Todo lo que Shen Ying hizo fue bostezar. Cuando comenzó a reaccionar, se encontraba al otro extremo del bosque. Solo había árboles a su alrededor. Y de pronto, divisó una hoja agitándose y algo que excavaba la tierra…
—¿Un rábano? —se detuvo sobre sus pasos. ¿Acaso hicieron todo aquí con el mismo molde? ¿Por qué todo se veía como rábanos que se mueven? No pudo evitar tocar a la zanahoria con el dedo, diciendo—: Oye, ¿qué haces?
—¡Ji! —resopló el rábano, girando su cuerpo gordo y blanco lentamente. Al ver de frente a Shen Ying quedó notoriamente en shock. Muy rápido dio la vuelta y continuó cavando—: Ji ji ji…—sin comprobar primero si había cavado lo suficiente, el rábano se lanzó en el hoyo a medio cavar. Habiendo ido lo más lejos que podía, recogió dos puñados de tierra y la vertió sobre su propia cabeza. Después de esto, se quedó tan quieto como le era posible.