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ADVERTENCIA: Si es demasiado sensible o sentimental le recomiendo... preparar un paquete de pañuelos.
Se narrará en primera persona. Dos perspectivas de personajes que solo conocerás en recuerdos. Se recomienda discreción.
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-(Mateo Flórez)-
La conocí por primera vez en el primer año de secundaria, bastante joven para estar en ese grado, igual a mi que me salte un grado en la primaria, ella era completamente indiferente, una princesa de hielo, con todos cortes pero distante, con el único que era amable y alegre era con Manuel Narváez, dos grados por delante que nosotros... ¿como no iba a ser cariñosa con él? Después de todo eran hermanos pero yo no lo supe hasta unos años después de conocerla. La primera vez que vi su sonrisa el mundo pareció perder su color y solo la tenía a ella en el centro, iluminando hasta el último rincón de este mundo. Lamentablemente no me sonreía a mi... si, lamentablemente, jamás me sonrió con las emociones que yo esperaba ver en su sonrisa y en sus hermosos y brillantes ojos esmeralda. Después de ver su sonrisa sincera a su hermano supe que yo quería que siempre sonriera sinceramente, no como su sonrisa cortes pero distante habitual, sino una sincera y verdadera sonrisa. Con esos pensamientos locos me acerque a ella y con el tiempo nos hicimos amigos, jamás sospeche que aunque confiaba en mi no tuvo la fortaleza de decirme que su nombre ya no era Marta Díaz sino Marcela Narváez, supongo que todavía quería demostrar que era una chica capaz sin la necesidad de estar a la sombra de una gran familia. Teníamos 11 años en ese momento, para decirlo sin rodeos, mientras yo estaba entrando en secundaria, mi primo ya había entrado a la universidad, siempre fue demasiado inteligente pero también muy introvertido e indiferente, creía que su caparazón, uno con el que al parecer nació (no literalmente, estoy exagerando) nunca iba a ablandarse ante nadie. Que equivocado estaba al pensarlo.
Los años pasaron, y el compromiso de mi primo con la familia Narváez fue anunciado. Marta y mi primo ya se conocían para ese momento, ya sabía que su nombre era Marcela Narváez y que fue adoptada cuando tenia 9 años, mis sentimientos por ella se profundizaron con el paso del tiempo, yo la ame, tanto hasta el punto de tolerar que no me amara siempre que pudiera verla feliz, no me importaba siempre que ella fuera feliz. El día que se anunció el compromiso, mi pecho dolió tanto como si me hubieran clavado miles de agujas, perro Edge dolor no era porque ella se comprometiera sino porque ella no quería comprometerse y yo no estaba a su lado para consolarla, en ese momento estaba fuera de la ciudad estudiando, fue uno de mis mayores arrepentimientos en la vida.
Aunque no lo esperaba, mi primo y ella se enamoraron profundamente, no puedo negar que me dolió pero ellos eran felices, mi primo también era una persona muy importante para mí, incluso más que mi padre, deje de respetarle el día en que traicionó el voto de mi madre de no volver a casarse cuando ella murió, mi padre volvió a casarse y, sinceramente, esa mujer y su hija no me dieron buena espina desde la primera vez que las vi, quién hubiera imaginado que mi intuición era tan correcta. Desde el fondo de mi corazón les deseo a mi primo y mi mejor amiga una vida feliz.
Quién hubiera sabido... que un desastre natural se llevaría a mi primo, al menos eso fue lo que pensé ese año. Marta estaba devastada, la alegría que su corazón había ganado en los últimos 6 años desapareció, se extinguió. Ella también resultó herida y cuando pudo ir en busca de su prometido se enteró de que había muerto. No niego que fue un golpe para mí también, pase muchas noches sin dormir teniendo terribles pesadillas sobre su muerte. Mis ojeras eran profundas, pero a diferencia de ella, yo todavía parecía humano. Ella otra vez (según su familia) dejo de hablar, ni un sonido salía de su boca, ni una sonrisa ni siquiera falsa apareció en su rostro. Parecía estar más muerta que viva, no lo digo en broma, se volvió tan delgada que parecía que una ráfaga de viento la podría derrumbar, sus ojos siempre apagados, parecía que en cualquier momento la muerte se la llevaría. Esa fue la primera impresión que tuve cuando por fin pude regresar a la capital, cuatro meses después del terremoto, estaba tan conmocionado que mis ojos se inundaron de lágrimas, pero las contuve porque sabía que debía ayudarla a superar esta difícil fase. La primera vez que me vio después de la muerte de mi primo, me confundió con él, sus ojos se iluminaron brevemente, pero cuando se dio cuenta de que no era él su esperanza casi se extinguió por completo. Paso casi un año antes de que ella estuviera dispuesta a hablar de nuevo, la primera persona con la que habló no fui yo, fue su hermana menor y no fue nada menos que para aclarar que solo me veía como su mejor amigo. Que mujer tan despiadada, debería odiarla pero ya es demasiado tarde para retroceder porque ya le di mi corazón.
Un año después, mi familia propuso un matrimonio "alternativo"... si, yo era un simple sustituto, y a Marta no le gustó mucho la decisión de su familia. Jamás iba a amarme, nunca lo hizo. Ella cortó los lazos con su familia y volvió a usar su nombre de antes de ser adoptada. Intente por todos los medios convencerla de casarse conmigo, pero ella insistía implícitamente que Miguel estaba vivo. Al principio yo quise abrigar la misma esperanza, pero no podía, quizás mi naturaleza era egoísta, inconscientemente esperaba que no estuviera vivo, yo quería ser el único en su vida. Me odie por ese pensamiento. Milagrosamente, y digo que fue un milagro, ella aceptó casarse conmigo casi un año después de la impulsiva decisión de nuestras familias. Yo sentia amor, ella solo quería compañía. Nuestra boda no fue muy suntuosa, solo se invitó a amigos y familia. Su vestido blanco la hacia ver extremadamente hermosa, pero en la ceremonia apenas sonrió, ni siquiera era una sonrisa, solo un levantamiento apenas perceptible de la comisura de sus labios. Ese día, fue la primera y la última vez que toque sus labios, fue por pura formalidad de otra manera ella no hubiera aceptado besarme. Teníamos casi 19 años, demasiado jóvenes pero los hijos de familias con educación tan conservadora como las nuestras, somos bastante precoces. Creía que con el tiempo podría ganar su amor. No lo logré, pero no me arrepiento, después de todo gane su confianza, eso era más que suficiente.
Dos años de matrimonio, no amoroso, pero armonioso. Quizás los dos años más felices de mi vida. Esa armonía fue arruinada, y en culpable responde al nombre de Mireya Muñoz. Vieja bruja. Empezó a presionarnos por herederos. ¡Hijos! Apenas si podía abrazarla en la mañana, ¿como podríamos tener hijos de la nada? ¿Que los traiga la cigüeña? ¡Ja! Se me hizo muy raro que esa mujer empezará a desesperar por herederos, fue entonces cuando empecé a investigarla, a ella y a su hija, Melani podía parecer amable pero yo todavía podía sentir un aire pesado a su alrededor. Fue un momento tan oscuro en nuestro matrimonio, teníamos hablarnos porque empezábamos a discutir. Cuando llegamos a un callejón sin salida, Carol, ese hermoso angel que fue enviado por los cielos para evitar que mi amistad con Marta se arruinará, mi pequeña cuñada sugirió la fertilización in vitro, yo no tendría que tocarla realmente pero sus hijos llevarían mi sangre. Por absurdo que parezca, ambos estuvimos de acuerdo. Ahora pienso que ambos fuimos masoquistas, yo aferrándome a ella, ella aferrándose a la persona con la que Miguel estaba más familiarizado. Fuimos, lo digo en serio, un par de idiotas.
Ella quedó embarazada, sorprendentemente en la primera prueba de fertilización. Ya que lo hicimos en secreto, nadie con antecedentes normales lo sospechó. Pero tenía una mala premonición, mi investigación de Mireya no concluyó nada que no haya sabido antes, pero al investigar a Melani, siempre acaba en un callejón sin salida, fue entonces que verdaderamente desconfíe de ella. Fue entonces que empecé a buscar si mi primo realmente estaba muerto. Logré hallar una esperanza de que estuviera vivo, pero no se lo dije a Marta, antes quería estar seguro.
Nos enteramos que iban a ser mellizos, un niño y una niña, a la que no pudimos saber su sexo sino hasta la última ecografía, a los ocho meses de embarazo de Marta. Irónicamente, Melani también quedó embarazada debido a una violación, un mes después de que Marta quedó embarazada. Nunca la vi durante ese supuesto embarazo, debí sospecharlo, pero la extrema felicidad por tener hijos me cegó momentáneamente.
Mis hijos nacieron, una de ellas la dieron por muerta, el hijo de Melani nació el mismo día, una niña... ¿como podría haber tanta coincidencia en este mundo?
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