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Chapter 205 - CAPITULO 205 EL LINAJE YUZQUELL (Parte 3) por Sylar

PERSPECTIVA: Rozuel Drayt

—¿A qué has venido realmente?, ¿qué intenciones ocultas en realidad? -Pregunto el hombre de cabello turquesa.

—No he venido con intenciones hostiles, sino a hablar -Fue la respuesta del comandante.

—Hmmm… ¿y cuáles son las palabras que tienes para ofrecer?.

—Solo una cosa, un acuerdo -Declaro el líder militar Muahjadat.

Un silencio incomodo inunda en el ambiente, el hombre de cabello turquesa objeta una desdeñosa mirada tras por la palabra "acuerdo" y procede a dar su opinión.

—¿Un "acuerdo"? -Replica con cierto pesar emocional.

—Si, un acuerdo, si todo sale bien, tu gente sobrevivirá y yo abre cumplido mi meta -Fueron las palabras dadas por el fornido comandante del ejército invasor.

—¿Tú… eres consciente de la cantidad de sangre derramada que han osado provocar… de los incontables muertos que mi gente ha enterrado… de los huérfanos que aun lloran por esos padres que jamás en esta vida volverán a ver? -El hombre de cabello turquesa manifiesta un rostro teñido de frialdad y odio —Es imperdonable…¡¡IMPERDONABLE!!

Fuertes ruidos en los alrededores llaman la atención de todo el escuadrón de Muahjadat.

—Oigan, ¿oyen eso?.

—Se escucha venir por esa dirección, y aquella… ¡y aquel lado también!.

—Se oye como si fuera la rama de un árbol moviéndose…

—¿¡Q-QUE ES ESA COSA!?...

En palabras de Hayat, el escuadrón que acompañaba a Muahjadat no eran soldados ordinarios, sino pertenecientes a una rama de la elite, cuya formación en el reino de Learis es sometida a un exhaustivo entrenamiento físico y mental para soportar todas las adversidades por venir en el campo de batalla. Sin embargo, la angustia corroe a todo ellos a la vez y la moral es hecha añicos al instante, esa fue la reacción que sintieron al presenciar aquello que se les acercaba.

Ramas palpitantes que se movían como manadas de serpientes hacia su posición, rodeando a todo el escuadrón, eran imposible de considerar cuanta de estas ramas sobrenatural había en su totalidad. Pero el largo y ancho de su robusta madera, bastaba para poder enredarse en sus cuerpos y quien sabe cuánto daño harían con la fuerza que posean debidamente.

—¡E-E-EN GUARDIA! -Exclama uno de los soldados del escuadrón.

Los guerreros con escudos toman un rol defensivo situándose al frente de sus compañeros, mientras los arqueros llevan a cabo el uso de flecha con magia de fuego. Los proyectiles ígneos consiguen dar en algunas ramas y hacer que están prendan fuego, deteniendo su avance, la moral del escuadrón sube tas atestiguar que tales seres podían ser repelidos.

—¡Lo conseguimos!, ¡con fuego podremos ven…!

—¡Miren!, ¡las ramas al que el fuego que les envolvía… se lo está quitando de encima!...

La parte que ardía en llamas se separa del resto de la que aún no había hecho contacto con el fuego, era su contramedida para lidiar con aquella debilidad, continuando su avance hacia el escuadrón enemigo. Los arqueros volvieron a disparar más flechas de fuego, las ramas empezaron a evadir aquellos proyectiles ígneos y aquellos que fueron golpeados por una, separaban su parte que es inevitablemente incinerado por la llama de este.

—¡Oigan arqueros, sigan disparando más flechas de fuego!.

—¡Es inútil!, ¡ya se nos han acabado las flechas de fuego!.

—¿¡Es una broma de mal gusto!?.

—¿¡Crees que bromearía con algo como esto!?.

Cada arquero solo contaba con un número aproximado de dos flechas ígneas cada uno, tal escasa cantidad es debido esto se debe a que la creación de artefactos mágicos o encantados en el año 800 eran un producto sumamente caro y difícil de producir. A diferencia del presente (1353) donde el arte de la metalúrgica con la magia ha avanzado lo suficiente para facilitar y crear en masas algo tan básico como flechas elementales. Lo que conlleva a que solo pocos tuvieran la oportunidad de portar un arma encantado o mágico.

—¡Maldición!... ¡hay que pasar a la ofensiva!, ¡a las armas, carguen contra es…!

La orden del soldado es interrumpida con la rama enredándose a su cuello, estrangulándolo hasta la muerte, pronto el resto es embestido como si de un ariete pasara sobre ellos. Las ramas rompen la formación la formación de los soldados y el terreno es dominada en absoluto por las sobrenaturales estructuras de madera latiente.

Brazos, piernas, cuellos y tórax, las ramas se sujetaban en dichas partes de un individuo y ejercían una presión de fuerza brutal, incluso entre dos de ellos a la vez, los miembros apretados se teñían de un profundo color morado al instante, algunos incluso se les fueron arrancado tanto su extremidad como también su cabeza. Intentar defenderse con las armas ordinarios era inútil, aunque consiguieran cortar una o dos, tres más venían en su reemplazo.

—¡Al demonio con esto!, ¡corran por sus vidas!.

Tres soldados consiguen salir de entre las ramas latientes, a consta de dejar morir a los suyos, sin mirar hacia atrás, corren adentrándose a la selva, perdiendo a la vista a aquellas sobrenaturales ramas, para luego detenerse un momento y recuperar el aliento.

—¿Las hemos perdido?.

—No los veo en ninguna parte, por ahora estamos a salvo.

—¡AAAAAAAAAAAAH!

El agobiante grito producido por uno de sus compañeros, inunda de terror a los dos restantes, su hermano de armas estaba a espaldas de ellos, cuando ellos voltearon a ver qué ocurría con él, aquel miedo desmoralizante vuelve a hacer de las suyas, pero en esta ocasión, paralizándolos por completo. Pues su compañero había sido asesinado, por dos bestias felinas de un pelaje verde con rayas negras, criaturas con aspecto de tigres y dientes de sables.

—¿¡Q-que con esos m-m-monstruos!?...

—¡A pesar de que empuño mi arma, n-no puedo mover mis brazos!.

Las fieras dejan de masticar a su caído compañero y enseñando sus ensangrentadas fauces, miran con intenciones asesinas a los dos soldados restantes, corriendo directamente hacia ellos y dando un gran salto, la sangre del dúo de guerreros se salpica por doquier, mientras en agonía son devorados aun conscientes.

La escena regresa donde yace Muahjadat, todo su escuadrón había muerto, las ramas empezaron a rodearle, pero mantenían distancia de él, sobre los follajes, se ocultaban cuatro de aquellas bestias felinas esperando el momento indicado para asaltar al fornido hombre. Y a pesar de su situación, Muahjadat se encontraba totalmente calmado, mirando fijamente al hombre de cabello turquesa, el líder militar no se había inmutado ni cuando sus hombres eran masacrados, ni por sus gritos de dolor y sus suplicas por ayuda.

De hecho, Muahjadat y el hombre de cabello turquesa, eran los únicos que en todo momento no mostraron reacción alguna ante la masacre ocurrida recientemente, incluso los guerreros Qusatjiat que protegían al individuo de cabellera turquesa, se mostraban asombrados, por tal demostración que acabo con la vida de los soldados enemigos.

—Solo quedas tú -El hombre de cabello turquesa le dijo.

—Lo se… -Muahjadat contesta con inexpresivo tono.

—Has venido aquí tan solo para morir, ¿lo entiendes?.

—Si deseas matarte, puedes hacerlo como te plazca -Declaro él —Esta es mi mejor oportunidad para desafiar a ese miserable, si la pierdo, ya no tengo motivos para seguir esperando por otra, hasta aquí he llegado.

—¿De quién hablas?.

—Del Sultán Medjath III.

El gobernante absoluto del reino de Learis, en los últimos años ha acumulado un desmesurado poder militar, desatando una campaña de expansionismo, invadiendo asentamientos vecinos, para conquistarlos y anexarlos a sus tierras, declarando la guerra a aquellos reinos inferiores en tamaño y fuerza armada a la suya. Quería dominar gran parte del continente sur de Sharya.

—¿No eres su comandante?, ¿aquel que ha jurado servirle fielmente?, ¿a guiar sus tropas para hacer su sanguinaria voluntad?, ¿para tomar las tierras a su nombre y traer la muerte y destrucción a los dominios que invades? -Fueron las interrogantes plasmadas por el hombre de cabello turquesa.

—¿"Jurado servirle fielmente"? -replica Muahjadat con un tono burlón —¿Debo ser fiel a quien me ha obligado a servirle con la punta de una espada en mi cuello y una lanza a mi corazón?, ¿debo ser leal a quien me ha arrebatado todo lo que alguna vez ame?, ¿debo obedecer incondicionalmente a quien en realidad odio con toda mi alma?, ¿cuál crees tú que es mi respuesta?.

El hombre de cabello turquesa mira el rostro de Muahjadat y obtiene su respuesta, la cara de aquel fornido líder militar expresaba hacia su "gobernante absoluto" era una colera sin igual. Apretaba sus dientes, mordía sus labios haciendo que sangraran y cerraba sus puños con tal fuerza que se lastimaba las manos. Si se tuviera que hacer una comparación, el odio que despedía el hombre de cabello turquesa producto de la masacre dirigida a su gente, seria comparable a una montaña, pero la de Muahjadat sería una cordillera.

—Si no hay nada de qué hablar, entonces acaba conmigo de una vez, si quieres tomarte tu tiempo para matarme, hazlo como te parezca -Manifestó el fornido líder invasor sentando en el piso y aceptando tal destino.

La guerra contra el reino de Learis llevo tres años seguidos, el hombre de cabello turquesa a lo largo de este tiempo, ha visto como sido testigo de la ira, el odio y el rencor plasmado en el rostro de tantos hombres, mujeres e incluso niños. Aquel hombre que yacía frente a él, a pesar de ser su enemigo, a pesar de ser una figura relevante responsable de dirigir a los invasores que masacraban a los suyos, deleitaba esas mismas facetas oscuras tanto como los suyos. Su frustración y profundo disgustos eran auténticos, no fingidos, y no era un odio cualquiera, eran años de un rencor gestándose por más de una década, lo presentía como una corazonada.

—Cuéntame una historia -Fue la demanda del hombre de cabello turquesa tomando asiento y pidiéndole hacer lo mismo a los guerreros que le protegen.

—¿Una historia? -Replica confuso el líder militar.

—Si, una historia -Volvió a repetir el hombre de cabellera turquesa —Yo, Amijai Yuzquell, escuchare la historia que tengas para relatarme.

Sus miradas se entrecruzan, Muahjadat capta la petición de aquella persona y procede a relatar aquella "historia".

["Esta es la historia de un niño, cuyo padre era un granjero y su madre una pastora de cabras, aquel niño y su familia vivían en un poblado en crecimiento, de una tierra dividida por varias comunidades como si fueran pequeños reinos independientes. Pese a la distancia, diferencias con sus líderes o gentes, las comunidades cooperaban entre si con un comercio firme y sincero.

Pero una de esas comunidades, poseía la mayor cantidad tierras que cualquiera y acceso a minas subterráneas de hierro, con avaricia deseo más, pronto un ejercito formo y a diferentes poblados invadió, asesinando a sus mandatarios y forzando a sus gentes a unírseles o perecer junto a ellos. Poco a poco, fue anexando las tierras que conquistaba, expandiendo su dominio, aumentando su fuerza militar al obligar a los aldeanos de las comunidades dominadas a servir o ver a su familia ser asesinado frente a ellos, de esta manera su campaña de conquista no hizo sino empezar.

El padre granjero se despidió de su hijo y mujer, marchando junto a otros hombres a una inevitable guerra, todo para defender sus tierras y a sus seres queridos, el hijo lloro esperando el regreso de su padre, más nunca volvió. Los invasores tomaron el poblado, llevándose a todos los niños consigo para convertirlos en futuros soldados que sirvieran a su patria. Aquellas madres que se resistían y se negaban a entregar a sus hijos, eran cruelmente asesinadas a golpes en el acto e incluso humilladas por puro placer de perpetradores.

El niño armado de valor, se entrego ante ellos, rogando que no le hicieran daño a su madre, los invasores aceptaron su petición y marcho con ellos, despidiéndose entre lágrimas de la mujer que lo había traído a este mundo, brindándole todo su amor y maternal cariño. El trato era simple, mientras dedicara su fuerza y lealtad al gobernante que había conquistado su poblado, su madre quien permanecería en cautiverio, estaría a salvo, fallar o traicionar a dicho señor, conllevaría a su inminente asesinato ante sus ojos.

Los intensos entrenamientos a los que eran sometidos los niños secuestrados, dejaban secuelas físicas y psicológicas en la mayoría, pero el niño hijo del granjero no se rindió, sobresalió entre todos ellos y con el pasar de los años, se convirtió en un destacado guerrero. Al llegar a los 19, ya era un capitán con su propio escuadrón, todo un prodigio para alguien de su edad, y al haber ascendido y con tanto merito, se le dio el prestigio, la riqueza y la libertad.

Uso esa libertad para buscar a su madre, de quien fue separado forzosamente hace 9 años, al dirigirse a lo que alguna vez fue su antiguo poblado, se encontró con una zona militarizada donde cuarteles de entrenamiento yacían a la vista en los alrededores. Fue entonces que por cuenta propia investigo el destino de todas las mujeres sobrevivientes de aquel poblado desaparecido, sus hallazgos fueron una puñalada a su corazón.

Sus investigaciones que le tomaron cerca de medio año, lo llevaron a dar hacia una fosa excavada en un área muy apartada de todo poblado cercano, oculto entre rocas y hierbas, en su interior se encontró con un perturbador descubrimiento. Docenas o quizás más de cien cadáveres de mujeres yacían arrojadas allí dentro, ¿cuál era el contexto detrás de esta fosa para cadáveres?.

Las mujeres secuestradas y llevadas a cautiverio para ser usadas como rehenes, y obligar a los hombres de las tierras conquistadas a servir a la voluntad del reino de su nuevo gobernante, estaban lejos de estar a salvo. Pues eran encerradas y utilizadas como juguetes sexuales por nobles y los soldados de más alto rango y prestigio, incluso el mismo gobernante, hacia uso de estos servicios forzados para su horrida satisfacción personal. Lo peor fue, que el niño descubrió, que, en esa misma fosa, su madre se encontraba arrojada allí mismo como un cuerpo más del montón.

Una furia sin igual se apodero de él, cayendo de rodillas y golpeando el suelo con las manos cerradas numerosas veces hasta desquitar tal iracunda acumulación, lastimándose los puños hasta el punto de sangrarle. Cuando toda su ira desvaneció, una profundad tristeza y frustración hizo eco en su cabeza, llevo sus manos lastimadas a su sien y reflexiono sobre la situación que padecía.

El suicidio paso fácilmente por su mente, pero luego recordó los cálidos momentos vividos con sus padres, antes de que su padre marchase a la guerra y cuando se despidió viendo por ultima vez a su madre. Todo aquello le fue arrebatado por la codicia de gobernantes y su sanguinario imperio, entonces el niño hecho hombre hizo un juramento, no morirá, hasta causarle el mismo daño a las ambiciones de quienes les arrebataron a sus seres queridos.

Juro entonces seguir sirviendo a los responsables de quitarle su felicidad, aguardando el momento oportunidad, esperando a que la oportunidad para apuñalar y destruirlos desde adentro, aunque corriera el riesgo de ser torturado hasta la muerte si fuera descubierto, ya nada le importaba, pues lo que más le importaba en este mundo, se le fue arrebatado injustamente, y ese niño hijo de un granjero asesinado en combate y una pastora de cabras abusada hasta la muerte, nunca se retrataría de su juramento de venganza."]

La historia de Muahjadat culmina, Amijai Yuzquell tras escucharle, aparta buena parte de su desdeñosa actitud para manifiesta una expresión más flexible ante el fornido líder militar enemigo.

—Ese niño, eras tú, ¿no?.

—Si, de esa manera el reino de Learis se formó, subyugando cruelmente a varias comunidades más pequeñas, apoderándose de sus recursos, personas y la dignidad de la gente a la que forzaba a seguirle sus mandatos.

—¿Aun guardas rencor por quien rige al reino que has servido forzosamente?.

—El gobernante que lidero la invasión que arraso con mi poblado, asesino a mi padre y me tomo de niño contra mi voluntad para convertirme en su espada, ya ha muerto hace años -Explico —Pero su hijo heredo su poder, gobernando con una crueldad aun peor que su antecesor, fue de él donde vino la idea, de tomar a todas las mujeres capturadas y puesto en cautiverio, al "servicio" de los soldados más destacados y alta nobleza.

Medjath I fue quien hizo crecer un asentamiento a una gran comunidad, desarrollando poder militar y creando un gran ejército, iniciando entonces su campaña de conquista. Medjath II continuo lo que su antecesor le lego, fue el responsable de la destrucción del poblado de Muahjadat, asesinando a su padre en el transcurso y separándolo de su madre para convertirlo en un futuro soldado de la nación. Cuando Medjath III ascendió al trono, el poder militar del reino creció exponencialmente, pero su crueldad también se hizo presente, incentivo las torturas, abusos y toda clase de ruin depravación como un premio a quienes le complacían. Las mujeres no eran sus únicas víctimas, niños o ancianos que no eran actos para "servir" a su reino, eran entonces utilizados para satisfacer las horridas como mórbidas demandas de lo más ameritados.

—Si fuera a aceptar tu propuesta… -El hombre de cabello turquesa hablo —¿Qué es lo que tendrías para ofrecer que beneficie a mi gente?.

Los ojos de un decaído Muahjadat alzan la mirada, una alentadora esperanza se hace menester en el ambiente.

—Coexistencia -Fue la respuesta de Muahjadat.

El escenario culmina y todo se torna en oscuridad.

—¿Qué sucedió luego? -Pregunte con interés.

—La explicación llevaría bastante tiempo, así que resumiré lo más importante.

Hayat relata que su ancestro, Amijai Yuzquell y Muahjadat formaron una alianza, el comandante invasor tenia muchos contactos con numerosos grupos en el reino de Learis que estaban en contra del Sultán Medjath III. En secreto había formado una leal fuerza armada con la ambición de derrocar al gobernante, en resumidas cuentas, planeaba un golpe de estado.

Pero tal objetivo estaba muy lejos de hacerse realidad, los fieles devotos al Medjath III eran una cifra inalcanzable y jamás podrían asaltar la capital con tal abrumador número a favor del sultán, fue entonces que vio en los Qusatjiat una considerable oportunidad, más aún tras haber descubierto el "milagro Yuzquell". Muahjadat convoco a todos sus leales hombres a Alshabhala, uniendo sus fuerzas con los Qusatjiat.

Los Qusatjiat en un principio se negaban a aceptar tal alianza, dado a que su líder, el Dalhani, fue asesinado por ellos, la presencia e intervención de Amijai Yuzquell fue la clave para convencerlos de que tal unión era la única forma de garantizar la supervivencia de su gente. De haber rechazado la propuesta de Muahjadat y asesinarle en el acto, otro comandante tomaría su lugar y finalizaría lo que el anterior no concluyo. Amijai vio necesario esta alianza, pues la guerra no iba por buen camino para los suyos, de seguir dicho rumbo, el exterminio los alcanzaría finalmente.

La alianza entre Muahjadat y Alshabhala se forma de manera oficial, el sultán Medjath III tras enterarse de tal noticia, en colera, moviliza a la mayor parte de su ejercito hacia ellos para erradicar a todos y tomar las tierras. El reino de Learis no solo se encontraba luchando contra Alshabhala, sino también en aquel entonces contra otros dos reinos a la vez. Pero Alshabhala, fue la mayor inversión bélica de Medjath III, en secreto mando exploradores a estas tierras y descubrió fuentes de minerales tanto mágicos como de metales sin explotar aun, grandes porciones de tierras fértiles en oasis para el idóneo cultivo, además de que se planteó hacer uso de la salida mar de dichas tierras, como una iniciativa para surcar los mares en busca de islas habitables para expandir aún más su dominio.

A este conflicto se le conoce como "La insurgencia del comandante" en el reino de Learis, mientras que en Quíatar es llamado "El levantamiento del reinado de los desdichados". Buena parte de los soldados que formaban parte de las fuerzas de Muahjadat, guardaban en lo más profundo de su corazón, un odio sin igual hacia el propio reino de Learis o su gobernante, pues eran o los descendientes de padres forzados a "servir" de manera incondicional e inhumana a su nación o niños secuestrados de padres asesinados de poblados asaltados, para luego ser moldeados en rigurosos entrenamientos que formasen a un guerrero más en las filas. De esa manera el líder comandante recluto en secreto una leal fuerza bajo su mando.

¿Como se desenvolvió esta guerra?: La lucha dio inicio en el año 823 y finalizo en 825 con la victoria de la alianza entre los hombres de Muahjadat y la tribu Qusatjiat. Aunque al principio las fuerzas del sultán Medjath III llevaban la ventaja con un abrumador número y mejor equipados con maquinaria de asedio como magos capacitados de combate, lo cierto es que el "milagro Yuzquell" jugo un papel fundamental en el conflicto.

Durante la lucha entre el año 820 al 823 de Muahjadat contra la tribu Qusatjiat, se llego a utilizar un 65% de las reservas del "milagro Yuzquell", dejando ese 35% para utilizarse en la guerra con las fuerzas del sultán Medjath III. El contar con una medicina que permitiera recuperar al instante las heridas y energías de combatientes, les dio una considerable ventaja a los soldados bajo el mando del comandante insurgente, además de que ellos le enseñaron a luchar a los Qusatjiat, también a crear maquinaria de asedio y otros artilugios de combate semejantes gracias al conocimiento aportado por ingenieros en el bando de Muahjadat.

¿Qué consecuencias se desenvolvieron tras finalizar este conflicto?: Fueron varias, y enumeradas son…

1) La derrota le costó al sultán Medjath III más de la mitad de sus mejores tropas, viéndose obligado a retirar todas sus fuerzas de invasión apostadas en los dos reinos, por temor a una represalia del enemigo (alianza Muahjadat y Qusatjiat), dando marchas atrás a toda su campaña de expansionismo. El reino de Learis perdió aquel prestigio militar de gran renombre que tuvo, y permaneció fuertemente a la defensiva por los siguientes siglos.

2) Tras 5 años de guerra consecutivos, la población de los Qusatjiat perdió un 70% de su gente, aunque con la victoria llevada a cabo contra el reino de Learis, la escasez de guerreros capacitados les hacía totalmente vulnerable a la aniquilación si otro conflicto contra ellos se produce. El "acuerdo Duna" se establece, permitiendo a que Muahjadat y sus hombres se instalaran en las tierras de Alshabhala como su nuevo hogar, de esa manera los Qusatjiat contarían con la protección necesaria para su pueblo.

3) El "acuerdo Duna" le hace entrega a Muahjadat y sus hombres tierras propias, estableciendo por ende una ciudad en las destruidas ruinas de lo que alguna vez fue la capital de Alshabhala, los Qusatjiat por alguna razón, se negaron a volver a dicho sitio tras la perdida de su Dalhani en dicho sitio. El comandante tras reconstruirla bautiza la ciudad erigida bajo el nombre de "Nueva Alshabhala", fundándose de manera oficial el reino de Quíatar, coronándose él como el sultán que la dirige, Muahjadat Barhte Kalize, el reinado del linaje Kalize nace.

4) Con la derrota del reino de Learis en "El levantamiento del reinado de los desdichados", esto lleva a que aldeanos con recelos y rencor hacia el sultán Medjath III y su gente que estaban apostados en sus tierras, deserten de dicha nación para emprender una nueva vida al recién fundado reino de Quíatar. Aunque el sultán Medjath III tomo medidas para evitar que más de sus habitantes huyeran, era demasiado tarde, el reino de Quíatar tuvo un crecimiento magistral tras dicho evento.

5) Con el pasar de los siglos, la población del reino de Quíatar crece y en consecuencia se extiende la demografía de las tierras de dicha nación, iniciando el declive de la relación con los Qusatjiat. La población de la tribu Qusatjiat poco pudo recuperar sus números con el pasar de los siguientes siglos, y ante la enorme crecida de la población de Quíatar, estos comienzan a instalar a su gente en áreas que a futuro iban a ser ocupada por los Qusatjiat cuando su población tuviera la suficiente gente para extenderse.

Aunque el "Acuerdo Duna" establece que parte del reino de Alshabhala es dada a Muahjadat y a sus hombres para que formen su propia nación, con los siglos venideros y el cambio de sultán (del linaje Kalize). Poco a poco, la discordia entre los dos grupos empezó a fomentarse desde este punto, la discrepancia y el racismo por parte de los ciudadanos de Quíatar hacia los Qusatjiat se hizo más notorio conforme su nación crecía, engullendo aun más las tierras de una debilitada tribu Qusatjiat.

Los Qusatjiat tuvieron que aceptar por las malas el resultado de tal camino tomado, el reino de Alshabhala desapareció para siempre cuando los invasores les atacaron, cuando la alianza con Muahjadat se forjo y el reino de Quíatar fue fundada con los siguientes acontecimientos. La antigua gloria de la tribu Qusatjiat jamás volvería.

—Desde la muerte del Dalhani en la guerra sostenido con los invasores del 820 al 823, los Qusatjiat nunca volvieron a tener un nuevo líder que los guiara, algunos alegan que fue en ese punto, que nuestra tribu murió espiritualmente -Fueron las palabras declaras de Hayat.

Todo se torna en completas oscuras, y al abrir parpadear, me encuentro en el amplio salón con las cuatro columnas y el pedestal donde aguardaba el cristalizado corazón de un azul profundo sostenido por raíces que latían. Había vuelto a la realidad, y no observaba la presencia de Hayat en los alrededores, ¿habrá usado toda sus energía para mostrarme sobre la historia de su linaje?. Con el rifle M89SR en mis manos y tras haber obtenido las respuestas a mis interrogantes, me marcho de allí.

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Regrese por el mismo camino del cual provine, la entrada que anteriormente se cerró a voluntad propia, se había abierto nuevamente, subí por los escalones hechos de raíces, lo primero en notar era el amanecer, lo que me dio una clara pista del tiempo que lleve allí adentro. Desde mi perspectiva, sentí que apenas siquiera había pasado media hora (o 40 minutos a lo sumo), cuando en realidad fue mucho más tiempo de lo esperado.

—¿Las respuestas que has obtenido son de tu satisfacción? -Una mujer de larga cabellera turquesa me pregunto.

Adil y Amira estaban allí, todo este tiempo aguardaron esperando mi regreso.

—Si, fueron unas respuestas bastantes… educativa -Opine —Ni History Channel tiene demostraciones tan realistas -Exprese en voz alta con cierto tono bromista.

—¿Hist… quién? -Los dos replicaron confusos.

—Olvídenlo, a todo esto… ya me dio hambre -Manifesté con el rugir de mi estómago.

—Es un buen momento para cenar -Adil comento.

—Vas bien desayunar -Corregí.

—¿Y qué opinión tienes ahora de mi gente y mi linaje? -Pregunto la propietaria.

—Son un imán de muchos… muchos problemas -Con sinceridad respondí –"Aunque si considero mi suerte en los últimos años, no soy quién para decirlo".

Continuara…

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PERSPECTIVA: Tercera Persona

Una semana después de los eventos anteriormente desembocados…

Encerrada en una habitación a solas, se encontraba una joven mujer con pinta de veinteañera, de unos 180 centímetros de estatura, piel morena, cabello castaño con una cola de caballo y cuya vestimenta era una gruesa túnica marrón con blanco junto a un brazalete metálico dorado adherido a su cuello. Aquella fémina era la señorita Aleab, una fiel sirvienta de Muer Afigad, o al menos eso aparentaba frente al Azim Alnabil.

—Cuanto más lo veo, más cuesta creerlo… pero no hay duda de lo que es esto…

La mujer examinaba un ensuciado objeto cilíndrico pequeño que sostenía con dos dedos de su derecha, aquello la obtuvo en secreto fuera de la mirada del Muhaqdad Alnayits. En la fortaleza Hasr, hallado en el suelo del patio, por reacción enseguida ella lo tomo, y lo escondió en su ropa sin que nadie a su alrededor lo notase.

—Es un casquillo usado… sacrébleu… ¿alguien usa un arma moderna en este mundo? -La mujer con sorpresa reacciono.

Continuara…