Pasó un rato y Sei seguía sentado a su lado, mirando su pacífico rostro dormido. También dejó de tirarle aire cuando vio que ya no estaba sudando.
Y luego de observarla por un largo rato, Sei dejó escapar un largo y profundo suspiro. Se puso la mano en el pecho, agarró su camiseta con fuerza y miró el techo.
Después, apretó la mandíbula y cerró los ojos por otro pensamiento largo y profundo.
Sei estaba ordenando las emociones descontroladas dentro de su pecho. Dolor, el sentimiento que pensó que no volvería a sentir nunca más, que enterró hace mucho tiempo junto con la muerte de su madre, volvió a aparecer cuando vio a Davi llorar.
El verla llorar y preguntarle por qué, era como un video clip que seguía reproduciéndose en su cabeza una y otra vez. Era algo que no quería volver a ver nunca más. No quería verla llorar así nunca más. No quería que se sintiera así nunca más.