Puerto de la Reina...
Después de, por fin, reencontrarse con su amado nieto, Miura Sanae sintió una inmensa alegría. También descubrió que el niño era un genio y que sus modales eran tan dulces como la miel y tan reconfortantes como un rayo de sol y no pudo evitar desear un abrazo permanente de parte del niño. Su corazón viejo y cansado se sintió reconfortado sólo con verlo y oír su voz. Ella genuinamente sentía que el reencuentro con su nieto era uno de los días más felices de su vida.
—Mami, ¿hoy vas a entrenar otra vez? —le preguntó a Davi el pequeño Shin, después de hablar durante un largo rato con su abuela. Su rostro redondo y regordete reflejaba un gran entusiasmo.
Viendo la repentina luz de anticipación en sus ojos, Davi se inclinó a acariciar el rostro de su pastelito.
—¿Hm? ¿Quieres ver cómo tu mami entrena? —preguntó y los ojos del niño brillaron.