El rostro de Sheng Yize oscureció. Manteniendo su expresión, lanzó una mirada rígida a He Jiayu, diciéndole con los ojos "Saca a tu mujer de esta habitación, ¿¡sí!?"
—Momo —él aclaró su garganta y tiró de la manga de ella—, acabo de recordar que todavía tengo algo que decirte.
—Maldición, ¿qué más me estás ocultando? —golpeó la mesa, con un tono amenazante.
—Ven afuera y te lo diré... —él secó su sudor frío mientras la arrastraba afuera.
Después de que Su Xiaomo se fuera, Sheng Yize le dio una patadita a Qi Yanxi.
—¿Por qué sigues aquí?
—¿Dónde más debería estar? ¿Vamos a comparar tamaños ahora? ¡No es como si no lo hubiéramos hecho antes! ¡Qué importa si el tuyo es más largo! Te lo advierto...
Sheng Yize ya no lo podía soportar. Lo levantó del cuello y lo lanzó afuera. Solo entonces la habitación quedó en silencio.