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Chapter 93 - Capítulo 93: Mudanza (2)

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Marta abrió su armario y empezó a sacar su ropa y a empacarla en una gran maleta, Miguel estaba apoyado en el marco de la puerta mirando a Marta con una suave sonrisa y una ternura nada disimulada en sus ojos café.

- ¿Segura que no quieres ayuda? - preguntó él con su voz hipnótica.

- Muy segura... Aunque... puedes ayudarme a empacar lo que hay en el escritorio de mi estudio... trata con cuidado los papeles que empaques - respondió Marta sin darse vuelta para mirarle pero con una sincera sonrisa en sus labios rosados.

Miguel miró una última vez a la hermosa mujer con las manos cargadas de ropa antes de darse la vuelta y dirigirse a la habitación de al lado, que era el estudio de Marta. Analizó detenidamente la habitación, era espaciosa y bien iluminada, el escritorio de madera barnizada pintado de blanco combinaba con la estantería de libros en la pared, la silla era azul oscura igual que la alfombra que cubría el suelo, era un ambiente bastante sobrio y se notaba cierto lujo y elegancia en el lugar. Miguel sonrió al reconocer que su amada sin duda se había criado con una de las familias más adineradas del mundo, aunque él no sabía mucho de la madre biológica de Marta, le parecía que tal vez muchas cualidades habían sido aprendidos en su infancia con su madre biológica; recordó de repente que en su juventud, cuándo los comprometieron, su padre había preguntado sobre el verdadero origen de Marcela Narváez, Sebastián Narváez le respondió que la madre biológica de Marcela le había salvado la vida a su esposa en un viaje de vacaciones y que había quedado en deuda con ella, después dijo que los padres de las niñas habían muerto en un accidente de tránsito y que como último deseo antes de morir la mujer le pidió a Ana Everson que cuidara a sus dos hijas como pago a la deuda que tenían... Miguel supuso que los padres biológicos de Marcela no provenían de la alta sociedad y seguramente no aceptarían pago en dinero por el favor que le hicieron a la familia Narváez, no por orgullo sino por humildad, cuando la tragedia los golpeó la deuda fue la única oportunidad de ayudar a sus hijas, fue un caso de favor por favor, sin embargo con el tiempo aceptaron a las niñas como parte de la familia... Miguel dejó de vagar por sus pensamientos y empezó a empacar los documentos del escritorio con sumo cuidado, encontró en el fondo de los cajones algunas fotografías, había una de los tres pequeños hermanos Narváez, Marcela, Carolina y Manuel, había otra fotografía de los señores Narváez con sus hijos, al ver estas dos fotos el corazón de Miguel se suavizó porque en las fotografías se veían felices aunque los dos hermanos mayores siempre tuvieran cara de póker, en sus ojos se distinguía cierto cariño de niños hacia sus padres.

Después de vaciar dos cajones y empacar los documentos cuidadosamente en tres o cuatro portafolios, Miguel encontró otra fotografía, por el aspecto parecía bastante vieja y estaba ya algo difuminada, en ella aparecía una mujer de cabello oscuro, liso y corto, ojos verde esmeralda y piel bronceada, parecía envejecida por el esfuerzo a contradecir la vida, sus ojos apagados de cualquier brillo era lo que más resaltaba de ella, su sonrisa era algo que contradecía a sus opacos ojos, despertaba cierta sensación de tristeza, la mujer sostenía en brazos a una pequeña niña de ojos verdes y pequeños rizos rojizos, de aproximadamente dos o tres años que vestía un simple vestido rosa y medias blancas sin zapatos, no era la única niña en la foto, sosteniendo la otra mano de la mujer estaba una niña de siete u ocho años, de cabello ondulado y castaño oscuro, y unos brillantes ojos esmeralda, llevaba una jardinera azul que se veía un poco desgastada y unos zapatos blancos, la niña no sonreía, sus ojos estaban inundados de lágrimas contenidas a la fuerza y Miguel alcanzó a distinguir que el brazo libre de la niña tenía una marca roja en un costado, era claro que le habían golpeado antes de tomar la fotografía, era una imagen que transmitía una tristeza sin límites que hizo que el corazón de Miguel temblará por alguna razón...

- ¿Ocurre algo? - Marta entró en la habitación y notó la extraña expresión de Miguel.

Miguel levantó la mirada algo apagada por la triste fotografía en su mano.

Marta se acercó y vio la foto en las manos de Miguel, suspiro pesadamente antes de explicar:

- Es ni madre biológica, Sandra Rodríguez, mi hermana Carol y yo... la tomaron cuando el señor Díaz me golpeó en estado de ebriedad y como había gastado el dinero del mes manteniéndo a una perra de quién sabe dónde, no pude tirar ese jardinero algo viejo porque madre apenas llegaba para alimentarnos con su pobre salario en su trabajo de medio tiempo.

- No lo sabía... lo siento... - Miguel se levantó y dejó la fotografía a un lado para acercarse a Marta.

- No lo sientas, el pasado esta pasado, lo que importa es el presente... - Marta tomó la mano de Miguel antes de continuar - y mi presente eres tú, tú y mi hija.

Miguel sonrió dulcemente y abrazó a Marta con suavidad, ambos suspiraron y se quedaron en silencio un rato, disfrutando del tranquilo momento, parecía como si fueran los únicos en el mundo.