Cuando finalmente escuchó a Min Ho cerrar la puerta, supo que ya estaban los dos solos, solamente había una mucama junto a Sun Hee, escondida detrás de su espalda, era como si Sun Hee fuera un escudo indestructible capaz de proteger a cualquier persona.
Sun Hee examinó detalladamente todo de Jin Chin, la manera en la que se movía, sus expresiones...
Cualquier cosa para ella era útil.
—Señor Jin, ahora que no hay nadie... ¿Puede decirme porque vino tan repentinamente?
—Cuñada—tomo una pausa y río durante unos segundos.—Jaja, nunca imagine que diría esa palabra.
—Por favor, no evite mi pregunta—dijo seria y fríamente.
Jin Chin paso su mano por su frente, luego arrugó sus cejas. Pudo notar fácilmente que Sun hee intentaba mantenerse tranquila, pero en verdad sus piernas temblorosas la delataban completamente.
—Parece que no quieres tener una conversación con tu agradable cuñado, vas ha conseguir que me ponga triste, estoy un poco decepcionado.
Esperaba que al menos tú me dieras una cálida bienvenida.
Sun Hee suspiró angustiada.
—Por favor, deje de decir tonterías, no creo que haya venido de visita.
—Adorable cuñada, no debe pensar de esa manera, realmente solo quiero ver a mi preciado hermano.
Sun Hee comenzaba ha perder la paciencia, lo único que hacía Jin Chin era evitar sus preguntas y llamarla cuñada.
No iba ha perdonarle tan fácilmente que hubiera echo llorar a Shaoran.
Todas las personas que trabajaban en la mansión la habían tratado con mucho respeto, siempre le sonreían y la hacían reír, los consideraba su segunda familia.
Sun Hee caminó lentamente hacía el sillón que estaba en frente de Jin Chin.
Se sentó y cruzó sus piernas, luego se inclinó un poco hacia atrás para poder apoyar su espalda y sentirse cómoda.
Le esperaba una larga charla.
—Señor Jin Chin... Cuñado, por favor pare de evitar mi pregunta y respóndame, si es necesario estaré sentada aquí las horas que hagan falta—explicó tranquilamente.
—Esta bien, parece que no se va ha rendir tan fácilmente—dijo mientras miraba los ojos de la joven llenos de determinación.
Sun Hee asintió vigorosamente al darse cuenta de que por fin logró que su cuñado entendiera que no iba ha callarse si no recibía una explicación lógica.
—Lo que quiero es algo sencillo, solamente quiero que esta mansión sea mía.
Mi hermano puede conseguir otra fácilmente, asi que quiero quedarme con esta.
Sun Hee abrió los ojos sorprendida, lo que acababa de escuchar era ridículo, ¿tanto escándalo solo por una mansión?
¿Porqué no compraba él una, era necesario tener la de su hermano?
—Cuñada, no piense que es patético lo que acabó de decir, es simple de entender, quiero todo lo que tenga mi hermano, arrebatarle todo es lo único que en verdad deseo—explicó relajado, parecía no darse cuenta de lo que acababa de decir.
¿Cómo podía actuar tan tranquilo después de haber dicho eso?
¿Acaso no se daba cuenta de sus comentarios egoístas y inmaduros?
***
Media hora después.
Min Ho estaba cerca de la entrada de la mansión, llevaba observando a Shaoran un largo rato, le era imposible decirle algo, pensó que por su culpa él había recordado su pasado.
Intentó ser valiente y acercarse a él.
—¿Shaoran?
Shaoran se giró asustado y lo miró con los ojos todavía enrojecidos, no se esperaba verlo en ese momento, se dio cuenta de que había dejado a la señorita sola.
—¿P-porqué dejaste a la señorita sola? Eres realmente un bastardo.
Se levanto rápidamente dispuesto a entrar a la mansión.
Cuando pasó por al lado de Min Ho y vio que este no se movía, volvió ha enfadarse.
—¿No piensas entrar a la mansión?—preguntó mientras le miraba. Observó su expresión, parecía sorprendido.
Enseguida se giró para ver qué observaba tan detalladamente, casi tropezó al ver como Seong-Jin se acercaba.