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Chapter 2 - Capítulo 1

Ella.

—Ten cuidado, cariño— me dice mamá mientras nos fundimos en un abrazo—. Sabes que Italia siempre estará para ti.

Suelto algunas lágrimas que no me molesto en apartar y voy hacia papá. Sé que los extrañaré muchísimo, pero quiero ganar mis propias experiencias, pintar cosas nuevas y maravillosas; encontrar a mi muso.

Quiero ver qué me ofrece Londres de todo eso.

—Los quiero mucho.— me despido, alejándome para entrar a la zona donde esperaré el avión.

Me desplomo en uno de los asientos —que por cierto está dejando mi culo cuadrado— y saco mi libreta de garabatos. Junto a ella tomo mis auriculares.

Media hora después, una yo dormida —y confundida sobre el cómo me dormí dibujando—, encima babeada, vuelve a la luz al escuchar por los altavoces que ya sale mi vuelo. Menos mal que tengo sueño liviano.

Una vez en el asiento, —usando mis últimos minutos de vida social—, entro a Instagram y comienzo a ver historias. Luego de que me pidan que apague el teléfono, cabeceo un poco, importándome nada —cuando tengo sueño soy algo rebelde—, la persona a la cual estoy usando como almohada.

Por si no quedó claro todavía, puedo dormirme hasta en un tsunami y yo ni enterada.

Parecen pasar horas cuando me despierto. Tengo bastantes ganas de morir cuando veo que la remera, por suerte blanca, de mi acompañante tiene un gran charco. Al parecer lo del tsunami se hizo realidad, pero se centró en el chico de...

—Santa mierda.— murmuro tratando de no despertarlo.

Estoy enamorada de lo que tengo en frente. Por lo que, sacando osadía que no tengo, le tomo una foto.

Click.

Mierda.

Él despierta, al parecer mi misión de que no se de cuenta se aleja bastante de su objetivo. Ahora sus ojos marrones están puestos en mí, y cuando siento que algo cae sobre mi pie —más bien zapatilla—, centro la mirada en el objeto. Es una tarjeta. Y en el frente, tiene el mismo nombre del hotel en el cual yo me voy a hospedar.

Quiero creer que acá hay un serio problema con el copyright.

***

Hace dos horas que aterricé, y lo primero que decido hacer es recorrer la ciudad. En definitiva Londres es maravilloso. Se adapta totalmente a mi prototipo de día perfecto; lluvioso, frío, con paisajes excelentes. Me encuentro suspirando por ellos; el imaginarme cómo quedarían retratados y colgados en mi habitación. O quién sabe, tal vez algún día en una exposición, con mi nombre en los folletos y mucho champán para refrescar a los invitados.

Al ver que está anocheciendo, y también oscureciendo bastante, decido ir al hotel; el cual ni he pisado.

***

La chica de la recepción me informa que algunas habitaciones sufrieron inundaciones por problemas con las cañerías, e internamente sólo quiero desaparecer.

Y ahí es cuando lo veo. Lleva una remera lisa de color blanco, acompañado de unos joggins y Vans.

Lleva lo mismo que traía en el avión.

-¿Y qué espera que haga yo?- le pregunto algo enfadada- Hice esta reservación hace más de dos meses, no es que tenga muchas opciones a mano.

Ella parece incómoda, y yo tengo demasiado sueño. Ambas estamos para la mierda.

-Muchos han estado compartiendo habitación, podemos ver si...

Dejo de escucharla, porque me doy cuenta de que el chico del avión está escuchando la conversación. No sé qué esperar cuando presenta indicios de una futura acotación.

-Se puede quedar conmigo- al ver mis ojos abiertos de par en par, agrega-: Si eso mejora un poco las cosas, estoy dispuesto.

Ambas lo miramos sorprendidas, y luego de caer en la realidad de que tampoco tengo muchas opciones, acepto.

La incomodidad - y para qué negarlo: evidente tensión sexual- me saca todo sueño o cansancio que puedo tener. Y es por eso que cuando nos acostamos, no puedo consoliar el sueño.

Me levanto de la cama -ajá, decidimos no hacer mucho drama y dormir en la misma cama- y voy hacia el escritorio, donde tengo mi cuaderno y lápices de carbón.

Y así, es como mientras trato de que me de un poco de sueño, hago un retrato sobre el chico con inminentes rulos y piel cremosa; mi muso de una noche.

Tengo frente a mí lo que buscaba, bueno a la mitad, pero estar está.

Finalmente, alrededor de seis horas después, el sueño viene a mí como si de la repentina caída del agua en una catarata se tratara- el sueño me pone filosófica. Por lo que, recostándome a su lado, caigo en un sueño profundo.

***

Sólo dormí tres horas, pero no me importa mucho.

El chico, el cual descubrí se llama Alex, sigue dormido: así que para no despertarlo le dejo una nota agradeciéndole.

Por lo que, no tardando mucho, tomo mis cosas y el boceto. Sin saber muy bien el porqué, beso su suave mejilla antes de cerrar la puerta tras de mí.