Hasta el momento en fue arrastrado a la Academia Inmortal, Insectito no podía creer que aún estaba vivo. Desde que vio a esa mujer en la posada el día anterior, sintió esa sensación de terror proveniente de su línea de sangre. Como raza insecto, por supuesto que sabía que era una advertencia, no, una protesta de sus genes que le enviaban repetidamente el mismo mensaje: iba a morir, iba a morir, iba a morir...
Podría jurar por su reina que esa persona delante de él era absolutamente la gran demonios de las leyendas. Además, tal herencia de la raza insecto nunca se había equivocado. Con tal premonición, no tenía ninguna duda de que moriría definitivamente en las manos de esa persona. Ni siquiera pensó en resistirse, porque sabía claramente que no podía hacer nada.
Pero un milagro había ocurrido. La persona no lo había atacado sino que simplemente había atado sus antenas en un nudo, y luego... se había ido.