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¿Cálida?

Lucia0711
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Synopsis
Año 4089. Hace varios milenios que los humanos se extinguieron y dejaron de vivir en la Tierra; poco después de la desaparición, nacieron otras criaturas superiores que dominaron con egoísmo el planeta: los feéricos. Ahora, sus reinos están plagados de enigmas y mentiras que difunden los pétalos de las flores, mientras que los árboles protegen con sus copas de los temibles enemigos.

Table of contents

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Chapter 1 - Capítulo I

     Sky

     La floresta era un hervidero de vida y color.

Cada tallo, cada pétalo, parecía ocupar su lugar en el mundo, con una belleza exótica y singular que compartían con las hadas y los silfos que los habitaban. Los árboles, altos y robustos, tapaban el cielo, oculto y tímido, pero formando un tejido esmeralda que filtraba la luz, deslumbrando todo ser existente. Las flores bailaban en son con la canción del viento, agitando sus pétalos para atraer a los colibríes y las libélulas.

     Fue entonces cuando decidí descansar del viaje y parar un rato para reponer fuerzas. Me senté en una roca a la orilla del río, ignorando el musgo bañado en rocío que corría por su superficie de piedra. Los nenúfares me observaban desde el río de aguas cristalinas, admirando con curiosidad cómo rellenaba pacientemente mi cantimplora.

Me quedé embelesada mirando mi propio reflejo en el agua. Era una chica modesta y sencilla, pero lo cierto es que todo el reino envidiaba mi aspecto: piel pálida, ojos broncíneos y un cuerpo esbelto y atractivo, delgado y pleno de curvas. Mis pestañas espesas y sensuales eran la envidia de todas las jóvenes quinceañeras como yo, y mis labios carnosos y apetitosos eran el deseo de todos los chicos de los alrededores.

     De pronto, el reflejo de una conocida sonrisa me sobresaltó.

—¿Tanta manía me tienes que te escapas sin que te vea? — preguntó, con sorna.

—No eres tú, es... el palacio — suspiré, mientras miraba con melancolía al infinito —. No me gusta estar encerrada.

     —Creo que eres la única princesa que conozco a la que no le gusta vivir entre joyas y diamantes, y con sus súbditos a sus pies.

     Me reí.

     —¿No será porque no conoces a ninguna otra? — me burlé de él.

—En fin, que debes volver con su majestad — dijo Jack, asqueado.

     —Aquí no nos ve nadie, no falta que llames "majestad" a papá como si fueras su perrito faldero.

—Pero aún así deberías volver, Sky — dijo, cogiéndome del brazo como si fuera una niña —. Ni siquiera a mí me gusta que vayas sola deambulando por el bosque. Anne se ha pasado toda la mañana buscándote para jugar a escondite.

Me reí con ganas por una vez. Yo era la hermana mediana, hermana de Jack y Anne, una adorable y juguetona niña de seis años que solo quería jugar a todas horas.

     De repente, Jack se quedó paralizado y se dedicó a inspeccionar de reojo todas mis cosas, tiradas por el suelo.

     —No era una escapada... — musitó para sí mismo —. Te vas a ir. ¿Por qué?

     Entonces fue cuando se dio cuenta del carcaj que pendía de mis hombros, escondido entre mis rizos pelirrojos.

     —¿¡Te vas a la guerra!? ¿¡Estas loca, acaso quieres el suicidio!? — jadeó.

     —Es mi decisión — mis palabras se ahogaron bajo los chillidos de guerra que se acercaban cada vez más.