―¡Bájenlo de la montaña! ―Lonemoon se dio vuelta para instruir a los otros tres discípulos.
―Sí, Maestro ―al asentir, los tres se levantaron y levantaron al hombre del suelo antes de retirarse.
Gordito se llevó a Champiñón.
―Maestro, voy a llevar a Champiñón abajo.
―Mm ―respondió Lonemoon. Sus ojos permanecieron en la arena vacía a medida que su expresión decaía. No podían entender lo que pensaba; sólo sentían que el aire alrededor de ellos se hacía más pesado.
Shen Ying y el Chef intercambiaron miradas y luego se acercaron unos pasos para quedar a ambos lados de él.
Shen Ying sacó un pastel y se lo dio.
―Padre Niu, ¿Quiere uno?
―¡No!
―Ah.
Entonces Shen Ying se comió el pastel.
De repente, el silencio invadió la arena. El único sonido venía del masticar de Shen Ying.
Un buen rato más tarde…