Davi despertó a la mañana siguiente y estaba muy sospechosa.
Observó que el libro que tenía en sus manos anoche estaba sobre la mesa, y luego su mirada se dirigió al pequeño oso de peluche blanco en su cama. Todavía estaba medio dormida, pero cuando recordó el sueño que tuvo anoche, en el que Sei le acariciaba la mejilla mientras ella se dormía en sus brazos, se levantó al instante y corrió por la puerta.
Estaba despeinada mientras bajaba rápidamente las escaleras. Miró a su alrededor, pero no había nadie. Luego se dirigió a la cocina y por suerte, ahí estaba el Sr Gou preparándole la comida.
—Sr Gou, ¿anoche Sei regresó a casa? —le preguntó, sorprendiendo un poco al mayordomo.
—Llegó muy tarde anoche, señorita. ¿Cómo supo? —le respondió con una sonrisa. Los ojos de Davi brillaron de inmediato al escuchar que había vuelto.
—¿Dónde está? —preguntó, se oía emocionada.