Me encantaba la niña que pasaba todos los días por al frente de mi casa, con su pelo blanco y lacio hasta la cintura, sus ojos grandes y claros que te intimidaban y sus pecas sobre su piel blanca que parecia frágil.
Solamente observaba su belleza única, era un niño muy tímido por eso nunca me atrevía a hablarle ni a preguntarle su nombre, hasta que una mañana antes de ir al colegio ella se acerco y me dio un juguete peculiar y no me dijo ninguna palabra solamente se fue caminado lentamente con su conejo blanco de ojos rojos. Con mis manos llenas de sudor observe el juguete cuidadosamente, tenia una forma que me dio escalofríos ya que era igual a mi, pero mis ojos eran blancos igual que mi pelo y piel, pero no me importo ya que fue mi primera interacción con la niña de mis sueños.
Al día siguiente fui a preguntarle sobre el juguete, pero ella simplemente me dio una pequeña sonrisa y se fue corriendo hacia el salón de clase.
Yo totalmente enamorado vi una carta pegada en mi escritorio que decía que no me metiera con el color blanco, yo simplemente lo ignore ya que pensé que era una simple broma.