― ¿Eh? ―la cara de Shen Ying era una de confusión total. Solo entonces se dio cuenta de que no parecía estar donde se durmió anoche. Parpadeó algo atónita. No importa, le daba pereza pensar. ¡No es importante!
Solo cuando Lonemoon estuvo a punto de darle una reprimenda, Gordito llegaba volando con mucha prisa.
―Maestro, la gente en la ciudad… ―una vez que tocó tierra, sintió el conjuro y soltó un suspiro de alivio. Qué bien que el Maestro lo descubrió primero.
― ¿Qué pasó? ―Lonemoon lo miró―. ¿No fueron a atrapar al fantasma que causaba problemas? ¿Por qué la gente en la ciudad no puede hacer que sus almas vuelvan a sus cuerpos?
―Ese fantasma probablemente se dio cuenta del peligro, por lo que invocó niebla de fantasmas y los capturó a todos en el sueño ―dijo Gordito con un rostro avergonzado―. Ellos rompieron el sueño antes de que tiempo, las almas de la gente no tuvieron tiempo para volver, por lo que…