Neville miró una vez más la foto de su esposa, a la que había amado tanto, acarició la fotografía, sintió una profunda tristeza, 6 años de matrimonio, confiando en su amor, para darse cuenta de aquella farsa.
Hellen, su hermana menor, lo llamó desde la puerta.
-Neville - su voz sono suave y aterciopelada- el coche está esperando.
Neville dirigió sus grandes ojos azules, a su rubia y bella hermana.
-Enseguida estoy contigo. Esperame en la puerta.
Hellen no dijo nada, solo obedeció, sabía que no era el mejor momento de llevarle la contraria. Suspiró. Cerró la puerta, y se apresuró escaleras abajo. Su hijo de 6 años, la esperaba sentado en el porche.
-Mami, ¿el tío esta triste? - preguntó con inocrcia.
-Si, Benjamin. Escucha, a partir de ahora no volverás a nombrar al tío Neville, es... Es como si no existiera. Se que no lo entiendes, aún así, obedece, haz lo que he dicho.
-Bueno.
Neville miró por última vez la imagen de su pelirroja esposa, plasmada en aquella foto. Apretó la mandíbula, y se dijo el espectáculo debe de continuar. Se colocó la gorra, y bajo pesadamente las escaleras, no quería hacer esperar más a su hermana.
No todos los días, acudía uno a su propio funeral.