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Cinco minutos después...
—Yo... ¿estoy muerto? —el fantasma finalmente tuvo suficiente de su propio pánico y se detuvo para componerse. Se sentó en el suelo, tratando de comprender el hecho de que estaba muerto.
—Habla... ¿quién eres exactamente? —preguntó Lonemoon mientras se adelantaba, escudriñando al fntasma de pies a cabeza—. ¿Por qué estás en el reino inmortal? ¿Y dónde están el Pequeño Negro y Yu Hong?
—¿Qué? —los ojos del hombre se abrieron de par en par. Parecía aún más sorprendido que antes—. Esto... ¡esto es el reino inmortal! ¿Tus inmortales?—Miró a su alrededor y solo entonces pareció darse cuenta del espeso y rico Qi inmortal que le rodeaba. Sus ojos sobresalían de su cráneo. Incrédulo, preguntó—: ¿Podría ser... que me elevara al cielo después de morir?
Sus ojos se iluminaron. Se emocionó y se alegró mucho. Lonemoon no pensó que estaba actuando.
