Sei estaba sentado frente a Davi, observándola en silencio. Ambos estaban sobre una mullida alfombra blanca, con una mesita redonda que los separaba.
La pequeña caja rosa estaba en las manos de Sei, mientras que Davi estaba concentrada envolviendo una caja más grande. Sei estaba examinando la pequeña caja, mientras apoyaba la cara sobre sus nudillos y bostezaba. Davi, que justo le había lanzado una mirada lo vio bostezar, y por algún motivo, la adorable imagen de un gato bostezando apareció en su cabeza. Distraída por la ternura de su esposo, no pudo evitar extender la mano y pinchar suavemente su mejilla.
—Ah… Eres tan adorable… Quiere ponerte en una caja, envolverte en hermoso papel y hacer de ti un obsequio para mí —dijo.
Sei quedó confundido por un momento, mientras Davi simplemente sonreía alegremente mi acariciaba su cabello.
—¿De verdad quieres hacer eso conmigo? —preguntó Sei con curiosidad y mirada seria, mientras Davi soltaba una risita.