Sopla la brisa en el pueblo, se huele en el aire las margaritas y amapolas, es un día de mayo y no ha llovido mucho pero junto con el olor de las flores un tenue olor a tierra mojada se respira en el ambiente, de una pequeña cabaña salen 2 niños mulatos, juegan y ríen, ella con su piel aceitunada tiene los ojos con forma almendrada y de un color marron miel en un preciosa cara redonda con su pequeña nariz y si te fijas bien puedes ver que tiene un lunar alado del lagrimal derecho razón su nariz y cuando sonríe su pequeña nariz de arruga y salen a la luz sus profundos hoyuelos, tiene una preciosa cabellera tan densa y negra como la noche y la textura de su pelo se asemeja a las olas del mar, éste le llega por encima de los hombros y su figura es atlética aunque pequeña; a su lado un par de años mayor se encuentra un chico con un tono de piel más oscuro que el de ella , en lo primero que te fijas son sus penetrantes ojos verdes esmeralda y sus cejas pobladas con una nariz grande y unos gruesos labios aunque menos que los de ella tiene una su pelo negro rizado elástico como un muelle aunque cada vez que ella es la única que deja tocarle el pelo, tenía una pequeña cicatriz en la mano causada por una cristal cuando estuvo pescando el río, la sangre se derramó y el no lloro lo que era raro para un niño de 9 años, fue en silencio hasta su querida Miel el apodo que le dio a Numa, por sus ojos miel, Amaru solo sonreía con ella , Numa tenía 6 años y a sus ojos Amaru era como un León de ojos verdes.
-Amaru que te ha pasado- decía con su voz dulce aunque asustada por la abundante sangre.
-No es nada miel me he cortado en rio- decia serio y sin expresión en la cara, aunque su expresión cambió cuando Numa empezó a llorar.
-Amaru, no pasa nada yo te curaré la herida- dijo secándose los ojos y rasgando el vestido blanco que llevaba.
Al ponerlo sobre la herida el tejido se volvió de un color rojo sucio y escuchó un pequeño alarido de dolor proveniente de Amaru, ella le miró a los ojos y mientras sonreía le dijo:
-Amaru ves ya no caen las gotas de sangre ni mis lágrimas tampoco, espero que no deje una marca- su expresión cambio y la preocupación se veía en su pequeño rostro.
A todo esto Amaru se quedó embobado con su las muchas expresiones que hacía parecía tan viva tan real, cuando sonreía se le iluminaba la cara y su alrededor y cuando estaba triste su rostro se apagaba y todo a su alrededor se ponía oscuro, Amaru que siempre mostraba una cara preciosa pero sin expresión se deleitaba con las caras y sentimientos que Numa compartía con él sin darse cuenta de que le hacía querer proteger a la única persona que le hacía sentir vivo después la catástrofe, aunque era el mismísimo infierno lo que vivió y en su espalda quedaban las marcas de cuando aún brotaban las lágrimas de sus ojos y caían por sus mejillas, poco tiempo pasó desde los sucedido apenas un par de años pero suficiente como para cambiar un niño inocente, al muchacho inexpresivo y poco hablador en el que se a convertido.