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Chapter 18 - Capitulo 18.- La hoguera.

Gracias a la ayuda de Alfa, Manuel es capas de avanzar y llegar a lo que parece una perfumería, tardo mas de lo esperado pero pudo lograrlo, ambos pasan por la puerta y entran dentro del local en ruinas.

Manuel se deja caer en el suelo recostándose, una cantidad de perfumes se encuentra en el lugar, Manuel como puede toma la mayor cantidad posible y las deja en el suelo cerca de el.

Ya que todos los perfumes y colonias están hechos a base de alcohol, estos le ayudaran a desinfectar un poco sus heridas, no se sabe cuanto es la cantidad de alcohol dentro de un frasco de perfume, pero seguro es suficiente como para arder en la madre.

- aquí vamos -

Tomando una bocanada de aire, Manuel destapa todos los perfumes y los vierte uno por uno sobre las heridas.

Un fuerte grito de agonía es arrojado por su boca, el dolor de sentir el alcohol entrar dentro de tus heridas, es un ardor semejante, no, la verdad no siquiera se asemeja.

Manuel vierte todos los perfumes sobre sus brazos y piernas para desinfectar, ahora su cuerpo tiene un buen olor se diría, pero es muy fuerte para el gusto de muchos, incluso para el gusto de Alfa que estornudo apenas lo olio.

Soltando un jadeo de dolor, Manuel retira su chaqueta y trata de usarla como vendaje, pero.

- bueno era de esperarse, ¿creo? -

La tela de la chaqueta fue totalmente dañada, apenas si una parte se puede usar, ni siquiera las mangas, ya que todas fueron congeladas y quebradas incluyendo las del suéter por el que Manuel opta ahora.

Quitándose su suéter rojo y la franela negra debajo de este, Manuel los rompe en tiras de hasta un metro y medio para vendar sus heridas lo suficiente como para detener el sangrado.

Reposa un rato pero luego, siente como algo tibio baja por su espalda, la sensación es muy similar a la que tenia en sus brazos, Manuel toca su espalda y comprueba que es sangre lo que por esta baja, posiblemente una herida abierta que se encuentra justo en la parte alta de su espalda.

ya no tiene tela para vendarse, sin mencionar que hay una herida bastante profunda en su abdomen justo encima del ombligo, parece ser que también gasto todo el perfume que pudo alcanzar.

- que mas da, aunque logre vendar mis herida es prácticamente imposible que se curen mejor solo me dejo morir y ya, así me ahorro mas problemas -

Sujetando su abdomen herido Manuel cierra sus ojos y trata de esperar su muerte una vez mas.

- Cuantas veces me eh rendido a esperar la muerte, ja ja - Manuel se ríe de su propia estupidez e incapacidad de pensar en una mejor opción

Al parecer se había olvidado de el, Alfa ladra de nuevo.

Así como en el pavimento, ese perro apareció así no mas y despertó a Manuel, como si le conociera de toda la vida, luego le ayudo a llegar hasta la perfumería en donde Manuel ya se había rendido y una vez mas le hizo despertar.

Manuel abre los ojos y ante el se encuentra, un perro con aspecto de lobo gris sosteniendo un bolso militar con una cruz roja.

- esto una broma ¿verdad? - dice Manuel mientras mira fijamente el paquete en la boca de Alfa.

El perro suelta el bolso sobre las piernas de Manuel y luego se retira por la puerta como si nada. Manuel revisa el contenido del bolso y dentro un kit de primeros auxilios con vendajes, morfina y píldoras rojas junto con un juego quirúrgico.

- bueno con esto tengo para vendarme, pero necesito algo para limpiarme las heridas o podrían infectarse - dice Manuel mientras observa su alrededor en busca de algo que le sirva.

- quizás todavía quede un poco de perfume por aquí todavía -

Alfa vuelve a entrar un vez mas pero esta vez trae en su boca una botella de ron Carta roja de 1930 que deja sobre las piernas de Manuel y luego se queda sentado mirándole fijamente.

- oye, ¿en serio eres un perro? - dice Manuel mientras le mira.

Manuel toma la botella de ron en sus manos y la mira mientras lo piensa.

- como sea, no puede doler mas de lo que ya e soportado - dice con ironía.

Abriendo la botella se digna a beber de un trago para saborear su primera bebida. Luego la vierte todo el contenido sobre su cabeza, espalda y brazos. un baño en licor para esterilizar sus heridas.

El ardor es inmenso y vendar tus heridas abiertas con tela mojada en ron es algo que apenas y logras soportar, Manuel desde el principio de la semana tubo que soportar todos estos males, ¿como logra salir de estos? Es la pregunta que se responde fácil con sus palabras.

- Gracias Señor, por sacarme de tantos apuros. - manuel agacha la cabeza mientras medita.

- a pesar de que me he rendido varias veces... - manuel suspira. - tu no te has rendido conmigo - dice Manuel con la mirada arriba.

Algo mareado debido al licor en su sangre, es muy notable por el hipo de su voz que ya esta borracho, sus mejillas se tornan rojas y su mente comienza a volar siendo consiente de lo que ocurre, por eso trata de mantenerse despierto. Poco a poco se levanta apoyándose en la mesa de recepción hasta que logra permanecer de pie comienza a desvestirse por completo para terminar de vendarse.

Con el cuerpo cubierto de vendas Manuel parece una momia. Luego de vendarse aun le quedan 2 rollos de vendajes de 5 metros cada uno, junto con 10 píldoras rojas y 6 inyecciones de morfina sin mencionar el bolso, tomando en cuenta eso y que su ropa ya no sirve solo guarda su biblia dentro del mismo.

Sentado en el suelo, recostado de un estante Manuel se mantiene con la vista hacia la puerta, su única salida y la única forma de entrar para los huecos.

- no puedo... no puedo siquiera levantarme... - Manuel mira afuera.

- solo debo vigilar... - dice mientras se arrastra para alcanzar la Katana.

- 7... 14... 21... 28... 35... 42... 49... - Manuel cuenta de 7 en 7 para mantener su mente ocupada, lentamente desenvaina la Katana hasta sacarla toda de su vaina mostrando el filo al frente y apuntándola hacia la puerta vigilando constantemente sin parar de contar.

Lentamente el sol se oculta y llega el anochecer dejando lejos los últimos rayos de luz volviendo a sumergir lentamente el cuerpo de Manuel en la fría oscuridad.

- 777... 784... 791... 798... - Manuel continua contando, con las pocas fuerzas que le quedan se esfuerza por tratar de encender una hoguera con los muebles y el licor que le queda. Usando nada mas que sus manos y un par de fósforos que aun tenia en sus bolsillos.

Pero por mas que se apresuraba, la noche termino por alcanzarlo y la oscuridad por abrazarlo.

- 3269... 3276... 3283.. 3290... 3297... 3304... - la voz de Manuel en la oscuridad genera un siniestro eco en toda la ciudad, aquellos números que se esparcen por las calles infestadas de nada, las avenidas gobernadas por la muerte, y los callejones llenos de ellos.

El sonido de algo siendo golpeado contra el metal y pequeños destellos de una chispa cada vez que cuenta, pero solo es un flash que no logra encender nada. El frío de ultratumba comienza a rodearlo y con el, el caminar como de miles de ciempiés que dan vueltas a su alrededor.

- El Señor es mi pastor, nada me faltará.- su voz comieza a temblar y los nervios se dan a notar.

-En lugares de verdes pastos me hace descansar - su voz se torna a un leve llanto.

- junto a aguas de reposo me conduce. - dice mientras suspira para darse fuerzas a si mismo.

- Él restaura mi alma... me guía por senderos de justicia por amor de su nombre. - pero su llorar no es contenido y los oscuros a su alrededor se percatan de su miedo. Unas ultimas chispas se generan justo antes de que el pedernal se rompa, pero a si mismo todo se apagan, ya no queda nada que le pueda salvar asi que solo cierra sus ojos una vez mas para esperar el golpe de gracia.

- Aunque pase por el valle de sombra de muerte... no temeré mal alguno... - dice dejando escapar todo el aliento en su pulmones.

- porque tú estás conmigo - dice para finalizar.

Las oraciones de Manuel llegan al vacío, el eco se esparce y lentamente una braza comienza a arder generando una pequeña luz donde antes estuvo la ultima chispa, los oscuros alrededor lentamente comenzaron a alejarse.

" en el principio no habia nada, tan solo oscuridad. Las tinieblas gobernaban sobre la faz del abismo" De entre sus parpados cerrados Manuel pudo detectar aquella luz y a su mente solo llego este pensamiento.

El crujir de las brazas y el cálido sentir del calor, Manuel abriendo los ojos vio como la hoguera ya estaba encendida. Una sonrisa se marco en su atormentada mirada y lagrimas descendieron por su atribulado rostro al recordar ese bello pasaje.