—¡Regresaste! —en el momento en que aterrizaron, vieron a Mi Le vestido de esmoquin, sentado en el sofá. Sonreía cálidamente, como si hubiera esperado mucho tiempo—. Eso fue rápido. Eres la pequeña Ying, de hecho, encontraste la semilla espiritual tan rápido.
—¿Le diste autorización para abrir y cerrar el reino divino? —Lonemoon se volvió hacia Shen Ying.
—Así es —Shen Ying asintió—. Se la di la otra vez.
—… —Lonemoon frunció el ceño. Incluso la expresión de Chef se oscureció. ¿Eran tan cercanos?
Mi Le dejó la taza de té en sus manos y se acercó a ellos. Todavía sonreía cálidamente mientras su mirada caía sobre el pequeño niño que llevaba la maceta. Dudó.
—¿Eh? ¿La semilla espiritual se manifestó tan pronto? —extendió la mano hacia el niño.