Escondida en un rincón, asustada como animal, Zeira bajaba el volumen de sus sollosos. Había visto a unos tipos correr detrás de ella y seguirla por los callejones y callejuelas. Las piedras de las calles estaban totalmente lisas y las pisadas se escuchaban muy alto siendo tarde por la noche.
Finalmente decidió quitarse las sandalias y correr descalza para poder esconderse en un cajón que alguien había dejado volteado y en un lugar oscuro.
Los tipos pasaron por un lado, sin percatarse que Zeira estuviera en ese lugar, tratando de no llorar, ni de hacer ningún tipo de ruido.
Las trenzas sobre sus hombros, le proporcionaron una mordaza eficaz para no emitir sonido alguno.
Después de mucho revolotear, y pensar en voz alta, los tipos decidieron abandonar el lugar, lamentando no haber podido darse un festín con ella.
Ahora, esos hombres habían sido atraídos a ella, gracias al olor a rosas que desprendía su cabello.
Zeira se preguntaba de dónde habían salido, puesto que ella había puesto citronella en las orillas del rio, para evitar este tipo de pervertidos. La citronella es una planta que huele bien para las bestias, pero no para los cambia formas.
Había estudiado eso con la bruja antigua y debía de haber funcionado. A menos que ...
Zeira se tapo la boca, al recordar que la citronella, mezclada con rosas, era el afrodisíaco de los vampiros. Estos entraban en fase cuando olían la citronella con rosas, y sangre humana. Pero ella creía que estás criaturas eran un circo; para las hechiceras, los cambia formas eran aliados, pero no los vampiros. Ellos destrozaban aldeas, hundían pueblos, por tomar la sangre de la persona que los atrayese. Simplemente caótico, más que bestial. Era un horror ver los restos de las aldeas, basura por doquier, masas, que antes eran cambia formas, y humanos, ahora hechos pedazos, sin gota alguna de su líquido vital. Hogueras para los que fueron consumidos enteros, y evitar dejar hijos recién convertidos. Un desastre emocional para aquel que lo viera, sin que tuviera pesadillas por las noches.
Zeira había sido una sobreviviente de una matanza de esas. Había llamado "mal augurio" a su propia madre, a quien devoraron y desgarraron esos carniceros.
Nunca supo que hizo ella para atraerlos, y por qué esos vampiros buscaban a su madre. Por qué la devoraron a ella, por qué los llevo a la aldea o por qué solo a ella le quitaron su líquido vital.
Toda la aldea fue masacrada por culpa de su madre, y en las aldeas vecinas, Zeira había sido apodada como la portadora de la muerte, puesto que fue la única sobreviviente.
Solo tenía una pregunta en mente: ¿Por qué sobrevivió? Si ellos mataron a toda la aldea, devoraban animales, cambia formas y humanos por igual. ¿Por qué ella sobrevivio antes, y por qué sobrevivió ahora?
Una pregunta tan recurrente y tan molesta a la vez, puesto que había quedado huérfana, y ahora que era adulta, sus maestras también habían trascendido.
Sin siquiera darse cuenta que el tiempo pasaba, o que sus piernas se hubieran adormecido por el dobles, Zeira estaba hundida en sus pensamientos.
Hasta que alguien levanto la caja, y la encontró hecha un ovillo.
La luz del sol dejo ver a una chica de pelo blanco, mejillas coloradas y una túnica harapienta, percudida por el paso del tiempo.
La persona que había levantado la caja, quedó asustado por haber visto a semejante mujer en ese estado deplorable.