Gordito les dio elixires a los tres discípulos para ayudarlos a recuperarse. Después de esto, les dio consejos en cuanto a cómo continuar la cultivación. Al mismo tiempo, les dio una lección más detallada sobre la tribulación del relámpago. Quizás era porque ya habían pasado por sus propias tribulaciones del relámpago, a medida que los discípulos escuchaban, había miedo y respeto en sus ojos. El orgullo que tenían de entrenar la cultivación había desaparecido. Ya no sentían que estuvieran por encima del resto.
Si los tres seguían siendo honestos consigo mismos, era posible que se volvieran líderes de sus propias sectas en el futuro. Lonemoon asintió satisfecho y le dio el permiso a Gordito para que se los llevara. Pensando que los dos bastardos todavía estaban en el salón trasero esperando a que él hablara con ello, se dirigió hacia allá.