—¡Jiao Jiao! —Bai Ti dijo suavemente. Ahora no era el momento para que su hija hiciera una rabieta.
—No, no volveré —Bai Jiao sacudió su cabeza violentamente. Su voz estaba llena del pánico—. ¡Me costó mucho encontrar esta Lámpara de Convocación de Espíritu! Mientras pueda conseguirla… esta vez sí…
—¡Jiao Jiao! —Bai Ti bajó su voz, interrumpiéndola. Sonaba ligeramente enfadado al hablar otra vez—. ¿Por qué sigues aferrándote a tus fantasías? El Emperador Celestial Xin Han nunca se enamorará de ti. ¿Y qué si logras encontrar esa Lámpara de Convocación de Espíritu? No puedes cambiar ese hecho.
—¡Pero él está herido! —explicó Bai Jiao, sin dejar el pánico—. Su Espíritu Primordial está herido, por eso no siente nada por mí. Una vez que se recupere, verá quien ha sido amable con él todo este tiempo.