Los ojos de Shen Ying centellearon. Caminó hacia la orilla y recogió una cola de pescado, que medía lo mismo que medio cuerpo humano. Por costumbre, dio la vuelta y preguntó:
—Director, sabe cómo… No importa —se tragó sus palabras—. Puedo comer pescado crudo.
Levantó la espada que recibió de Yi Feng y cortó la cola del pescado en forma de sashimi.
Los ojos de Yi Feng ya estaban bien abiertos, pero en ese momento se ensancharon todavía más. ¿Qué hace? ¿De verdad se lo va a comer?
¡Mierda!
¡Se lo va a comer!
—Venga, acompáñeme —Shen Ying le hacía señas para que se acercara.
—… —¡no voy a comer eso con usted! ¿Entonces en realidad si pensaba en comerse las bestias cuando preguntaba si se podrían comer?
¡Un momento!
—Maestro espiritual, ¿Qué hace? ¿Dónde vino ese plato? ¿Por qué le ordena el sashimi en un plato? ¡No olvide que usted mismo es una bestia!
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