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Chapter 192 - CAPITULO 192 LA ANÉCDOTA DEL DRAGON OSCURO por Sylar

PERSPECTIVA: Rozuel Drayt

Todas las carretas ya casi estaban preparadas, docenas marcharían fuera de la fortaleza de Hasr dejando este lugar completamente seco de toda provisión o herramienta útil, como si fuera abandonada a su suerte. Mientras llevaba una caja con provisiones medicinales y alimentos, a la carreta a la cual iría arriba una vez marchara, estando en compañía tanto con Riha y Crok.

—"Riha esta algo bastante… ¿callada?" -Me pregunte entonces —"Por lo general es bastante animada, pero ahora la noto algo… ¿tranquila?, menos hiperactiva de lo habitual, o quizás es solo imaginación mía".

Crok por su parte parecía satisfecho, ayudando a subir el resto de las provisiones, más contento que nunca, supongo que la charla le vino bien, en cambio con Riha, solo cambiamos algunas palabras y miradas.

—"Debe estar cansada, más si tomo en cuenta que paso por una sobredosificación mágica a causa de consumir cristales de mana de manera abrupta".

Pronto note que, en las cercanías, una criatura se acercaba a mí, un ser que era mitad serpiente por debajo de la cintura y del torso para arriba era humana, una lamia, la fémina tenía en sus características humanas, una tez morena, cuero cabelludo negro, presencia de escamas en la región de los hombros, cuellos y oídos. Pero destacaba más por una horrida cicatriz en el pecho que llegaba a su seno derecho, estando este mutilado, era la misma con la que platique en aquella celda, ahora cubría sus atributos femeninos con una tela, la ropa se le fue entregado a las suyas como Adil aseguro.

Note como los demás en los alrededores miraron a la lamia con inseguridad y miedo, algunos con desdén, pero sin causar hostilidad física o verbal, solo visual, la lamia, sin embargo, no se dejó intimidar y siguió avanzando, hasta detenerse justo en frente de mí, su intención era hablar conmigo, con el anillo traductor nuevamente puesto, era capaz de comprenderle.

—Gracias por todo, humano -Expreso con sinceridad su gratitud —Eres la segunda persona que no nos trata con indiferencia, que nos ve con "humanidad" en sus ojos.

—¿La segunda?, vaya, me alegro no ser el único que piense diferente en este reino -Opine de mi parte.

—Desde nuestro último encuentro, nunca volví a saber de él… -Relato la lamia con tristeza —Es agradable conocer a otros que piensen de la misma manera, a un amigo de las lamias.

—Es realmente estúpido lo que la gente hace, ¿tratarlas cruelmente diferentes de los semihumanos?, que haya lamias peligrosas te la creo, ¿pero que todas la son?, la manera de exagerar una postura agresiva hacia una raza es ridículamente absurda -Argumente.

—Realmente eres un humano… interesante, ghrayb o no, mi "nido" te considerara un amigo.

Tras su declaración, levanta su cola llevándola a mi mano derecha, enredándola suavemente, como si simulara un apretón de mano, el tacto con su escamosa piel, era agradable y calidad.

—Es el gesto en que los míos reconocen la amistad con alguien -Describió la lamia.

Las lamias por lo general, realizan el tradicional saludo del apretón de mano con sus colas, cuando lo hacen con un humano en lugar de usar su mano, es la forma autentica en que ellas le reconocen como un amigo. Al parecer dicha raza está conformada únicamente por mujeres, no existen lamias masculinas, y prefiero de momento reservarme la data de como perpetúan a los suyos.

—¿Podría saber tu nombre? -Pregunto la lamia.

—Rozuel Drayt.

—Rozuel Drayt -Replico ella mi nombre con regocijo —Nunca te olvidare de mi parte, yo "Isxaiha Silhith", lo juro con mi vida.

Dado a que Isxaiha era un nombre algo difícil de pronunciar o recordar, estaba de acuerdo con pronunciarla como Isxa para abreviar.

—Jejejeje… -Isxa se hecha a reír.

—¿Qué es tan gracioso?.

—Él también me llamo Isxa para abreviar.

Tal parece que le recordé a su buen amigo humano de antaño, aquel que estuvo antes de mi en cuanto a buenas relaciones ajenas a su gente. La comida, ropa y algo de armas se les fue suministrado en las dos carretas proporcionado a las lamias, aunque lo último no estaba acordado, tal parece que Adil insistió en ofrecerles algunas lanzas y arcos, aquellas armas con la que más estaban adiestradas.

—Adiós mi amigo Rozuel Drayt, que las bendiciones protectoras de las dunas te acompañen -Se despidió Isxa con el suave apretón de su cola en mi mano derecha.

Le desee también un viaje seguro (sin implementar una frase que tiraba tintes espirituales o cercano), observe como las carretas de las lamias fueron las primeras en partir, la única puerta de la fortaleza ya estaba abierta, esperando por el resto.

—¡Todas las carretas están listas!, ¡en marcha! -Alzo Adil la voz.

Adil viajaría en una carreta con Assim, el mago sin brazos, en conjunto con Arpue Asa Hablu, mientras que yo estaría en otra con Riha y Crok, la razón es simple, cada quien prefería viajar en comodidad con los suyos (además de una charla privada). Por si fuera poco, ya era hora de ponerme a hablar de unos asuntos urgentes con cierto individuo atado a mi cuello.

Claro está que no íbamos solos en dicha carreta, además de quien la conducía, nos acompañaban algunos prisioneros liberados miembros de los rebeldes, no se mostraron reacio a tal sentimiento de estar a nuestro lado, de hecho, insistieron. Dicha conducta se mostraría algo sospechoso, ¿quizás quieren vigilarme para mantener informado a su líder?, pero sus ojos denotaban más admiración que intenciones de vigilar, de hecho, solo enfocaban sus miradas a mí.

—"¿Por qué todos los locales me están observando a mí?" -Me pregunte en mis pensamientos con inquietud.

Literalmente, Riha y Crok eran invisible a sus lados, solo tenían ojos para mí, se sentía incómodo.

—¿Realmente tu… acabaste con el Muhaqdad, Yusuf Ahja Zad´tyk? -Uno de ellos pregunto.

—Si… pero Adil también ayudo y…

—El maestro Adil dice que el Muhaqdad Yusuf le dejo insconciente, que, al despertar, él ya estaba muerto -Un segundo hablo.

—Bueno… si, tuve que enfrentarlo solo…

De repente, todos intercambiaron miradas entre ellos como también opiniones y comentarios en voz alta, se mostraron asombrados, elogiaban mi victoria, pues según ellos, a quien derrote, no era un simple comandante o líder militar del montón, un Muhaqdad era el mayor símbolo de fuerza en este reino, un titulo que hace temer en toda Quíatar. Sin importar mi condición de ghrayb, ellos alababan mi nombre, mi fuerza como "guerrero", poniéndome en la misma balanza de respeto que un Muhaqdad a su gente.

—"Ni siquiera soy tan cercano a su líder Adil o alguien nacido de estas tierras, y ya conseguí admiradores, que cosas…" -Opiné acompañado de un suspiro.

Con la salida de docenas de carretas abandonando la saqueada fortaleza de Hasr, todas marcharon al unisonó hacia una dirección por el desierto, pero se llegó a un punto en que estas se detuvieron, para dividirse en dos grupos y cada uno ir por su lado. El primer grupo consistían en los civiles, niños como jóvenes, adultos y ancianos encerrados por la mera injusticia del nuevo reinado en la nación, quienes marcharían de regreso a sus hogares o formarían uno nuevo, lejos de las corruptas autoridades.

El segundo grupo, eran aquellos prisioneros rebeldes capturados, que, tras recuperar su libertad, vuelven a unirse a las filas de su respetiva facción, la victoria en la fortaleza Hasr no era el fin de este conflicto, pero si una llama que avivo inmensamente la moral de aquellos que juraron destruir todo lo que existía de Muer Afigad.

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Horas han transcurrido, pero aun quedaban como dos días de viaje más, aquel puesto rebelde oculto y cercano a la fortaleza, donde aguardamos antes de empezar la operación de infiltración, había sido destruido por las fuerzas del ya eliminado Muhaqdad Yusuf. Como era de esperarse, Yusuf ya debía haber estado al tanto de su ubicación, esperando el momento oportuno para atacar, nadie sobrevivió.

Nos dirigimos ahora al "Corazón del Oasis", aun faltaba más de un día para llegar, por lo que era un largo viaje, lo cual me es conveniente, era hora de charlar con él. Riha y Crok estaban dormidos, los rebeldes que nos acompañaban, casi la mayoría también estaba igual, algunos observaban el exterior de la carreta, mirando el arenoso paisaje.

—"Myldark, se que esta despierto, ¿me oyes?" -Le hable entonces.

Cierro mis ojos con la intención de concentrarme en llevar nuestra platica, pues mi boca no era la que hablaba, eran mis pensamientos, pero sorpresivamente, soy arrastrado del plano donde me encontraba, conduciéndome a otro en particular. Llego a un paisaje natural de grandes árboles que superaban los cien metros, con un cielo totalmente cubierto de niebla, pero completamente de día y visible a mi alrededor, bajo mis pies pisaba un arroyo, pero no hacía contacto con el agua.

Me agache para sentir la calidez del agua de la corriente, pero a pesar de tocarla, de que mi mano hacia contacto con esta, no sentía absolutamente nada, era como si careciera de la percepción para sentir las cosas, o quizás… ¿en este sitio las cosas que me rodean no tenían tacto real?. Toque uno de los arboles gigantes y el resultado era el mismo, no sentía la madera, pero había algo que, si sentía perfectamente, una fresca brisa, relajaba mi cuerpo y mente, su soplido era como un placentero masaje de espalda acompañado del crujir de los huesos.

—"Este lugar aún se encuentra desarrollándose…"

Una voz sobresalto en todo el paisaje, de repente una formación rocosa gigantesca se eleva del agua a solo escasos metros en frente de mí, dando a la vista de la entrada a una cueva, pisadas se oyen venir de dicha dirección y la entidad responsable de este plano se manifiesta. Un enorme dragón negro de ojos rojos y largos cuernos como de demonio se presenta, avanzando lentamente hasta estar a una considerable distancia de mi y detenerse, para luego recostarse en el suelo, sin dejar de mirarme fijamente.

—Si que te tomaste tu tiempo para crear este lugar… Myldark -Dije con sinceridad.

—"No será una conversación corta, eso es seguro, preferí que ambos nos pusiéramos más cómodo" -Expreso el Dragon —"Bienvenido a mi morada, mocoso".

—Le faltan más árboles, pero es acogedor.

—"Je, no te hagas el gracioso conmigo, se por qué has venido".

—Entonces vayamos al grano.

La pregunta fue simple, pero a la vez compleja, toda la conversación estaba centrado en esa única incógnita que plantee.

—Myldark, ¿dónde diablos estuviste todo este tiempo?.

Le explique de su ausencia, su presencia en el collar estaba en un estado que casi podría considerarse "muerto", no había una sola señal, o algo que indicase que había ocurrido con él. En consecuencia, era incapaz de usar el Intense Iron, lo que reducía considerablemente mis capacidades defensivas de lucha, pues dependía en buena parte de dichas armaduras para desenvolverme mejor en todo hostil suceso de gran intensidad o que amenazara fuertemente con acabar con mi vida.

—Estuve más de un mes sin saber de ti, ¿qué ocurrió?

—"¿Más de un mes?, jejejeje… para mi fue mucho más tiempo" -Declaro el dragón exhalando humo de su hocico como si suspirara —"Para mi fueron años…"

—¿"AÑOS"? -Replique abrumado —¿Dónde es que estuviste todo este tiempo… o que recuerdas de ese lugar al que estuviste retenido tanto tiempo?.

—"Relatártelo todo seria un lastre, mocoso, así que te lo mostrare".

—¿Mostrarme?, ¿cómo?...

Myldark extendió una de sus patas delanteras, apuntando con una de sus uñas filosas hacia mí, pero no con intenciones hostiles, la acerco lo suficiente hasta estar a centímetros de mi persona.

—"Toca mi garra, y veras, oirás y experimentaras mis recuerdos como si tuyo fueran".

Entonces esta es la forma, tocando su garra, los recuerdos en torno a la incógnita de mi pregunta serian respondidas, sabría donde estuvo Myldark en aquel tiempo de ausencia, era difícil no sentirme nervioso, pero ya estoy aquí, no puedo dar marcha atrás, ya no. Extendí mi mano y toque su garra, una sensación hizo temblar mi cuerpo, energía desbordaba mi interior, y mi consciencia siente como memorias ajenas a la mías, se filtran a mi mente, como un reproductor abriendo películas en un ordenador, estaba por reproducir aquellos recuerdos de lo que Myldark me platico.

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PERSPECTIVA: Tercera Persona

—¿Dónde me encuentro?.

Fue la primera pregunta que el dragón oscuro se hizo, miro a su alrededor, se encontró en un paisaje rebosante naturaleza tropical, un cielo nublado y un ambiente frio, su cuerpo era capaz de sentir la atmosfera y temperatura de aquello a lo que veía, pero luego se dio cuenta de un detalle vital.

—No puedo tocarlo…

Sus patas, su cola y todo lo que era formaba parte de su cuerpo, eran incapaz de sentir el follaje, los arboles o el agua, perfectamente sus extremidades pisaban el suelo, pero en realidad no lo sentían, incluso introdujo su mano bajo tierra y era capaz de atravesarlo, como si un fantasma fuese.

—¿Cómo es que llegue aquí?...

El dragón oscuro lo recuerda, el vive habitualmente en un plano mental forjado por la existencia de sus últimos vestigios físicos en el mundo real, aquel collar negro que Rozuel llevaba consigo en el cuello todo el tiempo. Siempre descansando, en una oscuridad infinita, aguardando los momentos en que su poder era requerido, alentado por las viejas glorias de placer de batallas pasadas para su entretenimiento, brindaba su asistencia al "mocoso" que le portaba actualmente. Pero el lugar al que se encontraba ahora…

—No se siente… que fuera mi plano… este, definitivamente no es parte de mi…

Entonces un recuerdo repentino llego a su mente, su actual portador, Rozuel Drayt, se encontraba batallando contra un tal comandante Frederic, una versión monstruosa de aquel comandante Templario. El chico estaba paralizado, su carne es perforada por un brazo inhumano de filo penetrante, en su estómago le causan una seria herida, parecía su fin.

Hasta que una fuerza desconocida, carente de magia, rechaza al monstruo Templario, salvando la vida de Rozuel, haciéndole elevar involuntariamente hasta encontrarse encima de una torre blanca y roja. Una explosión se desata, aquella fuerza desconocida ajena al mana era la responsable, de pronto, su conexión con Roz se pierde.

—Así fue… así fue como llegue a parar aquí… ¿pero dónde me encuentro?.

Un fenómeno desconocido le separo de su portador, no podía sentirle, estaba completamente solo en una ubicación desconocida, pero no era tiempo de lamentaciones y confusión, si quería respuestas, debía hallarlas por su cuenta. Desplego sus majestuosas alas y emprendió vuelo como en los viejos tiempos en que aún vivía.

—La sensación del aire golpear mi rostro… el frio rozando por mis escamas… que agradable…

Era incapaz de tocar lo que le rodeaba, pero podía sentir el aire a su alrededor, el frio o el calor, fue que, pasando de un paisaje tropical, termino en una calurosa sabana, lo que le hacia que, en lugar de hallar respuestas, solo encontrase más confusión. Continúo volando en la misma dirección, hasta que encontrase algo que le brindara una pista de donde se encontraba.

—Es extraño… desde hace tiempo, no he sentido una sola pizca de mana, ¿tampoco puedo sentir la magia emanar en este sitio?.

Los dragones son de los seres que poseen extraordinarios sentidos desarrollados para captar la magia en varios aspectos, pero Myldark ahora se sentía completamente ciego en lo que respetaba a su percepción con el mana. No podía captar nada, absolutamente nada, incluso un pedazo de tierra cualquiera, alberga un poco de mana, pues dicha energía es parte de todo, tanto de seres vivos como del propio paisaje de la naturaleza.

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—Llevo volando casi una hora…

De una sábana, se adentra a bosques, de zonas boscosas, llega a un páramo, fue entonces que su rostro se torna de perplejidad, cuando dos objetos metálicos vuelan a una formidable velocidad que era incapaz de seguir con sus ojos, incluso si recurriera a fortalecer su vista con la extraordinaria percepción visual de un dragón, le era casi imposible distinguir que eran.

—¿Qué son esas cosas?, ¿son espadas… espadas gigantes voladoras?...

El dragón estaba boquiabierto, del cielo dos extrañas espadas gigantes surcaban los aires a velocidades que sobrepasaban las capacidades velocistas de un dragón de su nivel. Al principio pensó que se trataban de monstruos mágicos, simples bestias aladas de acero, fue su sorpresa que, al acercarse, que dichas "bestias" eran manipuladas en su interior por humanos.

Lo que Myldark estaba observando en total desconcierto, eran maquinas aéreas inventadas por el hombre, aviones, pero estos en particular estaban hecho para la guerra, aeronaves cazas. Sobrevolaban los cielos dejando anonadado al dragón oscuro, quien era incapaz de comprender la situación, alimentando aún más su confusión que sus respuestas.

—¿Desde cuando los humanos… poseen esas espadas voladoras gigantes que montan?... -Se pregunto el dragón con curiosidad y seriedad.

De pronto, una docena de más de aquellos cazas surgen sobrevolando en las cercanías de Myldark, el intenso ruido de estos y la velocidad a la que se trasladaban, eran cosas que al dragón le deja perplejo de verlo. Estas maquinas voladoras ignoraban la presencia del dragón oscuro, quizás como el resto de los elementos, era incapaz de tocarlos.

Docenas de explosiones inundaron el cielo, una batalla entre diversos aviones cazas se llevo a cabo, en la perspectiva de Myldark, aquellas "espadas voladoras gigantes" disparaban una especie de "flecha" más veloz que las monturas, que al impactar desatan un estallido que no tenían nada que envidiar a la llamarada cargada de poder mágico de un dragón. El dragón oscuro, en el fondo se sentía aliviado de no ser visto o sentido por aquellas maquinaciones aéreas.

Volteo su mirada al suelo para encontrarse con más sorpresas desconocidas, en aquel paramo se encontró con estructuras, edificaciones de una civilización, humanos por doquier la transitaban, por su aspecto, era una especie de cuartel, una edificación donde se albergaban tropas militares humanas. Pero estos, lejos de ser lo que habitualmente recordaba sobre las fuerzas armadas humanas, era completamente distinto a todo lo que había visto con anterioridad, en lugar de encontrar en formaciones a los típicos soldados de espadas y escudo, arqueros o lanceros, o unidades de magos de combate, lo que atestiguo fue la presencia de una armada militar diferente.

Soldados que no vestían armaduras, sino uniformes que podían denotar cierto camuflaje con el ambiente, en lugar de espadas, llevaban armas de fuego, el dragón reconocía ese tipo de armas dado a que su actual portador las utilizaba.

—Pensé que el mocoso había dicho que no querría que su creación fuera distribuida al mundo, ¿entonces porque…?

Su pregunta queda inconclusa, pues toda su atención repentinamente en torno a las armas de fuego se esfuma tras presenciar otro hecho que le deja desconcertado. Tal fue su pensamiento de desasosiego, que señor dragón llego a una conclusión, todo lo que sus ojos eran testigos, no eran para nada de Avalía, era como si se sintiera estar en otro mundo.

—No solo tienen monturas de metal capaces de desplegarse por los cielos, ¿sino también por tierra? -El dragón oscuro pregunto con inquietud.

Continuara…