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Lonemoon estaba asombrado. El mundo había cambiado tan rápido, hasta los Cultivadores Demoníacos ahora eran amigos en los que se podía confiar. Le recordó en cierto modo a la Chica del Pollo Asado en el pasado. ¡Ah! En efecto no había nada que el tiempo no fuera capaz de cambiar.
—Fue un comentario indiscreto —se apresuró a disculparse. Al mirar la marea de bestias que se hacía aún más densa en el frente y de cara a los únicos dos cultivadores de Alma Naciente que quedaban en el aire, dijo—: Ustedes dos se pueden quedar aquí para detener la Marea de Bestias. Nosotros seguiremos adelante y echaremos un vistazo.
—¡Bien! —asintió Lou Hong. También entendió que, si se adentraban más, las bestias estarían más allá de sus capacidades. Dio la vuelta para mirar a Yi Qing, que acababa de ascender al nivel de Alma Naciente—. Entonces Yi…
—Vendrá con nosotros —dijo Lonemoon—. No te preocupes, puede lidiar con ello.