Me mudé a finales del año 2016.
Me mudé pensando que tendría una mejor vida. Pero fue un error muy grande, porque todo se empezó a derrumbar justo cuando lo hice.
Te conocí empezando el año 2017, en la secundaria, tercer año, en clase de computación. Me caíste bien así que pensé que podríamos ser muy buenos amigos.
Arturo, el chico que más daño me hizo, el chico que cuando se fue trajo la depresión. Pero tranquilo, no fuiste la única persona que me destrozo el alma.
Nos hicimos buenos amigos: siempre nos sentábamos juntos en todas las clases y comíamos juntos.
Sabía que eras mi mejor amigo y, eso, me hacía feliz. Que estuvieras para mí, que me escucharas a las 3 am, que leyeras mi libro favorito aún si a ti no te gustaba leer. Que vieras mi película favorita, que quisieras ir a mi casa a altas horas de la madrugada, todo eso me hacía feliz, me hacías sentir especial.
Eras el único con quien me desahogaba, sabías muchas cosas de mí. Sé que tú me querías como algo más que una mejor amiga, pero no supe cómo corresponderte: no podía creer que alguien como yo te gustará y, sin darme cuenta, también me empezaste a gustar. Y te empecé a querer más de lo que debía. Todo iba bien, pero empezaron los problemas y fue ahí cuando nos alejamos. Tu sabes con exactitud que problemas.
Yo era muy sensible así que me sentí muy mal por todo lo que había pasado. Lloraba todas las tardes después de llegar de secundaria, también en las noches antes de dormir. Y empeoró aún más. Sólo iba una o dos veces a la escuela en toda la semana, no quería ver a nadie, ni mucho menos podía verte a ti, porque eso dolía más.
Cada vez que iba a la secundaria hacías cosas, cosas que no debiste hacer, cosas que me herían más y más. Tú sólo te quedaste ahí dejando pasar el tiempo, dejando que yo creyera que todo fue mi culpa.
Haciendo cosas malas.
Prometiste nunca alejarte, nunca dejarme, e hiciste todo lo contrario. Y sinceramente yo te creí porque pensé que eras diferente.
Creo que después de que nos distanciáramos la mayoría del salón me odiaba.
Ya no tenía amigos, o no amigos de verdad, me sentaba con los demás a comer como si de una rutina se tratase. No hablaba, no había ruido y lo que que quedaba del receso me iba al baño a esperar que terminara.
Había veces que me encerraba en el baño a comer, también en las que las lágrimas salían solas, sin esfuerzo.
Me lastimaste, mis sentimientos estaban heridos. Tal vez si hubiese estado con las personas correctas después de lo que pasó hubiese podido salir de esta. Pero ahí no había personas correctas, no tenía nada.
No te puedo agradecer ni tampoco perdonar. Sé que dije que sí podía pero realmente no puedo.