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Chapter 62 - 7: Recuerdos

—¿Y cómo me ayudarás?

—En los hospitales tienen sangre; creo que si vas con la certificación de tu condición, ellos pueden ayudarte.

—Creí que me ayudarías realmente, pero veo que fue mentira— retrocedí—. Terminamos— quise caminar a la puerta y habló:

—Emily, ¿Cómo que terminamos?

—Eres un mal novio, ni siquiera puedes hacer algo tan simple como eso por mi. Aún habiéndote dicho sobre mi condición, me tratas de esta forma tan patética.

—¿Qué dije mal? Yo solo quiero ayudarte.

—¿Crees que eso va a ayudarme? No soporto esta situación. ¿Crees que es fácil tomar diferentes tipos de sangre todo el tiempo? Eres mi novio, es tu obligación ayudarme si realmente te importo.

—¿Estás pidiendo que te dé de la mía?

—Sí, eso quiero.

—Pero yo no puedo hacer eso.

—Eres muy malo. ¡No quiero saber de ti nunca más! — grité, y salí molesta de ahí.

Sentía que me estaba asfixiando al tener ese dulce olor tan cerca y no poder probarlo como quería.

«¿Cómo se atreve a negarse?»

Algún día no le quedará remedio que hacer lo que yo diga. Tendré que esperar mientras tanto.

Iba caminando y sentí un fuerte dolor en el estómago, que me hizo presionar mi barriga. No me he estado alimentando bien, y el haber probado de él, ha causado que aparezcan de nuevo estos malestares de los que me costó salir hace años.

Recuerdos:

—Todo estará bien, pequeña.

Recuerdo como ese asesino acarició mi cabeza, luego de haberme arrebatado lo más preciado que tenía.

No olvido su rostro, ni esa sonrisa forzada que me dio; mucho menos la forma en que esas manos sucias me alejaron de mis padres.

«¡Lo odio! ¡Lo odio¡ ¡Lo odio!»

—¿Por qué me lo arrebataste? Él era lo único que tenía. Algún día te encontraré, y pagarás por esto.

«Nunca supo responderme, pero ya falta poco para cumplir con mi promesa. Le haré vivir un infierno. Deseará no haberse metido con mi papá»

—La niña presenció la muerte de sus padres, y desde entonces no ha vuelto a hablar.

—¿Qué nos sugiere que hagamos, doctor?

—Darle tiempo, y continuar con el tratamiento.

Recuerdo todas esas noches de desvelo, sin poder conciliar el sueño, porque el dolor de mis entrañas no me lo permitía; también esos temblores y malestares constantes por la falta de mi fuente de energía. Fue un proceso muy largo, del cual ahora he vuelto caer, por culpa de ese virgen cobarde. Debí contenerme ese día, pero no lo hice. Ahora debo atenerme a las consecuencias.

Escuché unos pasos cerca de mí y levanté la mirada. Había dos chicos delante de mí, y pude reconocerlos de inmediato. Eran esos cretinos que se burlan constantemente de Kevin.

—Tenemos que hablar.

Me quedé en silencio ante lo que dijo, y retomé mi postura.

—¿Eres la novia de Kevin?

—¿De cuándo acá debo darle explicaciones a un cretino como tú?

—¿Qué dijiste?— se acercó.

—Dije que; ¿De cuándo acá debo darle explicaciones a un cretino como tú?

—Eres muy altanera. ¿Acaso no sabes con quién te estás metiendo?

—Sí, con un idiota que se cree la gran cosa, y disfruta haciendo sentir a los demás inferiores, cuando la poca cosa eres tú. ¿Te has visto en un espejo, cretino? — reí—. No tienes nada de atractivo, es más; ni siquiera tienes atributos o habilidades. Toda tu persona me repugna.

—¿Quién te has creído, perra?— alzó la mano, pero no se atrevió a golpearme.  

—¡Déjala en paz!— dijo Kevin, parándose delante de mí.

—Ahí salió el gallito, defendiendo a su noviecita. Deberías enseñarle a guardar silencio, porque para la próxima que se atreva a levantarme la voz de esa forma, no voy a contenerme.

«El héroe sin capa otra vez interfiriendo»

—Solo váyanse, por favor— pidió Kevin.

—Dile que se disculpe.

—¿Disculparme yo? — reí.

—Yo lo haré por ella, pero por favor, váyanse.

Vi la intención en Kevin de arrodillarse, y le agarré fuertemente la mano, haciendo que se quejara.

—Te atreves a arrodillarte delante de este, y seré yo quien te golpeé.

—Emily…

—Busca ganarte mi disculpa, por ejemplo, invitándome a salir— solté, y Kevin me miró.

—¿Qué dijiste, Emily?

—No me gustan los cobardes, y tú eres eso que más detesto. Prefiero salir con alguien más, que soportar esta actitud tan ridícula.

—Lo siento. No pensé que te sentías así— bajó la cabeza, y se fue caminando.

«¿Se va a rendir así nada más? ¡Maldito cobarde!»

Me le fui detrás y le agarré el brazo, haciéndolo caminar conmigo. Ya había escuchado el timbre, pero tenía que darle su merecido a como dé lugar.

Lo llevé al gimnasio y tiré la puerta.

—¿Así nada más te rindes? ¡Eres un cobarde, Kevin!

—Lo siento. Yo solo no quiero que pienses esas cosas de mí— bajó la cabeza.

—¿Cuántas veces te he dicho que no bajes la cabeza? — agarré fuertemente el cuello de su camisa—. Eres un hombre, no una gallina.

—Yo no quiero que estés molesta.

—Quítame el enojo entonces. Haz algo que me haga considerar el no golpearte ahora.

—¿Algo como qué?

«¿Por qué demonios estoy perdiendo el tiempo discutiendo con este idiota?»

—Olvídalo— lo solté, y me disponía a salir, cuando escuché que añadió algo más:

—¿Esto funciona?

Lo miré al escuchar su voz temblorosa, y extendió su mano hacia mi.

—¿Quieres volver a hacerlo, Emily?— desvió la mirada, y fue como un golpe bajo.

Sentí que bajé demasiado la guardia, hasta el enojo se me quitó.

«¿Quién podría decirle no, a un ofrecimiento tan amable como ese?»

—Es lo más inteligente que has hecho y dicho hoy, Kevin.