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El Anochecer De La Tierra

Geralt_DeRivia
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Chapter 1 - CAPÍTULO 1: LA CALMA ANTES DE LA TORMENTA

La mañana se presentaba calurosa, como ya era costumbre, pues el verano comenzaba. El cielo estaba completamente despejado y el sol reinaba en este, golpeando con fuerza sobre la tierra. Geralt ejercitaba sus fuertes y grandes brazos desnudos levantando con rapidez y confianza una pesada barra. Geralt, gracias a su ya enorme cuerpo por herencia genética, tenía una gran facilidad para el trabajo físico, lo que le permitía trabajar como entrenador personal, no sólo era un portento físico, sino que también tenía grandes conocimientos del ámbito nutricional y todo lo necesario para llevar una vida saludable. Medía la friolera de dos con cinco metros, y su altura junto con su anchura, debido a sus desarrollados músculos, le daban una imagen muy imponente, pues tampoco tenía cara de muchos amigos, a pesar de ser muy amable y humilde. Esto se debía a su poblada, aunque cuidada barba y sus numerosas cicatrices. El era de los mejores en lo que hacía, con tan solo treinta años ya había entrenado a grandes deportistas.

Por supuesto, todos esos logros tenían sus ganancias; Geralt también tenía una gran cantidad de dinero, el cual administraba con cabeza y responsabilidad, no le gustaba derrochar. Vivía en una maravillosa urbanización de chalets, situada en un caluroso rincón de España. Además, Geralt estaba casado con la mujer a la que amaba; Ingrid, con la que compartía su vida desde que eran sólo un par de niños que iban juntos a la escuela. Con el tiempo, se hicieron mayores, pero su amor no se resintió, y a la edad de veintitrés años se casaron.

Ingrid no se quedaba atrás en cuanto a lo laboral, pues sus años de duro estudio la llevaron a convertirse en cirujana, lo que siempre deseó y finalmente consiguió. Al igual que Geralt, era de las mejores en lo que hacía, eran muy perfeccionistas, si hacían algo, lo hacían bien.

Al cabo de un par de años de matrimonio, Geralt e Ingrid decidieron tener un hijo, más concretamente, una hija, una preciosa hija a la que llamaron Arya.

En resumen, y para no alargar más la presentación, Geralt llevaba una vida de ensueño, lo que cualquier persona desearía.

Siguiendo por donde empecé, Geralt realizaba sus ejercicios matutinos en el jardín de su casa, le gustaba entrenar al aire libre, y más con semejante calor. La camiseta de tirantes que vestía ya estaba completamente sudada.

Tras unas repeticiones, Geralt soltó la pesa y con un pañuelo secó el sudor que por su frente se deslizaba. Descansó levemente, apoyado en la mesa, mientras echaba ojo a la hora del móvil. Para su sorpresa, ya había entrenado tres horas casi sin darse cuenta, el deporte era su pasión y su afición.

El reloj marcaba las dos de la mañana, hora en la que, los estudiantes del colegio en el que Arya realizaba sus estudios de primaria, acudían al comedor con el que este contaba, de muy buena calidad, por lo que decían, pero claro que Geralt prefería cuidar él mismo de la alimentación de su primogénita. Era hora de ir a buscarla, como de costumbre, pues el trabajo de Ingrid le ocupaba más tiempo, asique Geralt tenía mucho más tiempo libre. Él se ocupaba de la limpieza y demás labores de la casa, incluyendo la cocina, por supuesto. Una vez recogidas las mancuernas y las barras, se dirigió a su habitación, tenía que cambiarse. Solía cuidar su imagen, no le gustaba andar por ahí desaliñado, aunque siempre vestía ropas cómodas, pero sin renunciar a la estética. Entró al baño y tras una rápida ducha, posó su cuerpo desnudo frente al espejo. Lo más destacable de su rostro era la cicatriz que atravesaba su ojo izquierdo, esta no le entorpecía la visión, pero no era muy estética que se diga. Pudo haberla disimulado con lasers, borrarla definitivamente incluso, pero decidió dejarla, pues era un recuerdo de su niñez, un triste recuerdo, pero un recuerdo al fin y al cabo. Sus ojos, en cambio, eran muy hermosos, de un intenso color verde esmeralda. Su mentón era grande y marcado, y su sonrisa blanca y perfecta. Su pelo rubio y cortado al estilo militar. Era muy apuesto. Bajo su rostro, su cuerpo desnudo y tatuado descansaba. Desde joven Geralt adornaba su cuerpo con tinta, grabando en su piel vivencias y recuerdos que en algún momento de su vida significaron algo para el; algunas seguían significando muchísimo, como el tatuaje que adornaba su pectoral izquierdo, ponía 'Arya'. El nombre de su hija, que se tatuó cuando esta nació.

Se acercó al armario de la habitación que compartía con Ingrid y se vistió con unos pantalones de chándal ajustados negros, unas botas color ocre y una camiseta de tirantes del mismo color que estas. Cogió las llaves de casa y sin más ni más, salió a la calle, en dirección al colegio más cercano a la urbanización, en el que Arya estudiaba. Eran un colegio bastante prestigioso, todos los niños de la urbanización estudiaban en aquel colegio.

Geralt caminaba despreocupada y lentamente por los caminos, con el rostro alegre. Mientras cruzaba la calle, pudo ver a Margarita, una vecina, cargando a duras penas con unas pesadas bolsas de la compra. Margarita era ya de una avanzada edad, casi ochenta años. Era una señora muy agradable, siempre saludaba a Geralt e Ingrid y era muy amable y cariñosa con Arya. Al parecer, no tenía nietos o hijos, al menos no que él supiera. Geralt no dudo en acercarse a Margarita. Esta, en cuanto le vio, sonrió levemente, como si le costara.

- Geralt, querido. Me alegro mucho de verte. - dijo con una sonrisa, dejando las bolsas en el suelo.- Y más en esta situación. - dijo señalando las bolsas y riendo levemente.

- Yo también me alegro de verla. - Geralt agarró las bolsas. - Y siempre es un placer ayudarla con sus bolsas. - Geralt también rio.

Caminaron poco a poco hacia el porche de la casa de doña Margarita. Geralt cargaba las bolsas sin dificultad mientras Margarita abría la puerta de casa con sus llaves.

- Y dígame. ¿Está usted bien? No la he visto mucho estos últimos días. - la voz grafe y profunda de Geralt resonaba en el hogar.

El rostro de Margarita se tornó algo disgustado. La pregunta de Geralt se contestó con solo eso.

- No te voy a mentir, muchacho... He estado muy triste estos días, a penas he salido de casa. - Margarita hizo una pausa, fuera lo que fuera lo que le había pasado, le costaba hablar de ello. - Mi nieto a muerto. - una lágrima surcaba su rostro hasta caer al suelo.

-Vaya... No sabe cuanto lo siento. - dijo Geralt, impactado, mientras Margarita le abrazaba, apoyando su apenado rostro en el abdomen de Geralt, la diferencia de altura era tremenda.

- Era un buen chico, no se merecía lo que le hicieron. No lo merecía. - Margarita lloraba.

Geralt no se imaginaba lo que de vieron hacerle, y desde luego no iba a preguntárselo.

Margarita se fue separando poco a poco, secando sus lágrimas. Geralt miró al triste rostro de su envejecida y dolida amiga.

- Solo puedo decirle que siento todo lo que le haya pasado... Y si necesita hablar o cualquier cosa, puede contar con nosotros. - Geralt trataba de animarla, y que no se sintiera sola.

- Muchas gracias, Geralt. - dijo Margarita, comenzando a sonreír de nuevo.

- No es nada. - Geralt dejó las bolsas en una de las mesas y caminó hacia la puerta. - He de irme, tengo que recoger a Arya. Cuídese mucho. - dijo Geralt, despidiéndose con la mano.

- Adiós, Geralt.

Geralt salió de la casa de Margarita, preguntándose que le habría pasado a su nieto, y si tendría algo que ver con las horribles escenas que se mostraban en las noticias las últimas horas. Al parecer, la tasa de asesinato estaba aumentando mucho. Y los asesinos se comían a sus víctimas, en fin, algo horrible. Quizás el nieto de Margarita fuese víctima de alguno de esos ataques. Geralt trató de dejar de pensar en ello y seguir caminando con normalidad. Mientras se acercaba a la escuela, podía escuchar el sonido de unas sirenas, parecían ambulancias, y coches de policía. Algo había pasado en el colegio. Geralt, preocupado comenzó a correr todo lo rápido que un hombre de su tamaño podía, poniéndose en lo peor.

Llegó al colegio, un par de ambulancias hacían sonar sus sirenas frente a la escuela mientras los coches de policía llegaban a la escena. Algunos de los niños ya estaban con sus padres, observando curiosos, mientras que otros esperaban solos y asustados, entre ellos, Arya, que rápidamente distinguió a su padre entre la muchedumbre y corrió hacia el.

- ¡Papá! - gritó Arya mientras corría con los brazos abiertos y unas lágrimas en sus ojos hacia Geralt.

Geralt se agachó levemente y cogió a su hija por la cintura, levantándola y abrazándola.

- Ya estoy aquí... Papá ya está aquí... - dijo Geralt, tratando de calmarla, sin dejar de abrazarla. - ¿Estás bien, pequeña, te han hecho daño? - Geralt observaba a Arya, que se abrazaba con fuerza a su padre. Algo muy malo habría pasado.

Arya no formuló palabra, solo lloraba en el hombro de su padre, mientras este trataba de averiguar algo más sobre lo acontecido, mirando alrededor. Los niños lloraban, sus padres observaban la escena, igual de confundidos, pero ningún profesor. Solo pudo distinguir a unos agentes entrando al colegio, y otros cerrando las puertas de este con cintas amarillas.

- Cinta amarilla... ¿Un homicidio? - pensó Geralt para sus adentros, acariciando el pelo de su hija, consiguiendo poco a poco que se calmara. Se agachó y posó a Arya de pie en el suelo, arrodillándose ante ella y quedando frente a ella. Alzó su mano y secó las lágrimas de Arya.

- Ya está todo bien, papá está aquí vale, todo está bien...

- No, papá, no está bien. - los ojos de Arya brillaban vidriosos por las lágrimas. - Ha sido Samuel. Él entró en clase y después.... - Arya trataba de hablar sobre lo sucedido, pero no era capaz, era solo una niña de siete años.

- Eh, no pasa nada vale, no tienes que contarme nada. Ahora todo va a estar bien. - Geralt trataba de tranquilizar a su hija abrazándola mientras miraba alrededor, la gente parecía confundida, al parecer, nadie sabía que había pasado, solo los niños, pero estos trataban de ahogar sus rostros aterrorizados en los abrazos de sus padres, que estaban tan confundidos como Geralt. Entonces Geralt se separó lentamente de Arya y se levantó, agarrando a su hija de la mano, firmemente.

- No te separes de mi, ¿Vale?

- Vale, papá. - respondió Arya, sujetando fuerte a su padre con la mano derecha y secando sus ojos con su mano izquierda.

Caminaban lentamente por los alrededores de la entrada. Las ambulancias, con sus sirenas ya apagadas, esperaban aún en marcha justo frente a la entrada, lo que impedía por completo el contacto visual con el interior de la escuela. Los coches de policía esperaban tras de las furgonetas, unos agentes de policía habían entrado a la escuela hace escasos minutos, con sus armas en mano. Geralt se encontró de cara con Roberto, el padre de una buena amiga de Arya. Lo conocía bien, pues Arya y su hija, Cora, pasaban mucho tiempo juntas. Además, Ingrid y Cristina, la madre de Cora, eran muy buenas amigas. No se podría decir que Geralt y Roberto fuesen amigos, más bien conocidos, aunque eran más que eso. Se acercó a él mientras Arya se acercaba a Cora, que también se sujetaba a la mano de su padre. Roberto se percató de la presencia de Geralt, y giró su mirada hacia él.

- Geralt. Oh joder... Me alegra verte aquí, macho, no entiendo nada de lo que está pasando, Cora ha salido aterrorizada, algo muy malo ha pasado ahí dentro. - dijo Roberto, volviendo a dirigir su mirada hacia la entrada de la escuela.

- Yo tampoco entiendo nada... Pero a juzgar por la cinta y los agentes armados, parece un asesinato. - hablaban en voz baja.

- Joder... Espero que todos los niños estén bien. Quién demonios podría haber cometido algo como un asesinato aquí. Nunca a pasado nada de ese estilo. Esto es muy raro. - Roberto se veía algo preocupado y extrañado, pues no le faltaba razón, era muy extraño, jamás había pasado algo del estilo en aquella urbanización, era un lugar muy tranquilo.

- Sí... No se que ha pasado, pero espero qué... - de repente, las palabras de Geralt fueron interrumpidas por un fuerte sonido, procedente del interior de la escuela. Era un sonido muy característico, sin duda alguna, era un disparo. Todos los presentes giraron rápidamente sus cabezas hacia el edificio.

El silencio se hizo en la escena, todos observaban callados, expectantes.

Su expectación no duró mucho, pues los agentes de policía comenzaban a salir ordenadamente por las puertas, y tras ellos, unos médicos cargaban con una camilla, y una persona completamente tapada en ella, al parecer adulta. Pero el alma de Geralt se cayó al suelo cuando vio otras dos camillas detrás de la primera, pero las personas que estas cargaban, eran más pequeñas, eran niños. Una lágrima rebelde comenzó a atravesar la mejilla de Geralt cuando este vio a una mujer, al parecer la madre de uno de los niños, cayendo de rodillas al suelo, llorando y gritando, con los brazos en la camilla que cargaba a el que era su hijo. Geralt no era capaz de entenderlo, quién demonios podía haber hecho algo como esto, solo eran un par de niños. A parte de tristeza, Geralt comenzó a sentir una gran furia creciendo dentro de su ser. Solo esperaba que la primera camilla fuese la portadora del desgraciado que hubiese cometido tal crimen. Algo sacó a Geralt de sus pensamientos. Arya tiraba levemente de su mano.

- Papá... Me quiero ir de aquí. - dijo Arya con la voz apagada.

- Claro, pequeña. Nos vamos ahora mismo. - Geralt dirigió su mirada a Roberto, invitándole a ir con ellos.

- Bien, entonces será mejor que nos vayamos, ya nos enteraremos de lo que ha pasado. - dijo Roberto, comenzando a caminar junto con Cora de la mano. Geralt y Arya les siguieron el ritmo y caminaron todos juntos de vuelta a casa.

Fuese lo que fuese lo que habría pasado ahí dentro, Cora y Arya no debían pasar ahí ni un momento más.

Durante el camino a penas habían pronunciado palabra, un silencio sepulcral inundó la vuelta a casa. Llegaron a la casa de Cora. Roberto comenzó a caminar hacia su puerta. Este se despidió de Geralt y Arya con la mano y una forzada sonrisa.

- Cuidaros. - dijo Geralt, mientras seguía su camino hacia casa a solas con Arya.

Ni siquiera sabía que decirle, que podría decirle. Dos de sus compañeros de clase habían muerto frente a sus ojos, solo tenían siete años... Solo siguió caminando, pensando en cómo iba a explicarle lo sucedido a Ingrid, si ni siquiera sabía lo que había pasado. Seguramente saldría en las noticias, últimamente había muchas noticias sobre ataques y asesinatos.

El sol seguía golpeando fuerte, aún era pronto, las tres de la tarde, para ser exactos. Llegarían a casa, Geralt haría la comida, y todo seguiría como cualquier otro día normal, aunque no lo fuese en absoluto.

- Papá... - la floja voz de Arya llamó la atención de Geralt. - ¿Porque Samuel ha hecho eso? Él siempre fue amable con nosotros, pero hoy estaba raro. ¿Porque Samuel a mordido a mis amigos? - Arya soltó las palabras como si nada, mirando al suelo, pensando en lo que había pasado, ella, al igual que su padre, no entendía nada.

Geralt tuvo que pararse unos instantes a pensar. Samuel, hasta donde el sabía, era uno de los conserjes de la escuela. ¿A caso él había sido el asesino? Y por otra parte, ¿Mordido? ¿Samuel asesinó a esos dos niños a mordiscos? Eso coincidiría con las noticias que solían aparecer últimamente en televisión. Algo raro pasaba, quizás se tratase de una especie de droga de diseño o algo por el estilo. Geralt no sabía muy bien que responder.

- Bueno, no conocía a Samuel, pero lo que ha hecho hoy... Solo trata de no pensar en eso vale, ni siquiera yo se que ha podido pasarle a Samuel.

Arya, aparentemente satisfecha con su respuesta, levantó la cabeza y miró al frente.

Llegaron a casa. Geralt sacó las llaves y abrió la puerta de casa. Arya caminó lentamente hacia su habitación, mientras Geralt cerraba la puerta tras de sí. Estaba algo perdido, no sabía bien que hacer. Bebió un buen trago de agua, y tras reflexionar y meditar la situación, decidió escribir a Ingrid. Ella siempre tenía soluciones para todo, pronto terminaría su trabajo y por fin estaría de vuelta en casa. Geralt sacó su teléfono y, para su sorpresa, Ingrid se le había adelantado, hace escasos minutos le había enviado un mensaje.

- "Amor, están llegando muchísimos pacientes a urgencias, necesitan intervención quirúrgica inmediata. Al parecer está habiendo ataques caníbales. Está muriendo mucha gente, no se que debo hacer. Si te viene bien, pásate por aquí, por favor, estoy algo asustada. Te quiero."

El mensaje de Ingrid alarmó a Geralt. ¿Ataques caníbales? ¿Como Samuel? No sabía que demonios pasaba, pero no podía dejar a Ingrid solo en el hospital con todo este lío. Pero tampoco podía dejar sola en casa a Arya, pero llevarla al hospital tampoco sería buena idea, no con toda la cantidad de gente herida que habría allí. Que debía hacer...

Un fuerte estruendo proveniente de la calle sacó a Geralt de sus pensamientos. Lentamente se asomó a la ventana, y la escena que ante el tenía lugar le dejó boquiabierto. Una mujer, aparentemente de mediana edad, se abalanzaba contra un hombre, mordiéndole la yugular y arrancando de cuajo parte del cuello. Los ojos de Geralt se abrieron como platos, lo que más le impresionó, no fue el ataque en sí, si no el aspecto de la mujer. Era como si estuviese podrida, como si fuese un cadáver... era algo difícil de describir. Pero estaba claro que aquello no era una persona, era algo más parecido a un zombi, como en las películas, y si ese fuera el caso, tenía que ir al hospital, y rápido.

- Joder... ¡Joder! - gritó Geralt, pensando en Ingrid, estaba en el hospital, tratando a esas personas, personas que se le lanzarían al cuello a la mínima oportunidad, tenía que ir a ayudarla.

Geralt cerró las cortinas de golpe y subió las escaleras hacia la habitación de Arya. Abrió la puerta lentamente, tal y como el pensaba, Arya se había quedado dormida, a pesar de la temprana hora, había sido un día duro. Geralt deslizó sus grandes brazos bajo las piernas y espalda de Arya, levantándola sin dificultad pero con cuidado, no era un buen momento para despertarse.

Geralt, con Arya en brazos, bajó de nuevo las escaleras y caminó hacia el garaje. Tumbó a Arya en los asientos traseros y antes de irse cogió su móvil y una navaja que guardaba en su habitación. Arrancó el coche y salió de su casa, conduciendo hacia el hospital.

A cada metro que avanzaba la situación empeoraba, hace escasos minutos las calles estaban calmadas, ahora, en cambio, la gente corría despavorida, otros, al igual que Geralt, conducían su coche, tratando de salir de la urbanización, y otros, simplemente morían a manos de aquellos... Lo que fueran. Todo se estaba yendo a la mierda de un momento a otro. Algunos de sus vecinos conducían frente a él, hacia la autopista, con la intención de salir de la ciudad. Geralt, en cambio, conducía hacia la ciudad. Todos los coches que veía marchaban por el carril contrario. Aceleró el coche, llegando al hospital en cuestión de minutos. Antes de salir del coche se aseguró de que Arya estuviera completamente dormida. Entonces Geralt se quedó unos instantes pensando, aún dentro del coche aparcado en una plaza. Debía entrar al hospital y buscar a Ingrid, rápido, pero, ¿Y Arya? No podía dejarla sola en el coche, pero llevarla consigo sería más peligroso. Echó un vistazo a su alrededor, y tras determinar que no había nadie más en el parking y casi ningún coche aparcado, Geralt salió del coche, cerrándolo tras de sí.

Comenzó a subir las escaleras, podía ver algún que otro rastro de sangre por las escaleras del parking. Arriba suyo, podía escuchar gritos de cientos de voces distintas, ya estaba pasando, estaban muriendo, Geralt debía darse prisa.

Abrió la puerta de un golpe, la puerta daba a la recepción del hospital, la cual parecía aún mantenerse en pie, pues el recepcionista llamaba angustiado. La gente abandonaba el hospital corriendo, mientras que otros reposaba en camillas, estaban llenos de mordidas; esto se iba a poner más feo aún. Geralt se acercó al recepcionista a toda prisa, agarrándolo por la bata.

- Ingrid López. Donde está. - dijo Geralt con cara de pocos amigos, esperando una respuesta instantánea.

El doctor, que estaba en medio de una llamada, lo mira sorprendido.

- La última vez que la vi estaba en la quinta planta, tratando a los pacientes mordidos. - decía la verdad, se notaba en sus ojos. Una verdad aterradora, si estaba pasando lo que Geralt pensaba, entonces debía darse prisa.

Soltó al doctor y corrió hacia las escaleras, apartando a la gente a su paso. Comenzó a subir las escaleras a toda prisa, subiendo tres escalones a cada paso. Cuando llegó a la quinta planta cierto terror se reflejó en sus ojos. La planta estaba llena de sangre, nadie quedaba ya allí. Geralt comenzó a mirar por los alrededores.

- ¡INGRID! ¡INGRID SOY YO! - gritaba Geralt, desesperado.

Sus ojos se estaban empezando a bañar en lágrimas, cuando de una puerta un hombre moribundo salió cojeando en dirección a Geralt. Enseguida se percató de lo que era. Geralt ni siquiera sacó la navaja, cuando el hombre estaba lo suficientemente cerca, Geralt le asestó un puñetazo capaz de tumbar un muro de piedra. Los sesos de aquella cosa se esparcieron por el suelo. De repente, otro de ellos salió por un pasillo, andando lentamente hacia Geralt.

- Tan lentos sois... - Geralt sacó la navaja por precaución, parecía que había más.

Geralt corrió hacia él con la navaja en alto, hundiendo esta en su cabeza y acabando con el de una vez por todas. Entonces escucho más pasos detrás suyo, "otro más..." pensó. Se giró rápidamente y con toda su fuerza preparo la navaja, dispuesto a acabar con lo que fuera que se acercase, hasta que se dio la vuelta y sus ojos se abrieron como platos. Era Ingrid, llena de sangre, pero aparentemente, sin ninguna mordida ni herida. Geralt bajó su brazo, guardo la navaja y abrazó rápidamente a Ingrid. Ya pensaba que jamás la volvería a ver.

- Ingrid... No sabes el miedo que he pasado. - Geralt se separó levemente. - Pensé que no te volvería a ver.

Ingrid sonreía vagamente, pero estaba completamente aterrorizada. Esta le besó cariñosamente en los labios, poniéndose de puntillas.

- Tenemos que salir de aquí, vamos, por las escaleras. - Geralt comenzó a caminar detrás de Ingrid.

- Arya está en el coche, démonos prisa. - dijo Geralt mientras apresuraban sus pasos.

Mientras bajaban las escaleras podían ver gente siendo devorada por aquellas cosas, pero no podían ayudar, lo más importante era Arya.

Llegaron al garaje y Geralt corrió rápidamente al coche, que seguía aparcado y en perfecto estado, tal y como lo dejó. Abrió el coche y subió, girando su cabeza y asegurándose de que Arya siguiera dormida. Y así era.

Después de que Ingrid subiera al asiento delantero, junto a Geralt, quitándose su ensangrentada bata y dejándola tirada en el suelo, este arrancó el coche y salieron de allí a toda velocidad, abandonando aquel infierno.

El lujoso coche familiar se sumió en el silencio, no había nada que decir, solo pensar, reflexionar, y tratar de entender lo que estaba pasando. Algo difícil de creer y afrontar. Lo que hace unos días no era más que una noticia, ahora se convertía en un holocausto zombi. Pero, ¿Esto estaba pasando en todo el mundo, o sólo en España? ¿O quizás en toda Europa? Una enorme cantidad de preguntas sin respuesta navegaban por las perdidas mentes de Geralt e Ingrid.

Geralt, tratando de centrarse, comenzó a conducir más calamadamente hacia la autopista, la ciudad estaba infestada. Por las ventanas se podías ver a gente corriendo alocadamente por salvar su vida, pero cada vez era menos gente, y más de esas cosas. Ni siquiera sabían como llamarlos. ¿Zombis, a caso? De repente, Ingrid dirigió su mano a la radio, encendiendo esta a bajo volumen, tratando de encontrar en ella alguna repsuesta a sus numerosas preguntas. Y para su sorpresa, un canal estaba emitiendo el mismo mensaje una y otra vez. El mensaje, que se repitió varias veces, era exactamente este:

"Las autoridades civiles de la zona han informado que, personas aparentemente fallecidas a causa de altos niveles de fiebre, están volviendo a la vida y atacando a los vivos. Advierten de que se sigan estos pasos, que se irán actualizando según obtengamos más información sobre lo que, ha escala mundial, está aconteciendo.

No intenten acercarse o dialogar con estos cadáveres, ya que son considerados extremadamente peligrosos. Esta advertencia debe aplicarse a todas las zonas que reciban esta señal.

Sintonicen el punto 750 de la AM para conseguir información actualizada en el momento que sean separados de su televisor o el servicio eléctrico sea interrumpido.

Esta emisora dejará de transmitir. De momento, por favor, utilicen su radio portátil y sintonicen el 750 AM para más información".

Al parecer, era la grabación de los informáticos, que advertían de que la transmisión televisiva sería anulada. Deberían usar su radio para obtener más información. Ingrid, tras escuchar el canal que debían sintonizar, buscó rápidamente, con un ápice de esperanza.

- No se como mierda a empezado esto, pero todo lo que podamos saber lo dirán en este canal. - dijo Ingrid, sintonizando el canal señalado en la transmisión.

- Espero que haya algún tipo de refugio o algo por el estilo, sea lo que sea lo que está pasando, espero que se solucione. - Geralt seguía con su atención en la carretera, dirigiéndose a la autopista, que estaba abarrotada de coches, caravanas, motos y todo tipo de vehículos. Pero lentamente, el tráfico avanzaba, mientras Ingrid buscaba el canal, Geralt solo esperaba que no fuese un atasco, desde luego, no convenía quedarse quieto.

- Ya está, es este. - Ingrid por fin había conseguido sintonizar el canal, y centraba su atención en la radio, tarea difícil, pues la autopista se hundía en gritos y pitidos.

Geralt sentía el calor del volante bajo sus grandes manos, era curioso, el mundo se estaba yendo a la mierda, pero al menos hacía buen tiempo. Una risita pasó por el rostro de Geralt y comenzó a escuchar la radio mientras avanzaba lentamente por la autopista.

"En nombre de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, informamos de que una desconocida arma biológica está comenzando a infestar a la población a escala mundial. Al parecer, este virus se transmite a través del mordisco de un infectado, provocando síntomas como el canibalismo, la ira descontrolada y el degeneramiento de todas las partes del cuerpo, haciéndolos ver cómo muertos vivientes. Esto es todo lo que se sabe hasta el momento, por lo que solo podemos recomendarles lo siguiente: primero, bajo ninguna circunstancia se acerquen a estos individuos, podrán reconocerlos fácilmente por su aspecto moribundo. Son extremadamente peligrosos y, al parecer, la única forma de acabar con ellos, es destrozar el cerebro. Repito, no se acerquen a estos individuos...

De repente, algo interrumpió a Ingrid y Geralt, que escuchaban atentamente. Unos sonidos en los asientos traseros. Giraron sus cabezas, y observaron a su hija, que dormía plácidamente, murmurando algo en sueños. El día anterior no durmió muy bien, le costaba a veces, aunque en esta situación les vino bien, todo este horror... Era mejor que lo pasara dormida, aunque sería complicado explicárselo más tarde. Devolvieron su atención a la radio.

"Segundo, los infectados están tomando las calles, a penas podemos contenerlos, les recomendamos que no salgan de sus hogares. Cierren el pestillo, las persianas y las cortinas. Hagan el menor ruido posible y no salgan, esperamos poder solucionar esto, dentro de, desgraciadamente, un largo periodo de tiempo.

En caso de que no tengan un lugar seguro en el que refugiarse, las fuerzas militares están habilitando una serie de puestos militares a los que podrán acudir; recibirán comida, cobijo y protección. Se han habilitado puestos en las siguientes localizaciones...

Geralt e Ingrid se miraron, asintiendo levemente.

- Hay uno a unos kilómetros, será los más seguro. - dijo Geralt, arrancando de nuevo el coche, pues al parecer, la caravana comenzaba a disiparse y a circular con normalidad.

- Sí... Espero que lo solucionen pronto. - Ingrid se acostó en el asiento y cerró sus ya pesados ojos, cayendo en un profundo sueño. Para cuando despertara, ya habrían llegado a su destino, donde quizás podrían resolver todas sus dudas, y vivir seguros hasta que está catástrofe se solucionara.

Lo que no sabían, es que esta pesadilla no acabaría nunca; más bien, estaba a punto de comenzar.