—Davi... cariño... ven aquí.
Las hipnotizantes palabras salieron de la boca de Sei para acariciar los oídos de Davi y se congeló en el sitio. En algún lugar de su nebulosa y aturdida conciencia, escuchó las palabras resonando en su mente. —Cariño... cariño... cariño...
Miró a la dirección de Sei, con la mirada perdida, y sus instintos aún desconfiaban de la peligrosa aura animalista que provenía de su dirección. Pero la voz que era como una dulce canción era como un fuerte e irresistible olor dulce que la atraía.
—Davi... querida... ven aquí, —dijo Sei de nuevo, diciendo deliberadamente las palabras como un hipnotizador tratando de hacer dormir a su cliente.
Involuntariamente, Davi dio un paso hacia Sei. Hinari, Ryou, Zaki y Sei contuvieron la respiración mientras veían a Davi dar ese paso. Sei se sintió aliviado de que parecía estar progresando, así que fue hacia delante, de forma lenta pero segura.