Más tarde ese día, Davi regresó a su cama y se durmió de nuevo y para cuando abrió sus ojos, ya se había puesto el sol.
Ella se inclinó y se sentó en su cama cuando vio la silueta de Sei sentado al lado de la ventana y mirando hacia afuera en silencio.
Davi tan solo sonrió cuando lo vio antes de que silenciosamente se dispusiera a dejar la cama. Miró de nuevo a Sei y parecía que no la había notado aún.
Así es que caminó más cerca de él. Ella estaba pensando en sorprenderlo pero antes que pudiera alcanzarlo, el hombre de repente se dio vuelta hacia ella.
Sei estaba a punto de moverse cuando Davi saltó hacia él y también miró hacia fuera por la ventana.
—¿Qué estás mirando? — le preguntó.
—La luna— le contestó mientras que su mirada estaba fija en ella.
Al escucharlo, Davi levantó su cara y miró la luna hacia arriba.