El calendario de su pared tenía tachado otro día, era un Viernes algo peculiar, el cielo marcaba un antes y un después entre el día y la noche, las nubes se teñían de un tono anaranjado <
Se volvió para ver el reloj que colgaba de la pared, ya pasaban de las 6 de la tarde, estaba aburrido, todo su día había sido de lo más rutinario, había ayudado a su madre a la limpieza, había leído e incluso había revisado sus apuntes escolares, algo que no hacía desde la última semana de clases, esperaba ansioso por volver a ver a su amigo, al cual no había visto desde hacía días, cuando comenzaron las vacaciones de verano. Justo cuando se recostó en su cama, el sonido del timbre llegó a sus oídos << Por fin>> Pensó.
— ¡Marco..! -Gritó a todo pulmón su madre- ¡..Alex acaba de llegar!
Sin pensarlo dos veces, se paró deprisa y busco su sudadera azul marino, su favorita <<¿Donde diablos estás?>>
— ¡Marco…! -Gritó de nuevo su madre.
— ¡Ya oí, solo encuentro mi sudadera! -dijo al tiempo que miró debajo de su cama y la encontró.
Bajo a toda prisa las escaleras y vio a su amigo en la sala de su casa, con su típica gorra verde que no soltaba ni para dormir, prácticamente parecía parte de él.
— Así que… ¿Estas listo para los videojuegos? -Alex le sonrió haciendo como que sostenía un control de videojuegos.
— ¡Te aplastaré!, Pero corre, entre más pronto salga de aquí mejor.
Corrió hacia donde se encontraba su madre quien cuidaba de su hermana pequeña y se despidió con un beso en la mejilla tanto a su madre como a su hermana.
— Y más te vale no hacer travesuras sin mi ¿Eh? -sonrió y se dirigió hacia la salida junto a Alex.
Al salir sintió una leve oleada de viento que le sacudió el cabello que desde hacía meses no recortaba. La noche estaba cerca pero estaba oscureciendo demasiado rápido, más de lo que el imaginaba, aunque no le tomo tanta importancia.
Caminaron hacia la casa de Alex que no estaba a más de 4 cuadras de la de Marco. Parecía que a cada paso que daba, el cielo oscurecia, miró de nuevo su reloj y se sorprendió al ver aún no eran si quiera las 7 de la noche. Apenas cruzaban cerca de un parque cuando la oscuridad cubrió por completo el cielo.
A diferencia de la oscuridad que habita en la noche, esta era distinta, era como una capa que cubría el cielo e impedía que la luz entrase.
— Oye… Alex -dijo con voz preocupada y se paró en seco en medio de la acera.
Alex se volvió a mirarlo y Marco apenas lograba distinguir su rostro gracias a que se habían encendido las luces del parque.
Ambos quedaron atónitos al escuchar varios estruendos, parecidos a como si varios objetos impactasen contra el piso. Marco no sabía que ocurría y mucho menos sabía cómo reaccionar, en ese momento, sólo pensaba en su familia.