Shen Ying no se podía mover, estando atrapada bajo él. Al lado de sus oídos solo estaba su pesada respiración. Después de un buen rato finalmente ella recordó un problema. Preguntó inconscientemente:
—¿Tú… no quieres? —¡eso sería difícil!
La mano que la agarraba la apretó ligeramente en un instante y una risa por lo bajo sonó junto a su oído. Sentía que la respiración de Yi Qing se volvía un poco más rápida. Su tono era bajo, como si estuviera suprimiendo algo.
—Para todo lo que la Maestra haga, yo… siempre estaré dispuesto —él hasta lo pediría.
—Entonces por qué… —ella confundida, trató de mover su mano, pero de nuevo sintió la presión fuerte.
—No se mueva —de repente se escuchaba un poco de impaciencia de su voz. Su cuerpo entero ardía tanto que daba miedo. Aunque hubiera capas de la ropa entre ellos, Shen Ying sintió que todos los sitios donde él presionaba se tornaban un poco calientes. Pronto habló con un tono suplicante: