Cuando Davi empujó la puerta, sus ojos se fijaron inmediatamente en el hombre que estaba de pie como una estatua congelada. Estaba exudando un aura oscura llena de emociones extremadamente negativas. Se veía terrible y cualquiera podía sentirse aterrorizado con sólo mirarlo.
Sin embargo, en ese lapso de tiempo, Davi no sintió miedo para nada. Al mirarlo así, hizo que su corazón se pusiera ansioso y ella tan solo corrió hacia él.
Sei, por otro lado, sintió los pasos que se acercaban, así es que levantó su cabeza. Sus ojos eran horribles. Lucía exactamente como un dios encadenado aún exudando la apariencia de un demonio aterrador.