro. Si supiera cuántos hombres trabajaron en él durante meses, años, en realidad, para darle un acabado perfecto, estaría menos asombrado. Ahora, cuénteme lo ocurrido con palabras. Quiero su traducción de las matemáticas.
Sí, Orador. El joven ordenó sus pensamientos. Esencialmente, era necesario que los hombres de la Primera Fundación estuvieran plenamente convencidos de haber localizado y destruido a la Segunda Fundación. De este modo se volvería a la situación original programada. Para todos los efectos, Términus lo ignoraría todo otra vez acerca de nosotros y no nos incluiría en ninguno de sus cálculos. Una vez más estamos ocultos y a salvo, a costa de cincuenta hombres.
¿Y el propósito de la guerra kalganiana?
Demostrar a la Fundación que puede vencer a un enemigo físico, y borrar el daño causado a su amor propio y su seguridad en sí misma por el Mulo.
En esto su análisis es insuficiente. Recuerde que la población de Términus nos miraba con una clara ambivalencia. Odiaban y envidiaban nuestra supuesta superioridad, y, sin embargo, confiaban
implícitamente en nosotros para su protección. Si hubiéramos sido destruidos, antes de la guerra kalganiana, el pánico se hubiera extendido por toda la Fundación. Nunca habría tenido el valor de enfrentarse a Stettin cuando éste hubiese atacado; y lo habría hecho. La
«destrucción» sólo podía tener lugar con un mínimo de efectos perjudiciales durante la euforia del triunfo. Incluso esperar un año más hubiera significado un gran enfriamiento del espíritu necesario para lograr el éxito.
El estudiante asintió.
Lo comprendo. Ahora el curso de la historia continuará sin desviarse de la dirección indicada por el Plan.
A menos señaló el Primer Orador que ocurran ulteriores accidentes, imprevistos e individuales.
Y en tal caso dijo el estudiante
, nosotros existimos todavía. Sólo que, sólo que Me preocupa una faceta del actual estado de cosas, Orador. La Primera Fundación posee el dispositivo de la estática mental, un arma poderosa contra nosotros. Al menos eso es diferente de antes.
Un buen argumento. Pero no tienen a nadie contra quien usarlo. Se ha convertido en un dispositivo inútil, del mismo modo que sin el estímulo de nuestra amenaza, el análisis encefalográfico se convertirá en una
ciencia estéril. Otras clases de conocimientos darán, una vez más, importantes e inmediatos resultados. Así pues, esta primera generación de científicos mentales en la Primera Fundación será también la última y, dentro de un siglo, la estática mental será un artículo casi olvidado del pasado.
Bien El estudiante estaba calculando mentalmente. Supongo que tiene razón.
Pero lo que más me interesa que comprenda, amigo mío, en bien de su futuro en el Consejo, es la consideración prestada a los pequeños sucesos introducidos por la fuerza en nuestro plan de los últimos quince años, simplemente
porque tratábamos con individuos. Por ejemplo, el modo en que Anthor tuvo que inspirar sospechas contra sí mismo de forma que madurasen en el momento apropiado, aunque eso fue relativamente sencillo.
»Hubo también la forma en que manipulamos el ambiente para que a nadie de Términus se le ocurriera, prematuramente, que el propio Términus podía ser el centro de lo que estaban buscando. Ese conocimiento tuvo que ser inspirado a esa joven, Arcadia, a la que nadie prestaría atención excepto su padre. Tuvo que ser enviada a Trántor para asegurarnos de que no tendría un contacto prematuro con su padre. Ambos
eran los dos polos de un motor hiperatómico; cada uno de ellos permanecía inactivo sin el otro. Y tuvo que apretarse el botón y establecerse el contacto en el momento preciso. ¡Yo me encargué de ello!
»Y la batalla final tenía que librarse de manera adecuada. La Flota de la Fundación tenía que rebosar confianza en sí misma, mientras la Flota de Kalgan se aprestaba a huir. ¡También de eso me encargué yo!»
El estudiante dijo:
Me parece, Orador, que usted quiero decir, todos nosotros contábamos con que el doctor Darell no sospechara que Arcadia era nuestro
instrumento. Según mi cálculo, había un treinta por ciento de probabilidades de que lo sospechara. ¿Qué hubiera ocurrido entonces?
Ya lo habíamos previsto. ¿Qué le han enseñado sobre planicies manipuladas? ¿Qué son? Ciertamente no son evidencia de la introducción de una tendencia emocional. Eso se puede hacer sin posibilidad de que sea detectado por el más refinado análisis encefalográfico. Es una consecuencia del Teorema de Leffert, como ya sabrá. Solamente la extracción de la tendencia emocional previa se puede notar. Tiene que notarse. Y, naturalmente, Anthor se aseguró de que Darell lo supiera todo sobre las
planicies manipuladas. Pero ¿cómo puede ponerse a un individuo bajo control sin que se note? Cuando no hay una tendencia emocional previa que se pueda borrar. En otras palabras, cuando el individuo es un recién nacido con la mente como una tabula rasa. Arcadia Darell nació aquí, en Trántor, hace quince años, cuando se trazó la primera línea de la estructura del plan. Ella jamás sabrá que ha sido controlada, y el hecho supondrá una ventaja para ella, ya que su control implicó el desarrollo de una personalidad precoz e inteligente.
El Primer Orador rio brevemente.
En cierto sentido, lo más asombroso es la ironía de la cuestión.
Durante cuatrocientos años, los hombres estaban cegados por las palabras de Seldon «al otro extremo de la Galaxia». Han dedicado al problema su peculiar reflexión de científicos físicos, midiendo el otro extremo con escuadras y reglas, y acabando eventualmente o bien en un punto de la periferia, a ciento ochenta grados alrededor del borde de la Galaxia, o en el punto de partida.
»Sin embargo, nuestro mayor peligro residía en el hecho de que había una solución posible basada en los cauces físicos del pensamiento. La Galaxia, como usted ya sabe, no es simplemente un ovoide achatado, como tampoco la periferia es una curva cerrada. En
realidad, es una espiral doble, con al menos el ochenta por ciento de los planetas habitados en el brazo principal. Términus es el extremo exterior del brazo de la espiral, y nosotros somos el otro, ya que, ¿cuál es el extremo opuesto al punto exterior de inicio de una espiral? Pues claro, el centro.
»Pero esto es trivial. Se trata de una solución accidental y que carece de relevancia. La solución se habría alcanzado inmediatamente si los investigadores hubiesen recordado que Hari Seldon era un científico social, y no un científico físico, y hubiesen ajustado sus procesos mentales a este hecho. ¿Qué podía significar extremos opuestos para
un científico social? ¿Extremos opuestos en un mapa? Claro que no. Ésta es sólo la interpretación mecánica.
»La Primera Fundación estaba en la periferia, donde el Imperio original era más débil, donde su influencia civilizadora era mínima, donde su riqueza y cultura estaban casi ausentes. ¿Y cuál es el extremo opuesto social de la Galaxia? Pues el lugar donde el Imperio original era más fuerte, donde su influencia civilizadora alcanzaba su punto máximo, donde su riqueza y cultura estaban presentes con más fuerza.
¡Aquí! ¡En el centro! En Trántor, capital del Imperio en la época de Seldon.
»Además, ¡es tan inevitable! Hari
Seldon dejó tras él a la Segunda Fundación para que mantuviera, mejorara y extendiera su obra. Esto se ha sabido, o adivinado, durante cincuenta años. Pero
¿dónde se podía hacer mejor? En Trántor, donde había trabajado el grupo de Seldon y donde estaban acumulados los datos de muchas décadas. El propósito de la Segunda Fundación era proteger el Plan contra los enemigos. ¡Eso también se sabía! ¿Y dónde estaba la fuente de mayor peligro para Términus y el Plan?
»¡Aquí! Aquí, en Trántor, donde el Imperio moribundo aún podía, durante tres siglos, destruir a la Fundación si se hubiera decidido a hacerlo.
»Entonces, cuando Trántor cayó y fue
saqueado y totalmente destruido, hace sólo un siglo, nosotros pudimos, naturalmente, proteger nuestro cuartel general, y, de todo el planeta, sólo la Biblioteca Imperial y los terrenos circundantes permanecieron intactos. Esto era un hecho conocido en toda la Galaxia, pero incluso una indicación aparentemente tan clara les pasó por alto.
»Fue aquí, en Trántor, donde Ebling Mis nos descubrió; y también aquí donde nos encargamos de que no sobreviviera al descubrimiento. Para hacerlo fue necesario organizar las cosas de modo que una chica normal de la Fundación venciera los tremendos poderes mutantes del Mulo. Ciertamente, tal fenómeno
debería haber atraído las sospechas hacia el planeta donde ocurrió Fue aquí donde empezamos a estudiar al Mulo y planeamos su derrota final. Fue aquí donde nació Arcadia y se inició el curso de los acontecimientos que condujeron al gran retorno del Plan Seldon.
»Y todos estos fallos en nuestro secreto, estos grandes fallos, pasaron inadvertidos porque Seldon había hablado del otro extremo a su manera, y ellos lo habían interpretado a la suya.»
Hacía mucho rato que el Primer Orador había dejado de hablar al estudiante. En realidad, se trataba de una exposición de los hechos para sí mismo, mientras permanecía en pie ante la
ventana, contemplando el increíble fulgor del firmamento y la enorme Galaxia, que ahora estaba salvada para siempre.
Hari Seldon llamó a Trántor
«Extremo Estelar» murmuró, ¿y por qué no esa pequeña imagen poética? Todo el universo fue en un tiempo guiado desde esta roca; todos los caminos de las estrellas conducían aquí. «Todos los caminos llevan a Trántor reza el viejo proverbio, y aquí es donde terminan todas las estrellas.»
Diez meses antes, el Primer Orador había contemplado aquellas mismas estrellas, que en ninguna otra parte eran tan numerosas como en el centro de ese enorme núcleo de materia que el hombre
llama la Galaxia, con un sentimiento de duda; pero ahora se reflejaba una sombría satisfacción en el rostro redondo y rubicundo de Preem Palver, Primer Orador.
FIN...