Chereads / El Paraíso de Dante / Chapter 3 - Capítulo 1

Chapter 3 - Capítulo 1

Despierto en un lugar nuevo y extraño para mí. Recuerdo criaturas macabras con forma de perro atacándome. Un escalofrío me recorre y un fuerte pinchazo me asalta en el brazo. Lo miro, y me sorprendo al verlo vendado. Me han salvado... Supongo.

—Vaya, por fin despiertas —dice una voz masculina y grave.

Dirijo mi vista hacia el hombre, encontrándome con una imagen... Impactante cuanto menos:

Alto, pelo blanco y lacio que cae sobre sus ojos azules, ni muy largo ni muy corto; barba incipiente, la típica descuidada de varios días. Porta una camisa negra con hebillas a la altura del abdomen junto con unos pantalones rojos y negros, unas botas negras y una gabardina roja larga que le llega a la altura de las rodillas.

Resulta innegable su atractivo y porte, además de su apariencia rebelde y, ¿para qué mentir? Descabellada incluso. Está apoyado en una pared, junto a una puerta.

—¿Quién eres? ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó cuando...? —Me quedo muda al recordar a esas alimañas a la vez que un escalofrío me recorre.

—Tranquila, tranquila —ríe él alzando las manos. —Que pareces una metralleta. Me llamo Dante, Dante Sparda —dice alzando su dedo índice, como diciendo "uno". —Estás en el Devil May Cry, mi negocio —alza un segundo dedo. —Y pasó que me cargué a esos bichos, te traje aquí tan rápido como pude y curé la herida de tu brazo —alza un tercer y último dedo con una seductora sonrisa en la cara. Está ligando conmigo, ¿verdad?

—Ya veo... —Susurro. —Muchas gracias Dante.

—Es mi trabajo... —Deja la frase colgando, cómo preguntándome por mi nombre.

Me quedo pensativa, ¿mi nombre? ¿Cuál es mi nombre? Juego con mis manos, nerviosa. ¿Cómo me llamo?

—Oye, ¿te pasa algo? —Pregunta él al no recibir respuesta por mi parte.

—Yo... —Entonces aparece como un fogonazo en mi mente: —¡Katherine! ¡Me llamo Katherine!

—¿No tienes apellido? —Pregunta enarcando una ceja.

—Sólo recuerdo mi nombre, Dante. —Respondo cabizbaja.

—Así que amnesia... —Dice bajando la cabeza. —¿Sólo tu nombre?

Intento recordar algo, lo que sea, pero nada nuevo llega a mi mente. Sólo oscuridad y signos interrogantes.

—Sólo eso... —Suspiro sintiéndome un poco mal, tanto por él como por mí. —Lo siento mucho, Dante...

—No te preocupes, seguro que, con el tiempo, vas recordando cosas —me sonríe de manera reconfortante.

—Eso espero...

Seguidamente me incorporo en mi sitio más rápido de lo que debería. Ante el mareo que me asalta, vuelvo a acostarme.

—¿Estás bien, Katie?

Le miro con una mano en la frente, algo asombrada porque me haya puesto un apodo tan pronto.

—Un poco mareada sólo... —Respondo en un susurro.

—Deberías haberte levantado más despacio, impaciente —dice medio riendo.

—Vale, vale... —Suspiro.

Una vez que me encuentro un poco mejor vuelvo a intentarlo, pero esta vez, más despacio.

Miro alrededor, me encuentro en una especie de despacho destartalado: el techo tiene notables marcas de humedad y hay partes en las que está hinchado, hay una mesa de madera grande y robusta con una silla de oficina tras ella, pero ambas cosas están hechas polvo, además de que la mesa tiene varias torres de cajas de pizza vacías. Además, hay una mesa de billar, que sinceramente, es lo único en buen estado en este lugar.

Las paredes son algo oscuras y tétricas, ya que macabras máscaras cuelgan de ellas. Además, sólo hay una sola ventana en toda la habitación, y tiene la persiana bajada.

Respecto al sofá en el que me encuentro... Bueno, supongo que os imagináis que también está hecho polvo.

—Lo sé, está todo hecho mierda —interrumpe Dante mis pensamientos. —Pero el negocio apenas me da pasta.

—¿Negocio? ¿A qué te dedicas exactamente? —Pregunto curiosa.

—A cazar demonios. "Devil May Cry", ¿recuerdas? —Responde ante mi mirada incrédula, ¿este tío caza demonios?

—Entonces... Esas cosas que me atacaron... —Digo recordando a esas criaturas —No eran perros con rabia, ¿verdad? —Quiero cerciorarme, ¿realmente estamos conviviendo con demonios?

—No, no lo eran. Además, casi que mejor que no lo fueran, seguramente estarías muerta de haberlo sido. Ya sabes cómo funciona la rabia —dice extendiendo los brazos.

Agacho la cabeza, Dante tiene razón. ¿Todo esto está pasando de verdad? ¿No es un mero sueño? Todo es tan extraño... Sin darme cuenta, comienzo a llorar. No sé cómo sentirme; ni siquiera sé quién soy, ¿cómo voy a saber cómo me siento?

—Katie, ¿qué te pasa? —Dice Dante de manera lenta mientras se acerca, sentándose a mi lado.

—¡Me siento vacía Dante! ¡Eso me pasa! ¡No sé siquiera quién soy! —Exclamo sin parar de llorar. —¡Sólo sé mi estúpido nombre y nada más! ¡Y encima me entero de que estoy conviviendo con esas criaturas horribles, jamás volveré a sentirme segura en la calle!

—Kate, tranquilízate —dice más seriamente. —¿Por qué simplemente no te centras en empezar una nueva vida? No tienes que preocuparte de esas cosas, yo limpio la ciudad para que no sigan rondando por ahí.

—¡Es muy fácil decir eso! Dante, ¿no te sentirías como yo? —Inquiero clavando mis ojos en los suyos.

—Pues un poco, pero yo tengo otra filosofía, ¿sabes? —Suspira. —Vive el momento. No existe pasado ni futuro, sólo presente. ¿Entiendes?

Me sorprendo por la forma de pensar de Dante, ¡¿piensa que tiene quince años o algo?! Esa actitud es propia de un adolescente. Al menos para mi criterio. A ver, tiene algo de razón, pero... Yo sería incapaz de pensar de esa manera. Necesito saber quién fui para, o bien mejorar, o bien mantenerme así. No puedo forjar una nueva yo.

—Sí Dante, pero... No sé, soy incapaz de pensar de esa manera —suspiro.

—No te estoy ordenando que lo hagas, sólo que te lo plantees. Kat, creo que esto es una nueva oportunidad para ti. Oportunidad que deberías aprovechar.

Esas palabras me dejan pensativa, ¿y si tiene razón? ¿Y si es una señal del destino? Sacudo la cabeza, dejándome caer contra el respaldo del sofá bufando y con un repentino dolor en el brazo que me hace esbozar una mueca.

Ante esto, Dante agarra mi brazo y quita el vendaje.

—No mires —advierte.

Tarde, he estado mirando todo cuanto ha hecho. Miro asustada mi brazo, tiene unas marcas de dientes muy feas rodeadas por una especie de hematoma de color morado oscuro. Además, en la parte morada, hay una especie de símbolos que no reconozco.

Comienzan a pitarme los oídos a la vez que escucho los latidos de mi corazón retumbar en mis oídos, es una sensación muy desagradable.

Es Dante quién me saca de mi estupor cogiéndome por la barbilla y dirigiendo mi mirada hacia otro lado, lejos de mi brazo.

—Te lo he dicho. Deberías hacerme más caso, ¿sabes?

No respondo, no puedo. Me he quedado muda al ver el estado de mi brazo.

—Parece necrosado... —Susurro, conmocionada por la idea de perder un brazo.