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Chapter 37 - Capítulo 37: Llévame en tus brazos...

Seong-Jin se encontraba en una reunión muy importante cuando le dieron la noticia de qué a su esposa le habían encarcelado por un crimen.

Estaba furioso, no con ella, si no con la persona que la había culpado de algo tan grave.

No podía ni imaginarse a su esposa en aquella celda.

Había salido de la reunión, dejo a todos los empresarios importantes allí.

Ahora iva en su vehículo a toda velocidad para llegar lo antes posible.

Llamó a varias personas para qué le ayudarán a encontrar al desgraciado culpable de esto, no dejaría que se saliera con la suya y menos si se trataba de su esposa.

Una hora después llegó a la comisaría, fuera estaba esperando Min ho con muchísimos guardaespaldas. Incluso aquél mayordomo era protegido cómo alguien de la realeza.

—No deberías de haber venido—habló Seong-Jin serio.

—Joven amo disculpé, pero me preocupó que quizá no viniese. Al colgarme la llamada pensé que no vendría.

Seong-Jin asintió y luego movió la mano indicando a los guardaespaldas qué entrasen todos dentro.

Si ellos se atrevieron a molestar a su esposa, se acordarian toda la vida de aquél hombre...

Él entró en la comisaría después de los guardaespaldas, Min ho iva a su lado.

Varios policías estaban pálidos al ver a tantos guardaespaldas, pero lo que finalmente provocó que cayeran al suelo fue ver a Seong-Jin entrando por la puerta. Casi nunca se dejaba ver, por eso muy pocas personas conocían su rostro.

Solamente las autoridades sabían de él, tenía tanto poder qué era capaz incluso de sobornar al gobierno.

—S-señor q-que se le ofrece—decian tartamudeando los policías mientras evitaban hacer contacto visual con él.

—Quienes fueron los que detuvieron a mi esposa—serio.

Todos los policías que escucharon aquello empezaron a echarle la culpa a los demás.

Enseguida todo lo que se escuchaba en la sala eran gritos.

—No deberían hacer tanto ruido...—dijo Min ho mientras miraba al joven amo.

Seong-Jin paso completamente de la situación y fue directo a buscar a su esposa.

Incluso aquél hombre podía notar el frío qué hacía en cada celda.

Poco después vio a su esposa, estaba apoyada en la pared y sus finos labios de color rojo ahora temblaban y perdieron casi todo el color.

Seong-Jin con la cara oscurecida se acercó y se sentó junto a ella.

—¿Estás bien?

—Sí...

—Entoces vámonos—habló con una voz agradable pero seria a la vez.

Él ya se había levantado para ir a la entrada de la comisaría.

—Espera... llévame en tus brazos, estoy cansada—su voz era débil y casi no podía caminar.

Sun hee se había acostumbrado a estar en la mansión, allí nunca había pasado frío. Era un gran cambió para ella estar tanto tiempo en un lugar tan frío.

Él se acercó a ella rápido, en unos segundos ya tenía a su esposa en sus musculosos brazos, poco a poco Sun hee fue durmiéndose en sus brazos.

Seong-Jin la miraba detalladamente, cada vez qué veía su débil cuerpo sentía más y más furia al pensar que alguien había acusado a su esposa de un asesinato...

Comenzó a caminar hacia la entrada. Min ho lo miraba sorprendido, quería emocionarse por aquélla escena pero ver a Sun hee de esa manera le rompía el corazón.

Los policías entraron en pánico al ver a aquélla mujer, si ella se atreviera a contar como la trataron ellos hace solo un rato sería el final de su carrera...

Seong-Jin aclaró su voz y le pregunto a los policías.

—Quién puso la demanda—despreciaba a aquellas personas.

—N-no lo sabemos nosotros solo recibimos ordenes. Podemos llamar al oficial ahora mismo para que se lo diga, puede tomar un rato...

Seong-Jin miraba a su esposa, tenía su cabeza apoyada en su pecho.

En ese momento sólo quería llevarla a casa para que pudiera descansar.

—No, ya lo solucionare más tarde.

Ordeno a los guardaespaldas que se retiraran, luego él salió de la comisaría con Sun hee en sus brazos.