El corazón de Hinari latía fuerte mientras forzaba su lengua a entrar en la boca de Zaki. Su desesperación y su miedo la llevaron a la acción. Aún podía sentir la piel de gallina, pero a pesar de todo, Hinari no quiso dejarlo ir, no hasta que el aura oscura de Zaki se disipara y volviese a sus sentidos.
Odiaba ver a Zaki en este estado porque se sentía como si fuera otra persona; alguien que ni siquiera parecía ser un ser humano normal. Y aunque esta no era la primera vez que ella lo veía en esta condición, su corazón todavía temblaba no sólo por miedo sino por algo que ella misma ni siquiera sabía. Hinari no sabía por qué, pero cada vez que Zaki se ponía así, una débil voz en su corazón parecía rogarle que lo detuviese a toda costa.
Así, Hinari continuó besándole; sus manos estaban envueltas alrededor de su cuello, ya que el sonido de la cadena que tenía en la mano era como el de campanas sonando desde lejos.