Chereads / Metalord Revolution por Sylar / Chapter 228 -  ALQUIMIA & DESGRACIA

Chapter 228 -  ALQUIMIA & DESGRACIA

PERSPECTIVA: Rozuel Drayt

Cuando la victoria parecía tan sencilla, era difícil no esperar que las cosas no salieran tan fáciles en la mayoría de los casos, por mi propio descuido baje un momento mi guardia y luego fui atrapado. Con un brazo escamoso de tamaño desproporcional consiguió atraparme y con alas de dragón alzo vuelo, alejándome del resto y de un disparo seguro de Crok.

—"Fui estúpidamente tan descuidado…" -Pensé criticándome a mí mismo.

Cancelé la "Materialización" del VCI cuando creí que la victoria estaba definida, no… lo cierto es que también había otro motivo, la Dalhani no lo sabía, pero ella ya mostraba indicios de alcanzar el límite de la cantidad de mana que podía transferirme, ella disimuladamente trataba de ocultar el cansancio evidente en su rostro y jadeos silenciosos. Tal trasferencia convierte su cuerpo en un conductor y a la vez le desgasta físicamente como un esfuerzo físico de cierta intensidad, cuanto mayor era la cantidad de mana que debía transmitir, mayor era ese esfuerzo al que era sometida.

Podría haber continuado manteniendo el VCI, pero me arriesgaba a que la propia líder espiritual de los Qusatjiat colapsara y en el peor de los casos el sobregasto físico lo terminara dejando en un estado crítico. No era una maga, era un recipiente viviente de mana, por vasta y casi infinita esa cantidad, compartir ese poder mágico conlleva a someterla físicamente a presiones como si cargara varios pesos imaginarios a la vez, pero físicamente reales para su cuerpo. Me arriesgue entonces.

Di por seguro que era nuestra victoria cuando el disparo partió en dos a Alnayits en su forma de dragón, al verse estrellarse y hundirse en la arena, tuve que arriesgarme a aceptar que había sido derrotado y permitir cancelar la "Materialización" del VCI por la propia seguridad de la Dalhani y ese fue mi error. ¿Habría estado bien mantener más tiempo el vehículo de guerra?, si el costo fuera la salud de la propia líder espiritual de los Qusatjiat, ¿habría repercusiones en consecuencia por haber explotado su don hasta el punto de dejarla en un estado preocupante?.

—"Ya no puedo pensar en ello, ahora debo enfocarme en liberarme".

El investigador se detiene a una altura de 700 pies (213 metros del suelo), equiparme con Intense Iron y aterrizar a tal distancia debería poder resistirlo, aún recuerdo que aterrice a una altitud semejante la última vez (hechos ocurridos en la fortaleza Hasr). Por supuesto, en aquella ocasión caí sobre un tipo quien en parte sirvió de amortiguador, tanto la armadura como su cuerpo evitaron que nada de la fuerza de impacto de tal altura me afectase. Estaba a punto de equiparme con Intense Iron, cuando siento que algo anda mal.

—"Mi cuerpo… ¿por qué se siente tan fatigado?".

Un cansancio repentino repercutió sobre mí, casi podría decir que se manera semejante a la Dalhani, y entonces lo comprendí, incluso un esper que utilice demasiado PSI el cual es obtenido de una fuente ajena, debería poder agotarse sin importar la vasta cantidad que posea. Anteriormente materialice un mortero, apenas debió sentirse tal cansancio, pero ahora invoque todo un vehículo entero militar avanzado, pues la diferencia de época entre ese mortero y el VCI eran de varias décadas.

Mi cuerpo originalmente solo posee una cantidad minúscula de energía ESP, cuando me convertí en un EVO, quizás tal reserva haya aumentado un poco, pero eso no significa que mi aguante a utilizar grandes cantidades de PSI vaya también a aumentarse.

—"Llegue a mi limite" -Concluí con frustración.

Ahora lo noto incluso con más detalle, mi propio PSI se encuentra en un estado muy limitado, y mi organismo ha alcanzado una cuota considerable en su utilización, en resumidas cuentas, fatiga biológica por exceso de uso de mis fuerzas esper. Equiparme con Intense Iron solo hará que en el proceso termine retirándose involuntariamente o dejar mi cuerpo entumecido e inmóvil por tal cansancio.

—"Estoy acorralado" -Expuse en mis pensamientos con inquietud.

El maldito Muhaqdad acaba de someterme en mi peor momento, francamente no podía depender de mis habilidades ESP, la armadura Intense me envuelve con magia, pero su activación es sostenida por una pequeña proporción de PSI. Ahora mismo solo poseo lo suficiente para equipármela, pero entonces mi reserva restante llegaría a cero y empezarían los problemas para mantenerla y luego está el tema de arriesgarme a quedar inmóvil temporalmente. Mi cuerpo le tomara una hora entera producir una cantidad mínima necesaria para tener una función optima de mis capacidades, pero igual mi organismo requeriría descansar también.

—No es necesario ponerse a la defensiva, admito mi derrota, Trotamundos Rozuel Drayt -Declaro el investigador.

—¿Tu derrota? -Replique confuso.

¿Me estás diciendo que se rinde?, es difícil de creer, cuando de manera imprevista me ha atrapado y llevado a tal altura a la fuerza.

—No me crees, y no puedo culparte, tengo una razón para haberte traído hasta aquí, lejos de los demás -Aclaro él —Lo cierto es… que, si hubiera sabido antes con toda certeza de que eras un Trotamundos, quizás… ni siquiera habría sido necesaria nuestra confrontación, me habría rendido incondicionalmente ante ti.

Tal confesión, ¿¡lo está diciendo en serio o es otra de sus artimañas!?, al descubrir mi identidad como Trotamundos, ¿de repente se le vino tal cambio de mentalidad?, no podía creerle para nada.

—Después de todos problemas con el sumar de los intentos de matarme, ¿¡crees que te voy a mostrar tan misericordioso para perdonarte!? -Le aclare con iracundo tono —Te lo dije antes, y te lo vuelvo a repetir, ya escogí que hacer contigo, ¡DESTRUIRTE!.

Ante tal exclamación replicada de mi parte, Alnayits pone un rostro como si disimulara estar triste y suspira con una mirada cargada de una falsa aflicción emocional, tal cara abatida por más bien actuado que sea, ¡no me la creo ni un poco!.

—Finalmente he conseguido encontrar a otro Trotamundos, como él, y soy profundamente odiado por lo que más admiro… me detesto con todo mi ser -Comento.

—"¿¡Ha dicho "Otro Trotamundos"!?" -Exclame en mi mente con asombro.

No parece bromear, ¿ya tuvo un encuentro con otro Trotamundos?, podría tratarse de Aleab, pero especifico que ese Trotamundos es un "él", un hombre, ¿quién?, ¿con quién se encontró?.

—Mi mayor meta, era encontrarme con otro Trotamundos, anhelaba verlo una vez más -Dice Alnayits.

—¿Ver qué cosa?, y ese Trotamundos de quien hablas, ¿hace cuánto fue que lo viste?.

—Ya son… 8 años, si, fue hace 8 años -Confirmo él —Aquel encuentro, cambio mi vida para siempre, y empecé a entender mejor… mi sincero odio a este mundo, a despreciar con toda mi alma y creencia lógica, esta incivilizada nación.

Sus expresiones en la forma en que juzgaba negativamente a su propio reino e incluso su mundo, ¿qué se supone que vio?, ¿qué se supone que ha visto a través de ese Trotamundos?, ¿acaso puede ser que haya visto…?

—No me queda mucho tiempo, estoy muriendo… -Confeso el investigador —Pero con mis últimos esfuerzos, te enseñare de lo que hablo.

Revela su brazo izquierdo real, aquel que tenía sobre el hombro un grillete de metal con runas mágicas grabadas, mientras en el derecho mantenía un brazo inhumano de gran tamaño manifestado con su don mágico de Vanish, mismo con el que me sostenía. Pronto clava los dedos de la mano izquierda sobre su propia frente, de la misma manera en que lo hizo conmigo con anterioridad.

—No lo comprendo… ¿por qué haces esto?, Alnayits.

—Para entenderlo, debo enseñártelo, Rozuel Drayt, esta es mi motivación, la razón de mi ser actual y con ello, el origen de mi ambición personal -Expuso Alnayits.

No parecía mentir, los dedos clavados en su frente parecían haberle causado daño real, pues empezaba a sangrar, pronto siento una fuerza emanar sobre mí, entonces mi cuerpo permanece quieto y siento como soy envuelto en una luz, mi consciencia de repente se mueve. No estaba invadiendo mi cabeza, no eran mis recuerdos el destino de este viaje, estaba viajando a los suyos, ¡he sido llevado a la mente del propio Muhaqdad!.

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PERSPECTIVA: Tercera Persona

Un pequeño niño de cabello gris miraba absorto a un anciano con la peculiaridad de poseer un cabello y bigote del mismo color de la cabellera del niño, el hombre de avanzada edad trabajaba mezclando diversos componentes alquímicos.

—Abuelo, ¿algún día podre ser un gran alquimista como tú? -Pregunta el niño.

—No me considero un alquimista tan grande, pero en cuanto a tu pregunta… eso es difícil muchacho -El abuelo responde —Realizar alquimia siendo un no mago es posible, pero hoy en día, las mejores artes alquímicas, el mejor nivel posible en esta práctica, solo es posible aspirar a alto al ser un mago, lo recuerdas, ¿no?.

—Lo se… -Contesta el niño decaído.

La práctica de la alquimia se dividía con el tiempo en dos campos, el primer y quien dio origen a la alquimia, la "alquimia de transmutación", era el procedimiento de convertir metales inferiores en minerales valiosos, como el hierro a oro, o el bronce a plata. Sin embargo, los procedimientos mágicos llevados eran complejos y con el tiempo, aunque posible, el costo del éxito superaba en gran proporción la recompensa, lo que hacía dicho campo muy obsoleto para el uso práctico.

Fue entonces que el segundo campo de la alquimia se convirtió en la más popular y principal en toda Avalia, la "Alquimia herbolaria", especializada en la manipulación, utilización y creación de pócimas, brebajes y todo preparado mágico con ingredientes de naturaleza mágica (o los que carecen de ella). Fue esta rama, la que convirtió la alquimia en una práctica de suma importancia, los numerosos preparados alquímicos cubrieron numerosas áreas, ya fueran para la medicina, la guerra o incluso un vital apoyo para aventureros.

¿Todos pueden practicar la alquimia herbolaria?, si bien parte de mezclar diversos ingredientes, conlleva también a la proporción de estos e imbuirlos en mana propio para alcanzar un estado casi perfecto en su preparado, no todos los preparados alquímicos requieren la intervención de mana, pero la mayoría de ellos, las mejores creaciones, solo son accesible a su creación en manos de un mago, incluso uno de bajo nivel, estaría calificado para ser un gran alquimista, dichos preparados no requieren grandes cantidades de energía mágica en su mayoría y si es el caso, los cristales de mana solucionan dicho dilema, con practica y desempeño motivacional suficiente, ese mago de bajo nivel puede volverse un gran alquimista.

—¿Por qué quieres ser un alquimista? -Pregunta el anciano.

—El abuelo es alquimista, el bisabuelo lo fue y quien estuvo ante de él, también lo fue…

—Oh, hablas de nuestro linaje -Concluyo el anciano —La familia Kihimayi por generaciones han sido reconocidos alquimista en el reino de Quíatar.

Tanto su abuelo, como su bisabuelo y los anteriores antecesores, no solo fueron alquimista, sino magos, permitiéndoles practicar dicha disciplina con todos los límites permitidos.

—Si no fuera por mi inútil cuerpo incapaz de usar magia… entonces yo… -El niño se miraba a si mismo con frustración y tristeza.

El anciano mira al niño, lleva una de sus manos a la cabeza y frota sobre su pelo para consolar su desanimado estado.

—Alnayits, quiero que seas feliz a tu manera -El anciano replico —Nada es para siempre, siempre he creído que seguir una tradición a consta de tu propia felicidad es absurdo.

—¿Tu eres feliz abuelo?.

—Era esto o ser un soldado, nunca se me dio bien empuñar un arma, soy un endeble en todo lo que respeta a luchar.

—Pero papa… papa se convirtió en un soldado, y él… murió en una de las tantas confrontaciones inútiles con el reino de Learis.

—Mi hijo escogió su manera de vivir, ahora tú Alnayits, debes escoger su propio sendero, si algo te interesa, hazlo, vive tu vida acorde a tus principios.

—¡Si, abuelo! -El niño le contesto con una sonrisa.

Su sonrisa alegro al propio anciano, quien siguió trabajando toda la noche, aunque su linaje era de renombre, en la actualidad solo es una sombra de lo que en el pasado fue, llevando por delante a su único nieto, con la ayuda económica de una tienda alquímica, aquel hombre de avanzada edad, cuido a su único descendiente con gran afecto. Pero un día…

—¿Abuelo?... ya es mediodía, ¿abuelo?

El niño al ver que la tienda aún seguía cerrada, camino hacia la habitación de su abuelo, la persona responsable de abrir y poner el negocio en movimiento, el niño noto que su abuelo no le respondía, pues pese a su avanzada edad, aún tenía un buen oído.

—¿Abuelo?...

Este se acercó y trato de despertarlo con el mover de su brazo, con sacudidas leves, pero no había reacción, la voz del muchacho se torna más ruidosa, una angustia inmensa le inunda, en vano intenta despertarle con el elevar de su voz, pero había obvias había para comprender la funesta situación.

—No… abuelo… papa se fue… mama se marchó… por favor… no te vayas tampoco… por favor…

Sin importar cuanto orase al creador del sol y la luna, de las lágrimas derramadas sobre ese ser querido, el frio filo de la muerte no muestra compasión, solo la tragedia y el indiscernible camino por continuar.

—Debe haber algo… ¡algo que ayude al abuelo!...

En su intento por despertar a su abuelo, busco algún que otro producto alquímico, esperando hallar aquel que cumpliera su propósito, pero ningún alquimista mortal puede romper el ciclo natural de esa vida, el niño solo trataba con falsas esperanzas mantener alejado de la cruda realidad, pero al final lo comprendió, solo quedaba él, nadie más.

Alnayits Kihimayi, 10 años de edad, no mago, huérfano y con limitados conocimientos en la alquimia, tuvo que valerse por su cuenta, con el dinero que le quedaba, no podía propinarle a su abuelo un entierro digno. Solo podía de momento envolver su cuerpo en numerosas sabanas cubriéndole completamente, pegando una nota en el centro de esta que ponía "Descansa en paz, abuelo".

—Algún día… te daré una sepultura digna para ti, abuelo -Juro el niño conteniendo las lágrimas —No puedo llorar, no puedo mostrar debilidad ahora, estoy solo… solo me tengo a mi mismo.

El pequeño Alnayits entonces se enfocó en sobrevivir, ya tenía una base básica de la alquimia herbolaria, su abuelo poseía una cierta cantidad de libros centrados en dicho arte, estudiarlo le brindara el conocimiento suficiente para atender la tienda. Con el dinero restante que aun disponía, comería lo suficiente en pequeñas porciones para que le durase, mientras día y noche leería nutriendo su saber con la alquimia herbolaria.

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En solo 100 días, el pequeño Alnayits aprendió y proceso conocimientos alquímicos de limitadas fuentes de información, los libros de su abuelo enseñaban lo suficiente para dirigir la tienda. Pero el conocimiento extenso, aquel que alberga las posibilidades hacia saberes de fórmulas únicas y gran valor, solo podía ser recibido desde una academia o universidad. Pero aquello era un sueño IMPOSIBLE, tales oportunidades solo era posible a nobles de grandes estatuas o fortunas.

El muchacho confiaba en su ingenio y astucia, ¿por qué?, todo los libros y conocimientos que adquirió, a una persona ordinaria le tomaría años, a su propio abuelo unos años menos, pero a él, solo le tomo alrededor de 100 días exactos. No solo aprendió a identificar los ingredientes, sus propiedades e incluso el preparado de estos conforme a la proporción o ritmo del uso de fuego y complejas sustancias químicas, sino que incluso fue capaz de descubrir otras posibilidades y formulaciones alquímicas con preparados ya existente.

Un simple ejemplo, existe una pócima hecha para tratar los dolores de espalda del tipo muscular y otra para sanar las heridas externas visibles en la piel productos de lesiones (corte, penetrante o contusión), lo que llevaría a una persona ingerir ambos tipos de pociones si tuviera que lidiar con ambos problemas. Pero Alnayits, supo crear un preparado que cubriera ambas aflicciones, y a un costo barato en su producción. ¿Que ya existen pociones para cubrir esas dos problemáticas?, cierto, los hay, pero son cobrados a precios elevados como si pagaras el triple de pociones individuales para cada una de dichas aflicciones.

El pequeño Alnayits con solo 10 años, supo ingeniárselas para crear preparados alquímicos de gran valor en el mercado, con una producción económica, si alguien vendía un antídoto a 3500 Rubres para X monstruo venenoso que los aventureros a diario frecuentan en su trabajo, Alnayits lo tenia a 1500 y con la misma efectividad, y solo le costaba 750 producir una.

Fue entonces que digirió su atención a preparados alquímicos con una clientela específica, los aventureros, actualmente Alnayits residía en la ciudad de Naar´thue, un gremio de aventurero yacía en las cercanías. Los aventureros frecuentan en su mayoría trabajos para proteger rebaños de animales o caravanas de mercaderes, tratar bandidos e incluso monstruos del desierto, que, para su mala suerte, casi varios son ponzoñosos.

Limpio usando productos alquímicos con propiedades de limpieza, dejo impecable hasta la última parte de la tienda dándole un aspecto más renovado, él solo era el eje principal y restante del negocio que alguna vez manejo su abuelo por su propia mano.

—Ahora entiendo la carga que el abuelo tenía…

El joven ayudaba a su abuelo en algunos preparados básicos y la limpieza, pero casi todas las labores, desde acomodar como cuidar los ingredientes vitales para el negocio, pedir una nueva reserva de estos, la contabilidad misma de las ventas y la creación de pócimas alquímicas avanzadas, eran su trabajo de todos los días. Desde el amanecer, su día culminaba con el caer del sol y terminar de ordenar el ultimo frasco o hacer las cuentas de las ventas de hoy, llevando a cenar a horas tardías como la 2 o 3 de las mañanas, solo para despertarse a las 8 o 9 de la mañana y comenzar otra jornada laboral.

—Ahora me toca a mi abuelo, hare lo mejor, no te voy a defraudar.

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Los primeros días fueron bastante lamentables, apenas los clientes se asomaban a su tienda, al ver que un niño era quien llevaba las riendas, se marchaban al instante, pero después, un aventurero llego allí, pidiendo una cierta cantidad de pociones específicas, algunas para tratar heridas y otras para venenos, su primera impresión al oír el precio.

—¡Que barato!, ¿realmente esto funciona? -Pregunto el aventurero con desconfianza —Siendo un niño quien dirige la tienda, me cuesta creer que esto sea siquiera bebible, ¿y si termina causándome algún efecto dañino?.

Tales agresivas palabras no herían al pequeño alquimista, con una mirada firme y una sonrisa, le contesto al aventurero.

—¡Puedo asegurarle que nada le ocurrirá!, probé todas mis creaciones en mi mismo primero -Aseguro el niño —Como puede ver, estoy más que bien y fuerte como una palmera, y si por alguna razón alguna de mis pócimas le hace daño, ¡tiene todo el derecho de recibir su dinero de vuelta y golpearme el rostro hasta descargar toda su ira!.

—Bueno… ya que lo pones de esa manera…

El aventurero acepto, compro los productos del pequeño alquimista y se marcho decidido, Alnayits estaba contento de haber hecho la primera venta, de tener a su primer cliente. Fue entonces que llego el siguiente y aquel aventurero volvió…

—¡TÚ! -Exclamo el aventurero entrando a la tienda.

—¿Eh?, ¿sí señor?.

El aventurero miro fijamente al niño, acercándose lentamente a él, desprendía un aura asesina, como si con sus ojos dijera "voy a matarte", Alnayits sentía por dentro un miedo sin par, pero oculto tal temor y no dejo de mirar a los ojos al aventurero. Venas sobresalían en la frente del hombre, como si estuviera a punto de estallar de la rabia, abrió su boca y dirigió sus palabras al chico.

—¡Tus pócimas son increíbles! -Declaro el aventurero.

Alnayits estaba confuso y a la vez emocionado, ¿el cliente estaba satisfecho con el producto?, ¿pero porque proyecto entonces ese aire cargado de ira al entrar al negocio como si deleitara una profunda decepción e indiferencia?.

—¡Siento no poder ocultar este enojo!, ¡hasta ahora me doy cuenta de que esos bastardos alquimistas de la otra calle, me han estado vendiendo estas pócimas a un precio ridículo! -Expuso el aventurero —¡Mientras que tú lo vendes a uno justo y además al beberlos tienen un sabor más tolerable!, ¡por el mismo creador del sol y la luna, que gustazo de servicio!.

Otro añadido que el propio Alnayits agrego, es que con conocimiento de su propio abuelo y de la gente a su alrededor, muchos se quejaban del horrible de los brebajes alquímicos preparados. La razón de que sepan tan feo, es por el concentrado de los ingredientes, la dilución de tales preparados de horrible sabor, es porque en su base tiene una cierta cantidad de concentración acida en estos, aunque era bebible, seguían teniendo un gusto que quienes lo ingerían, tenían que soportarlo por las malas. Por supuesto, existen brebajes alquímicos que no tienen tan mal sabor o en su defecto es poco observable, pero en el caso de los que utilizan los aventureros para beber, la inmensa mayoría, tenían ese defecto.

El pequeño Alnayits consiguió reducir enormemente tal horrible sabor, utilizando una hierba natural conocida como "Haliquatis", que crece discretamente en las orillas de los oasis, y es usado en ocasiones para tratar problemas digestivos. Consiguió hacer uso de sus propiedades para deducir la concentración acida que les daba el mal sabor a sus preparados, sin estropear o entorpecer en lo más mínimo la acción alquímica de esta. Pues seguía conservando dicha parte acida en la concentración, pero alterándolo en la parte del propio gusto.

—¡Por favor, véndeme más de tus pócimas!, ¡he aceptado el encargo para liquidar media docena de esos malnacidos lagartos Kanoro de la duna! -Manifestó el aventurero.

—Antídoto para Kanoro, ¡a la orden! -El pequeño alquimista acepto con entusiasmo.

Y de esa venta, al día siguiente otro aventurero llego, escuchando de un alquimista que vendía más barato y sus preparados funcionaban tan bien como las otras tiendas, además del añadido del sabor tolerable. De esa forma, la notoriedad del negocio de Alnayits llego a oídos de más aventureros, y el 30% del gremio de aventureros, recurrían a su negocio para abastecerse de elaborados alquímicos. Pronto, su negocio se hizo más animado, la clientela fue la grande a comparación de la que hubo en manos de su abuelo.

—"Muy pronto abuelo, muy pronto podre pagarte un entierro digno" -Pensó el pequeño Alnayits regocijado de ello.

El cuerpo de su abuelo seguía en su habitación, cubierto con las sabanas, utilizando varios inciensos para encargarse del mal olor, cubriendo las propias sabanas de productos alquímicos con propiedades gélidas para reducir la temperatura de este y mantener fresco lo más posible el cuerpo.

El negocio vendía de maravilla, el problema al principio fue el reabastecimiento, sin ingredientes a la mano, un alquimista no es nada, pero el joven Alnayits no tuvo dificultades. Con las existencias de mercados negros, se hizo a precios de gangas con material de dudosa calidad, pero que, gracias a su ingenio, los convirtió en valiosos ítem para su labor y permitió proseguir su negocio con la misma efectividad.

—"A este paso, podre juntar lo necesario en solo unos días para darle a mi abuelo un entierro como corresponde y también, podre buscar un lugar en donde comprobar más material de estudio sobre la alquimia".

Dado a que estudiar en academias era imposible, su otra opción para alimentar su conocimiento de la alquimia, es obtener costosos libros o enciclopedias, su precio era tan exorbitante que uno se daría una vida lujosa por años o décadas. Pero el pequeño Alnayits estaba decidido a hacerse con ellos, y seguir escalando los peldaños del saber de esta práctica. Salió de sus pensamientos al oír el sonido de la puerta abrirse.

—Disculpe, estaba por cerrar, pero con gusto tomare su pedido, ¿qué es lo que…?

Una incertidumbre callo las palabras del pequeño, al ver quien ingresaba, se trataba de un robusto hombre barbudo de elegantes túnica y turbante, los anillos de sus manos deleitaban su estatus económico. Estaba acompañado por dos corpulentos hombres armados con pesadas cimitarra y en su rostro exponían viles sonrisas.

—¿Con que tu eres el mocoso que me esta quitando parte de la clientela? -Pregunto el robusto hombre con indignación.

—Señor, solo hago lo necesario para sobre…

—¡Cállate mocoso! -El hombre le interrumpe con el patear y destrozar de un jarro de cerámica de la tienda —¿Crees que te dejare seguir a tus anchas?, ¡la alquimia es una sabia disciplina que solo los dignos pueden practicarla!, un niñato como tu solo la mancilla, he venido a ponerle fin a este infame obra tuya, maldito niño…

El robusto hombre de barba chasqueo los dedos y los dos guardias caminaron con viles intenciones hacia donde se encontraba el pequeño Alnayits.

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La tienda estaba destrozada, un fuego se estaba propagando por el lugar, en la esquina de un rincón, en el suelo yacía un niño con los dedos de cada mano cortado, las piernas rotas y varios hematomas en el pecho. Era el mismo Alnayits, quien aún seguía vivía, respirando con dificultad, observando con frustración e impotencia, como todo ese negocio al cual dedico en alma y saber, estaba ardiendo en llamas.

—Es tan… injusto…

Al principio solo buscaba sobrevivir, continuo la tienda como si un legado de su abuelo se tratara, no estudio la alquimia solo con el propósito de tener un medio con el cual comer. En el fondo realmente la aprecia, quería saber tanto de esta disciplina, cada conocimiento y saber, quería descubrir cada secreto aun por descifrarse y alimentar su curiosidad hasta saciar. Pero ahora, tal caso resultaba imposible.

—¿Así funciona… este mundo?... -Pensó en voz alta con furia —Es injusto…

Ni la propia guardia o alguien en las cercanías presto atención a los sucesos ocurridos, dejar a un niño con dos hombres armados, someterle a tal grado de violencia e incendiar su fuente de trabajo como también hogar. El alquimista responsable era alguien de renombre en la ciudad con el dinero suficiente para pagarle a la guardia para que mirase a otro lado, y los testigos, nada querían saber del asunto. Pero el niño, solo era un donnadie, el fuego que poco a poco se extendía, borraría la poca existencia suya y al final de cuenta, a nadie le importaría.

—No… ¡no quiero morir aun!... si tan solo… pudiera salir de esto… dejare una marca como ninguna en esta… podrida sociedad…

Fue el juramento del muchacho, con una sádica e iracunda sonrisa en su rostro.

—Es injusto… tal desgracia… todo es culpa de este mundo… de su imperfecta forma de funcionar…

Continuara…

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