Al ver que los tres comenzaban a irse, Xun Shu se quedó inmóvil, boquiabierto. Otra vez, intentó pararlos.
—No se vayan, ya estamos en la entrada. Tenemos que entrar y echar un vistazo, ¿verdad? Quién sabe…, quien sabe, podría haber mejores materiales dentro.
—No vale la pena invertir cuando el rango de ganancia es tan bajo —la expresión de Lonemoon era la misma.
¿Tienen que estar tan decididos? Es obvio que hay un tesoro valioso aquí. ¿Son estúpidos? ¿Por qué deciden cavar en minas en vez de esto?
—¡Esperen! —Xun Shu bajó su mirada y apretó sus dientes, se había decidido—. Les diré la verdad. Debe haber algo valioso escondido en un conjuro de espada tan fuerte. ¡Tal vez…, tal vez es la Espada de Seis Conjuros!
Los tres se detuvieron e intercambiaron miradas. Juntos, contestaron:
—Ah.
—¿Ah? —¿qué se supone que significa eso?
—¿Y entonces?
—¿Entonces?
—¿Es una grabadora de voz?
—¿Gra qué?
