La expresión del patriarca de la Secta del Divino Cielo, Dong Wu, se oscureció. Nadie más sabía mucho acerca de la eficacia del conjuro de espada aparte de él. Dentro de su secta, solo unos cuantos discípulos lograron abrirse camino a la etapa de Formación del Alma gracias a ello. Esperaba que las otras sectas nunca averiguaran sobre qué tan eficaz era el conjuro de espada, de modo que fuera capaz de mantenerlo lejos de ellos. Aún así, un discípulo de su propia secta comenzaba a estropear su plan.
—¡Jing Qi, cállate! Deja de ser irrespetuoso —Dong Wu intentó evitar que Jing Qi comenzara a hablar. En efecto, hermano menor Wu Xiang produjo un disparate de discípulo.
—¡Maestro de secta! —Jing Qi no mostró intención alguna de retractarse de su desafío. Se dio vuelta para fijar su mirada en Yi Qing, diciendo—: Su cultivación es similar a mía. Si no competimos, su discípulo no se atreverá a aceptar el título del campeonato.
