—¿Estás bien? —preguntó Shen Ying—. Lo siento. No sabía que saldrías de allí.
—Mis disculpas —Yi Qing también juntó sus puños—. Yo coloqué ese banquillo ahí. ¡No puedo permitir que la Maestra sea un chivo expiatorio!
—Solo fue un descuido. Está bien —la mujer llamada Yu Hong se rio de ellos. Se dispuso a seguir con su camino, liderando a aquellas siete u ocho personas. Pero cuando estuvo a punto de alejarse, hizo una pausa, como si algo le hubiera llamado la atención y se regresó rápidamente. Echó un vistazo a los tres y preguntó—: Maestros inmortales, ¿están reclutando discípulos?
Lonemoon asintió:
—Sí, nuestra Secta Invencible se acaba de establecer y estamos reclutando discípulos.
—¿Qué opinan de nosotras? —señaló al grupo de muchachas detrás de ella, que vestían ropas sencillas y rústicas.
—¿Quieren unirse a mi secta? —dijo Lonemoon, encantado. Finalmente, alguien con buen discernimiento.