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Chapter 60 - 5: Los miedos

—¿Qué estás haciendo, Emily?

—Dame tu mano.

—¿Para qué?

—Hablas mucho— agarré su mano y la llevé a mi rostro, él trató de quitarla, pero la aguanté firmemente—. No se te ocurra quitarla— lamí esa fantástica lágrima, y fue como si mi cuerpo e incluso mi estómago, se hubieran sentido contentos.

Mi cuerpo no dejaba de temblar, y crucé mis piernas al sentir ese calor, que se concentró en mi parte baja. Sentí un hormigueo en mi lengua, que hace mucho no sentía.

—¿Qué crees que haces?— me quitó su mano asustado y suspiré.

—Ah, que nostalgia— solté desanimada.

Hace mucho no sentía esas placenteras sensaciones. Extraño tanto a papá.

Apreté mis puños y rechiné los dientes.

—No voy a descansar hasta acabar con ese infeliz que me lo quitó— murmuré—. Le haré vivir un infierno— reí malévola.

—¿Emily?

—Ah, ¿Todavía estás aquí?

—¿Y dónde podría estar? ¿Qué fue eso que hiciste hace un momento? ¿Acaso eres vampira?— preguntó tímidamente, a lo que solté una carcajada.

—No, pero cualquiera diría que te excita la idea— miré su erección y sonreí—. Puedo convertirme en una, pero te aseguro que sufrirás mucho— sonreí, y se asustó—. No te asustes, no te haré nada.

«Todavía»

—Creo que estás jugando muchos videojuegos o leyendo muchas historias de fantasía, los vampiros no existen.

—¿Y por qué hiciste eso?

—Te me haces muy lindo, Kevin.

«y apetitoso»

—Quiero que salgas conmigo— lo encaré.

—¿Qué?— tartamudeó.

—¿No es eso lo que quieres conmigo? No creas que no me he dado cuenta. Siempre estás detrás de mí y queriéndome, según tu, defender.

Se quedó en silencio y me miró sorprendido.

—Ya lo decidí; desde ahora en adelante, seremos novios— sonreí.

—¿Yo realmente te gusto, Emily? Siempre has sido muy tímida con la gente y cortante conmigo. El otro día dijiste muchas cosas y sé que tienes razón en ellas.

—¡Ya cállate!—me acerqué a su oreja—. Eres desesperante y ruidoso. Si no me gustaras, no estaría de novia contigo.

—Siempre me has gustado, Emily.

—Quiero que nos encontremos aquí todos los días, Kevin.

—¿Para qué?

—Seré tu novia, pero a cambio, quiero que me alimentes.

—¿Y cómo hago eso?

—Como ahora— mordí su oreja, y se estremeció.

—Espera, esto no está bien. ¿Por qué haces eso?— me alejó, y presionó su mano.

—¿No me digas que eres virgen todavía?

—¿Tengo que responderlo? — dijo nervioso.

«Quizá por eso su sangre es tan dulce. Es de muy buena calidad y debe ser mía»

—No importa. Dejarás de serlo en algún momento y te ayudaré. Salgamos de aquí, y no olvides en lo que quedamos. Mañana te esperaré en este lugar.

Miré la ventana en cristal que había, pero estaba muy alta. Alcancé un tubo en metal y me quité la camisa.

—¿Qué haces?

—¿No me digas que te da miedo ver a una mujer sin camisa? Has debido haber visto tetas antes, ¿O no? — desvió la mirada y suspiré.

Cubrí con la camisa la punta del tubo en metal, y le di un golpe fuerte al cristal. Los vidrios cayeron al suelo y el idiota de Kevin, me jaló hacia él.

—Ten mucho cuidado. Pudiste haberte cortado.

—¿Y eso qué? Ayúdame a subir.

—¿Cómo?

—Debes juntar tus manos— le enseñé cómo hacerlo y me subí hasta llegar a la altura de la ventana.

Quité la camisa del tubo y la coloqué encima de los vidrios, que aún permanecían en la ventana. Me sujeté de ambas esquinas, y logré sacar parte de mi cuerpo por el agujero de la ventana. Al salir, le hablé desde el otro lado.

—Quítate la camisa y tirala por la ventana.

No podía usar la mía, debía estar sucia y llena de vidrios. Él tiró la suya como pudo, y me la puse.

—Ya regreso.

—No me dejarás aquí, ¿Verdad?

«Ese tipo es una gallina»

Fui a la oficina del director y le dije una mentira, para que así pudiera venir con las llaves y abrir el gimnasio. Kevin salió y cayó de rodillas, se veía fatigado y su rostro estaba rojo.

—¿Ahora qué te pasa?

—Gracias por ayudarme. Creí que iba a morir solo y de asfixia ahí dentro.

—¿Es ese tu mayor miedo?

—Sí, odio los lugares cerrados o de poca ventilación.

Reí fuertemente al recordar el sótano de mi casa. Ese lugar era el más divertido y valioso para mí. No puedo esperar para regresar a mi dulce hogar.

—¿Por qué ríes?

—Algún día deberás enfrentar tus miedos, y quién sabe si ese día esté muy cerca.

—¿Eso qué significa?

—Dicen que muchas veces los sueños se hacen realidad, lo mismo sucede con tus miedos. Algún día tendrás que pasar por eso, y espero estés preparado cuando suceda. Que el día de hoy te haya servido como una buena experiencia, así me das la oportunidad de divertirme luego— sonreí.