Chapter 2 - I - Zhou Yuan

Al oír la alarma de su móvil, Liu Xian abrió los ojos lentamente, sintiendo la luz del sol bañar su rostro. Parpadeó varias veces debido a su intensidad mientras se desperezaba y se incorporaba. Bostezó, se levantó y caminó hacia su escritorio, tomó su móvil para apagar la alarma y miró la hora. No era la alarma que ella esperaba que fuera, es decir, la de las seis y media, sino la de las siete.

—¡No puede ser! —exclamó dirigiéndose hacia la puerta de su cuarto, salió disparada y bajó las escaleras a toda velocidad, tropezándose con el último escalón pero sin caerse.

Sus padres y sus hermanos ya estaban sentados a la mesa. Su padre leía el periódico tranquilamente, su madre recogía las cosas del desayuno y su hermano mayor jugaba con su móvil. Todos estaban preparados para comenzar su día; sin embargo, Liu Xian seguía en su pijama de pollitos, sin desayunar y muy despeinada.

—Ya era hora de que te levantaras —dijo su madre depositando los cuencos en el fregadero—. Vas a llegar tarde.

Xian se sentó a la mesa y empezó a comer como una loca, casi atragantándose con el arroz y con el té. Al cabo de cinco minutos, había dejado todo vacío, no había quedado ni un grano de arroz en el cuenco ni una sola gota de té en la taza. Se levantó agradeciendo la comida y volvió a su habitación.

Sacó su uniforme escolar del armario y se lo llevó consigo al baño, donde se lavó los dientes y la cara a la vez. Al terminar, se quitó el pijama y se puso el uniforme, ni siquiera se dio cuenta de que se había puesto la falda al revés. Se puso los calcetines mientras salía del baño, saltando a la pata coja, y volvió a su cuarto a por su cartera escolar y a por la chaqueta de su uniforme. Guardó su móvil en la cartera y regresó a la planta baja de la casa.

Se sentó en el último escalón para ponerse los zapatos. Su hermano mayor, Liu Yamei, le estaba esperando en la puerta para que fuesen juntos al instituto. Él estaba en el último año mientras que ella acababa de empezar, apenas hacía un mes que había empezado el curso. A mediados de octubre, el frío comenzaba a hacerse presente aunque seguían siendo pocos los que se abrigaban a la hora de salir a la calle. Liu Xia se levantó, su hermano se dio la vuelta para abrir la puerta y los dos salieron despidiéndose de sus padres.

Liu Yamei, al contrario que su hermana (torpe, despistada, inocente e ingenua), era cauteloso, responsable, astuto y desconfiado. Detrás de sus gafas se escondía una mirada fría y oscura, como si hubiese pasado por las peores experiencias de la vida. Era de los más populares en el instituto junto con sus amigos, y entre los tres formaban la Triada QEM del Instituto de Secundaria Superior Xīwàng. Las siglas son «Qíngbào» (inteligencia), «Měinǚ» (belleza) y «Ēn» (amabilidad). Tanto Liu Yamei como sus dos amigos, Jiang Chin y Wei Hao, poseen esas tres cualidades, aunque a diferente nivel. Por ejemplo, Liu Yamei todavía tiene que cogerle el truco a eso de ser amable.

El mayor veía a su hermana como una joven tierna e infantil, pero no la trataba del todo bien. Siempre le estaba regañando, se reía de ella y no tenía ningún filtro a la hora de decirle las cosas. Liu Xian ya estaba acostumbrada, aunque no le gustaba nada la forma en la que su hermano se dirigía hacia ella. A diferencia de él, Jiang Chin y Wei Hao eran muy amables con ella, lo cual la desconcertaba por completo. ¿Qué hacían juntándose con su hermano?

Los pensamientos de Liu Xian se vieron interrumpidos por una voz femenina muy familiar tanto para ella como para su hermano.

—¡Hola, Xian! —Chen Xi se acercó a su mejor amiga por detrás y apoyó las manos sobre sus hombros, cogiendo impulso para saltar como una niña pequeña.

Liu Xian se dio la vuelta y sonrió.

—Buenos días, Xi —dijo la joven, advirtiendo algo extraño en su amiga—. ¿Qué te has hecho en el pelo?

Chen Xi ya no llevaba el pelo largo, liso y de color azabache como antes. Se lo había cortado hasta más o menos la altura de sus hombros y había cambiado el color: ahora era castaño claro, como color caramelo.

—¡Estás genial! —exclamó la morena con una gran sonrisa.

—¡Gracias! —contestó Chen Xi.

—Oye, no querréis llegar tarde, ¿verdad? —Liu Yamei interrumpió el encuentro de las chicas, trayéndoles de vuelta a la realidad.

Las chicas y él emprendieron de nuevo su camino al instituto, encontrándose con los otros dos integrantes de la Triada y otras amigas de Liu Xian. Todas ellas tenían el privilegio de ver de cerca a las tres estrellas del instituto, e incluso intentaban sacar fotos, pero Liu Xian no les dejaba. Lo consideraba una violación de la intimidad de los tres jóvenes apuestos, generosos e inteligentes que no se metían con nadie.

No tardaron más de diez minutos en llegar a clase. Como siempre, había un montón de chicas en la puerta esperando a la Triada QEM, formando un pasillo entre los dos grandes grupos para que ellos pudiesen pasar. Debido al alboroto que se arma siempre, Liu Xian y sus amigos se adelantaron a los chicos para mezclarse con las demás chicas antes de entrar al edificio. Liu Yamei, Jiang Chin y Wei Hao se hicieron paso, dando los buenos días a todas las fans que les estaban esperando. Aquel que más destacaba por su amabilidad era Wei Hao, incapaz de rechazar los regalos que le hacían.

Los gritos se hicieron presentes en la entrada, vitoreando a los jóvenes.

—¡Liu Yamei!

—¡Buenos días, Jiang Chin!

—¡Wei Hao, mírame!

Liu Xian se cansaba de eso. Se dio la vuelta para ver cuánto le quedaba a su hermano para entrar, y entonces divisó una figura al final de la pasarela que también estaba siendo aclamado.

—¡Zhou Yuan!

—Es tan guapo...

—Dicen que sus notas son las mejores quitando las de la Triada.

—¿En serio? ¡Qué guay!

Todos sabían quién era Zhou Yuan, la Estrella Solitaria del instituto. La Triada lo conocía y había considerado «reclutarlo», pero si lo habían ofrecido unirse a ellos o no seguía siendo un misterio.

Liu Xian se quedó mirándole fijamente. Lo conocía de vista y le parecía uno de los chicos más atractivos que había visto en su vida. El cabello rubio oscuro algo despeinado, la mirada seria y penetrante de un felino y la tez blanca eran lo que caracterizaba a Zhou Yuan físicamente. Nadie podía negar que era atractivo; sin embargo, Liu Xian no se fiaba completamente de las apariencias. Ella estaba convencida de que no estaba enamorada de él, ya que no le conocía, y ella necesitaba saber cómo se comportaba y cómo pensaba para saber si podría llegar a enamorarse de él. Dentro del instituto era un príncipe, pero por fuera corrían rumores muy desagradables.

El problema era que sus admiradoras sólo tenían en cuenta las cosas buenas y omitían las malas, diciendo que eran sandeces. Por ese motivo, Liu Xian quería saber cómo era Zhou Yuan en realidad.

En clase, Liu Xian no lograba concentrarse. Las matemáticas no le interesaban en absoluto, además de que el profesor no era el mejor, pues no tenía vergüenza a la hora de decir las cosas, sobre todo si son hirientes. Liu Xian había sido víctima de algún reproche por aparte del profesor Ning y de las risas de sus compañeros, pero no le importaba que se rieran de ella, hacía todo lo posible por sacar buenas notas y eso era lo que la propia Liu Xian tenía en cuenta.

Quedaba poco para que terminase la hora cuando Liu Xian miró por la ventana, en el campo de fútbol se encontraba la clase 3-B, la de su hermano, haciendo gimnasia. Las chicas no estaban a la vista, y Liu Xian pensó que tal vez estaban en otra parte realizando actividades diferentes.

Liu Xian buscó a su hermano con la mirada, y mientras lo hacía detuvo sus ojos sobre Zhou Yuan. Sonrió inevitablemente, acordándose de lo superficial y testarudas que era las chicas que tanto lo admiraban, ya que sólo se fijaban en las apariencias y se quedaban con la primera opinión que sacaban, sin cambiarla.

Ella no era como las demás, y lo sabía.

—¡Liu Xian! —la voz del profesor Ning le sobresaltó, apartó rápidamente la mirada de la ventana y se levantó mirando al hombre.

—¿Sí? —dijo agarrando el libro.

—¿Me has escuchado mientras explicaba?

—Eh... Sí, claro.

—Muy bien —el profesor se acercó a su mesa, la cual estaba al fondo de la clase, y le tendió un folio que llevaba en su mano—. Resuelve estos sistemas de ecuaciones.

Liu Xian miró el papel, temblorosa, ni siquiera sabía qué era un sistema de ecuaciones. Estaba en un gran aprieto.

Se dirigió a la pizarra con pasos de hormiga mientras leía las ecuaciones de cada sistema. Intentó recordar algo de lo que había dicho el profesor, pero era inútil, las explicaciones le habían entrado por un oído y, segundos después, habían salido por el otro, sin que el cerebro hubiese procesado la información.

«Maldito Zhou Yuan», pensó al llegar a la pizarra.

Agarró la primera tiza que vio y comenzó a copiar las tres ecuaciones del primer sistema cuidadosamente y asegurándose de que no se equivocaba. Tanto sus compañeros como el profesor Ning observaban atentamente a la muchacha, esperando a que hiciese los ejercicios o a que quedase en ridículo.

—Vamos, Liu Xian, no tenemos todo el día —dijo el profesor metiéndole prisa.

Justo cuando terminó de copiar el primer sistema de ecuaciones, sonó el timbre. Liu Xian suspiró, aliviada, y sonrió. Sus compañeros no se lo creían, se iban a quedar sin ver a la joven ser humillada por el profesor. A sus amigas les alegraba, pero los demás se habían quedado con las ganas.

El profesor Ning se acercó a la mesa que le correspondía para tomar sus cosas y mirar desafiante a Liu Xian.

—Mañana quiero ver esos sistemas resueltos y no admitiré el más mínimo error —le dijo antes de marcharse.

La sonrisa de Liu Xian se borró un poco, pero estaba contenta. Había podido aplazar su humillación a poco más de veinticuatro horas.

«Maldito Zhou Yuan», pensó de nuevo.

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